La educación de Trump
Todos lo sabemos: la educación es el pilar de una sociedad mejor en todos los sentidos. Durante los años de Obama, la educación se ha visto erosionada y contaminada por la nefasta ideología de género y un progresismo que se acomoda a lo políticamente correcto sin tener en cuenta el talento y los méritos.
Con el presidente Trump esto ha cambiado. La educación vuelve a ser un pilar importante para la sociedad desde criterios de sentido común, esfuerzo y méritos. No son sólo palabras. Trump ha enfocado el presupuesto de educación para aumentar las escuelas chárter, que son escuelas públicas independientes establecidas por padres, maestros o grupos comunitarios. Lo que hace Trump es colocar a los estudiantes en primer plano, por encima de los intereses especiales.
El presupuesto de educación que ha propuesto el presidente Trump para 2019, elimina de un tajo justo y necesario 29 programas ineficaces o duplicados. Esto, por descontado, ya ha provocado alaridos y berreos de los grupos de intereses especiales. A Trump, que es un presidente no político ni vendido a lobbies de ningún tipo, esto simplemente le importa un carajo. El presidente ha enfocado las prioridades de gasto en educación en las necesidades de los estudiantes. Para ello, Trump ha propuesto una reducción del 5% en el gasto discrecional de educación federal, por debajo del nivel del año pasado, pasando de 66.800 millones de dólares a 63.200 millones de dólares. Las tijeras de podar de Trump se han puesto en marcha para recortar programas inútiles y que sólo buscan lavar el cerebro a la gente. Todo eso a la basura. La educación pura y estricta es lo que queda.
Nada como ver un ejemplo práctico para comprender el alcance de lo que se propone nuestro valiente presidente en contra de los intereses especiales: los programas más grandes que pretende recortar Trump, como los que ofrece Centros Comunitarios de Aprendizaje del siglo XXI, con un presupuesto de 1.200 millones de dólares, ofrece programas antes y después de la escuela, además de programas de verano, destinados a mejorar los resultados académicos de los estudiantes. En principio, esto parece guay, ¿verdad? Mola y todo. Pero si entramos a analizar los resultados con ojo clínico e independiente, como ha hecho la Administración Trump, nos llevamos el susto. Y es que este programa carece de pruebas sólidas sobre el cumplimiento de sus objetivos, como mejorar el rendimiento estudiantil. Justo para lo que es. Así, de 2013 a 2015, de promedio, menos del 20% de los participantes del programa de CCLC mejoraron de no competente o superior en evaluaciones estatales en lectura y matemáticas.
¡Vaya, por Dios! Un programa fracaso en toda regla y tirando el dinero de los contribuyentes. ¡Tijeretazo Trump! Los críticos se pondrán como basiliscos. ¿Será que Trunp tiene ojeriza a estos programas? Para nada. Los programas de CCLC tienen poca asistencia, lo que desemboca en muy pobres resultados para los estudiantes. El departamento de educación bajo la secretaria Betsy DeVos ha observado que sólo dos quintas partes de los participantes del programa asisten regularmente. ¡Caramba! Y nadie decía ni mú con tal de trincar el dinero público. Para más inri, un informe de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental analizó en 2017 los datos del programa CCLC y descubrió que ninguno de los 10 estudios en revisión observó mejores puntuaciones de forma consistente, ya fuera en matemáticas o lectura, en las evaluaciones estatales de los participantes del programa. De hecho, por ejemplo, GAO observó que un estudio de 58 programas de CCLC en la ciudad de Nueva York no encontró asociación con puntuaciones de lectura mejorados para los estudiantes. Más escarnio: GAO señaló que en Texas la evaluación de lectura mostró puntuaciones más bajos entre los estudiantes que participaron en el programa CCLC en comparación con los estudiantes que no participaron. ¡Atiza! Esto da una muestra de lo ridículo que es mantener programas de este tipo que sólo consumen recursos públicos.
Trump ha escuchado a especialistas que conocen bien los programas de CCLC y que los han evaluado en años anteriores, como Mark Dynarski, entre otros, y que han concluido de forma veraz que miles de millones de dólares de los impuestos federales se han mal gastado en programas cuyos resultados nos indican claramente con evidencias que no ayudan a los estudiantes.
Y como una vez puestos a recortar programas inútiles y caros no hay que detenerse, Trump también busca eliminar el programa de subvenciones estatales de 200.000 millones de dólares de Instrucción Efectiva, que financia capacitación en desarrollo profesional para maestros y, en mucha menor medida, reducción de tamaño de clase y otras actividades. Durante este tiempo se ha observado desde la Administración que el desarrollo profesional, tal como se brinda actualmente, ha mostrado un impacto limitado en el rendimiento estudiantil. La investigación independiente sobre este tema ha llegado a la misma conclusión. Luego, procede recortar el programa y adoptar otras medidas. De acuerdo a un informe de 2016 de la organización de investigación educativa MDR EdNET, los datos también demuestran que ni las habilidades de enseñanza ni los resultados de los estudiantes se mejoran significativamente por el desarrollo profesional tradicional efectuado hasta ahora.
De manera que en vez de dilapidar el dinero del pueblo estadounidense, Trump ha decidido aumentar los fondos para las escuelas charter. Un estudio de la Universidad de Stanford en 2015 encontró que las escuelas chárter en áreas urbanas de todo el país proporcionan niveles significativamente más altos de crecimiento anual tanto en matemáticas como en lectura en comparación con las escuelas públicas tradicionales. Es el camino correcto para mejorar los resultados educativos.
Además, Trump también propone un nuevo programa de ayudas de cien mil millones de dólares que permitiría a los estados solicitar fondos para otorgar becas a estudiantes de familias de bajos ingresos, las cuales podrían utilizarse para transferir a una escuela privada si se deseara. De esta forma, en vez de quedar atrapados en una fábrica de fracasos de escuelas públicas, los padres con escasos recursos tendrán la oportunidad de enviar a sus hijos a una escuela privada de mejor rendimiento y con un fututo más brillante.
Los estudios de los investigadores han demostrado que no es la cantidad de dinero que se gasta en educación lo que importa, sino cómo se gasta. Los recortes en los programas que no funcionan y la priorización de los programas de elección darán a los padres y a sus hijos un camino hacia una mejor educación y mejores oportunidades. El proyecto del presupuesto de Trump recoge este espíritu educativo y ofrece la oportunidad de comenzar a hacer que la educación en Estados Unidos vuelva a ser excelente para todos los estudiantes. Trump incorpora así la educación a su agenda MAGA, que es un elemento básico para tener ciudadanos mejor preparados en el futuro y no tiñalpas, zotes, mastuerzos, cebollinos y cenutrios que sólo saben consumir recursos públicos (y de los que hay excelente representación en España).