El odio a Trump
Lo veíamos venir desde que anunció su candidatura a la presidencia y después cuando ganó a la candidata de los lobbies y los medios, Hillary Clinton, el odio hacia Trump se ha multiplicado varias veces hasta hacerse enfermizo y fanático.
No importa las más de 300 promesas cumplidas del presidente y su largo historial de éxitos, el odio ha envenenado a los medios de comunicación progres, al Partido Demócrata y a un sector de la opinión pública que cae en los postulados de la izquierda radical.
Cada nueva noticia es dada la vuelta para atacar al presidente Trump de una u otra manera. Siempre sin fundamento real. Los medios y el fiscal especial Mueller se han pasado más de dos años haciendo el ridículo con el tema del falso Russiagate. Al final, nada, humo.
Y ahora se agarran a un clavo ardiendo con tal de seguir atacándolo. Poco importa que el asunto sea Irán, China, Corea del Norte, la inmigración ilegal, el muro o los tiroteos de individuos trastornados. Todo vale en la guerra contra Trump y el odio se hace más radical. Hay numerosos casos de violencia contra seguidores de Trump por el mero hecho de serlo. Por supuesto, los medios progres no informan de ello, denigrando a las víctimas de estos ataques anti Trump.
La buena noticia en todo esto es que el presidente mantiene un equilibrio envidiable y una serenidad a prueba de fanatismos de todo tipo. Trump se ha colocado por encima de los odios de unos y de otros. La mayoría de los ciudadanos percibe que el odio a Trump es dirigido por los medios, el Partido Demócrata, atenazado por lo peor de los socialistas estadounidenses, y un puñado de lobbies, empeñados todos ellos en hacer que la reelección fracase a cualquier precio, aunque sea el de la mentira y la manipulación.
Da igual. Trump resiste contra viento y marea y sus índices de aprobación suben. Su política de resultados ha dado sus frutos y el país vive unos de sus mejores momentos en más de cincuenta años. La economía crece imparable, el empleo se expande en todos los grupos sociales, el panorama internacional está estable, los acuerdos comerciales tienden a ser más justos, no hay guerras que desangren al país inútilmente, los valores estadounidenses están más protegidos que nunca, y Estados Unidos es respetado de nuevo.
Trump lo ha hecho posible en medio del odio más feroz que se recuerda a un presidente desde los ataques que le prodigaban a Ronald Reagan. Con un presidente que se está creciendo día a día y mejora su gestión a medida que pasa el tiempo, podemos esperar que Trump derrote ese odio a su figura y construya un segundo período presidencial aún más brillante que el primero.
A día de hoy, el odio a Trump es el fenómeno a derrotar. Un odio fanático que procede de la izquierda y de botarates sin idea de nada, apesebrados por unos medios ignorantes y manipuladores hasta la náusea.
Trump va a derrotar este odio con nuevos éxitos, resultados y con una victoria aplastante en 2020 que silenciará a los heraldos del odio que no hacen sino alimentar la violencia verbal contra el presidente, su entorno y sus votantes.
Con motivo de los tiroteos en Texas y Ohio, trump declaró que: “el odio no tiene cabida en los Estados Unidos”. Y no lo tiene, pero ningún tipo de odio, tampoco el que pregonan y practican los medios progres y los sectores izquierdistas contra Trump. Porque quienes practican y difunden este odio, también tienen un problema de salud mental, tanto como el que inicia un tiroteo masivo indiscriminado.
La persecución mediática y de una parte de la sociedad contra Trump para tratar de ridiculizar, menoscabar, burlar, quitar méritos a lo que consigue o dice, ha llegado a unos extremos que provocan risa o tristeza.
Frente a ello, Trump desarrolla una presidencia brillante y un liderazgo sólido que nadie ha podido derrotar. Ni siquiera con el arma del odio más condenable y atroz.
One thought on “El odio a Trump”
Comments are closed.