La Justicia de Trump
Cuando los votantes elegimos a Donald Trump para la presidencia de Estados Unidos, votamos algo más que a un hombre, votamos unas ideas conservadoras que debían plasmarse en hechos concretos. Muchas de ellas ya están implementadas y otras están en vías de hacerlo.
Entre ellas, los nombramientos judiciales que debe llevar a cabo el Presidente Trump. El nombramiento de Neil Gorsuch para el Tribunal Supremo ha sido uno de los más importantes, por su alcance e influencia, pero no es el único. El Presidente todavía debe nombrar alrededor de un centenar largo de puestos vacantes en las cortes federales, lo que representa entre un tercio y la mitad de los magistrados, que es la mayor proporción en cuatro décadas. Una oportunidad histórica para volver a las leyes que emanan de la Constitución y no de sálvese las partes de los demócratas, la prensa o los jueces que han tergiversado y deformado las leyes de este país a su conveniencia. Hace apenas unas semanas Trump ya nombró a 10 jueces y otros juristas para cargos judiciales clave: el juez John K. Bush, de Kentucky; la juez Joan Larsen, de Michigan, para la Corte de Apelaciones del 6º Circuito; David Stras, de Minnesota, para el 8º Circuito; Amy Coney Barrett, de Indiana, para el 7º Circuito; Kevin Newsom, de Alabama, juez para el 11º Circuito. También han sido propuestos para cargos en cortes federales David Nye, de Idaho; Scott L. Palk, de Oklahoma, y Damien M. Shiff, de California. El Presidente también propondrá a dos reconocidos juristas para judicaturas federales: Dabney L. Friedrich, de Washington, D.C., y Terry F. Moorer, de Alabama. Y esto acaba de empezar. Con Trump recuperamos de nuevo el sentido común y las tesis conservadoras que han hecho grande a este país, y no los desaguisados progresistas, que han erosionado y manipulado las bases constitucionales y los fundamentos jurídicos de Estados Unidos.
El Tribunal Supremo, las 13 cortes del circuito de apelaciones, y las cortes de distrito con 94 tribunales, son los campos de batalla donde se dirimen todos los años alrededor de 400.000 casos, algunos de los cuales orientan el perfil de las políticas de la nación en temas cruciales, como el aborto, el derecho a portar armas, la eutanasia, derechos laborales, etc. Dada la edad avanzada de muchos jueces en estos tribunales, entre ellos algunos de los carcamales progresistas que han nombrado los demócratas, es muy posible que en estos próximos años queden vacantes ente 70 y 100 plazas más, aproximadamente. El hecho irrebatible de que el Presidente Trump va a influir en el sistema de cortes federales, inclinando la balanza hacia tesis conservadoras y constitucionalistas, es una gran noticia para sus votantes y para los Estados Unidos, que pueden volver a sus raíces y sus valores, sin las memeces habituales a las que tienden los demócratas y los jueces progresistas que nombran. Este éxito del Presidente Trump y del movimiento conservador es silencioso, pero su impacto resonará en el país por décadas. Quizá por eso los medios y la prensa progresista, que en realidad odia la alternancia ideológica y les encantaría imponer una dictadura progresista a todo el mundo, como de hecho pretenden, se mantienen en estado de cólera e histeria permanente contra Trump y sus políticas.
Uno de los objetivos de esta presidencia es liquidar todo lo políticamente correcto a través de leyes que vuelvan al espíritu de la Constitución y desterrar las tonterías progresistas que tanto daño hacen a este país. Los nombramientos de las cortes de apelaciones se van a llenar de tantos conservadores que a los demócratas se les van a quitar las ganas de hacer bromas pesadas con la cabeza cortada de Trump y otras imbecilidades de las suyas habituales.
Salvo en algunos círculos en Estados Unidos, apenas se trata de este tema tan importante: la oportunidad histórica del Presidente Trump de cambiar la judicatura federal mediante los próximos nombramientos. Esto es lo que tiene importancia y alcance en las políticas que se hacen desde el Despacho Oval, y no las historias fantásticas que se están inventado los medios que falsean las noticias. Esto es por lo que los votantes de Trump lo seguimos apoyando y por lo que saldrá reelegido en 2020 frente a la patulea que tiene de adversarios.
Hay que decirlo alto y claro: el Presidente Trump está eligiendo a candidatos de enorme valía jurídica, originalistas de la Constitución, con profundos valores morales, éticos y religiosos, y conservadores consistentes que van a ayudar a que América vuelva a ser el país líder y serio que siempre fue (hasta que los progresistas lo empezaron a fastidiar). El plan de renovación judicial federal del Presidente Trump avanza imparable, cubriendo plazas estratégicas de gran valor y definiendo un cambio general que orientará al país entero hacia un conservadurismo inteligente y equilibrado. Este es uno de esos éxitos silenciosos de Trump que enferma a sus detractores y que a sus votantes no da unas alegrías tremendas.
La próxima vacante que se producirá en el Tribunal Supremo se juega en estos momentos lejos de los focos de una prensa progresista liada en sus propias mentiras y que no presta atención a los temas importantes ni para informar ni para analizarlos. Y en esa batalla crucial para el futuro de los Estados Unidos, el Presidente Trump está moviendo sus piezas sobre el tablero de ajedrez con mano maestra. La victoria será para Trump, pero también para el movimiento conservador.