La política de defensa de Trump
Una de las áreas más sensibles a nivel político es todo lo referente a la defensa nacional. La marcada diferencia entre la agenda de Donald Trump y la de Kamala Harris es determinante para salvaguardar los intereses de Estados Unidos. Si con el enfoque de Trump, sintetizado en “paz a través de la fuerza”, en la tradición de Ronald Reagan y de su propio primer mandado presidencial, esos intereses quedan protegidos, con la política desquiciada de Harris, se ponen en un grave riesgo, como hemos podido comprobar durante la Administración Biden / Harris, que ha dinamitado el liderazgo estadounidense y debilitado nuestro potencial militar con la adopción de programas estúpidos y un nulo entendimiento de los problemas internacionales que se resume en un historial de debilidad.
En cambio, la doctrina de Trump para Oriente Medio y Europa, por poner dos ejemplos, harían que la política exterior estadounidense volviera a ser una combinación de proteger los intereses de Estados Unidos en primer lugar, combinando fuerza militar y hábil negociación estratégica.
Cuando nos acercamos a las elecciones presidenciales, conviene recodar que Trump mantuvo a Europa a salvo de Rusia sin exponer al país y al mundo a una guerra mundial e incluso nuclear. Mantuvo a Israel a salvo, a Irán bajo control y a China más firme que una vela. Las políticas que defiende Harris han fracasado en todos esos escenarios sin paliativos, con guerras abiertas y potenciales conflictos que podrían desatarse si esta inútil llega de alguna manera al Despacho Oval. Bajo las políticas demócratas fracasadas, Rusia invadió Ucrania, Hamás mató a 1.200 israelíes y tomó 251 rehenes (entre ellos, ocho estadounidenses), Irán atacó a Israel con drones y misiles, y los agentes iraníes atacan y acosan regularmente a las fuerzas estadounidenses y sus aliados en toda la región. Sólo por citar algunos de los casos más graves que hay en el panorama internacional.
Todo ello contrasta, y de qué manera, con las exitosas políticas defensivas de Trump, que mantuvo el mundo en paz, destrozó el ISIS y su Califato, negoció los Acuerdos de Abraham para Oriente Medio, una serie histórica de acuerdos de paz entre Israel y cuatro países árabes (los Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Marruecos y Sudán) que pusieron a la región en el camino hacia la paz, la prosperidad y la integración como no se había visto en décadas. En todo momento la diplomacia estuvo respaldada por la fuerza militar estadounidense. Las unidades militares y de inteligencia, bajo el mando de Trump, sellaron la derrota territorial del Estado Islámico en Siria e Irak, y mataron al líder terrorista del ISIS, Abu Bakr al-Baghdadi, y al principal terrorista de Irán, Qassem Soleimani. Fue Trump quien impuso la línea roja sobre el uso de armas químicas por parte de Siria, a diferencia de Barack Obama, que amenazó con la fuerza y luego dio marcha atrás.
Bajo las políticas que defiende la inepta de Harris, Irán está más cerca que nunca de obtener un arma nuclear, y ha atacado a Israel directamente con drones y misiles. Los ayatolás tienen un control aún más estricto que nunca sobre Irak, Siria, Líbano y Yemen. Todo Oriente Medio es un polvorín a punto de estallar.
La política demócrata de Harris es la responsable de la trágica retirada de Estados Unidos de Afganistán, en la que 13 soldados estadounidenses murieron innecesariamente, y es ya un capítulo vergonzoso para Estados Unidos.
Ninguna de los actuales conflictos bélicos, se hubieran producido de haber estado Trump en la Casa Blanca. Ninguno de los que podrían acontecer en el futuro inmediato, llegará a término si Trump gana en noviembre. Lo sabemos porque su agenda de defensa es fuerte e inteligente, y porque él ya fue presidente y nada de eso sucedió bajo su liderazgo.
Una nueva presidencia de Trump pondría el mundo bajo control, más pacífico y próspero. No es extraño que millones de ciudadanos en todo el mundo deseen la victoria de Trump, que reestablecería su política exterior basada en la protección de los intereses estadounidenses con firmeza militar y la negociación cuando sea posible.
La política defensiva de Trump, a diferencia de la de Harris, que no sabe ni lo que hace, daría prioridad a la seguridad energética en Irak y Oriente Medio y crearía aún más oportunidades para las empresas estadounidenses, incluso en el sector del gas natural, en el que Estados Unidos es líder mundial; sentaría las bases para el fin de la guerra en Ucrania, ampliaría los Acuerdos de Abraham para la integración económica regional tras la guerra de Gaza, tanto para israelíes como para palestinos, y tal vez incluso para Irán. El mundo entero se beneficiaría de un nuevo y claro rumbo.
Sólo el liderazgo sólido que ofrece Trump, a diferencia de la débil e ignorante Harris, permitiría crear las condiciones globales para un mundo más pacífico, seguro y próspero. Trump ha recuperado el espíritu de las palabras de Ronald Reagan, al aceptar la nominación a la presidencia en la Convención Nacional Republicana de 1980, cuando dijo aquello de que “la guerra no llega cuando las fuerzas de la libertad son fuertes, sino cuando son débiles”. Con la política de defensa fuerte de Trump, tendremos paz y protegeremos eficazmente los Estados Unidos. Con Harris seremos el hazmerreír del mundo, al igual que con Biden. Por eso es tan importante tener un líder que sabe lo que hace en la Casa Blanca. Trump es ese líder.