Espionaje cubano en Estados Unidos
Las actividades de espionaje de Cuba en Estados Unidos no son nuevas y se remontan a hace décadas. Su impacto ha sido variable a lo largo de la historia, pero nada despreciable y pone de relieve que el régimen castrista ha sido y es un verdadero enemigo, que ha hecho y sigue haciendo daño al país siempre que puede, más allá de la imagen que intenta proyectar en los medios de comunicación como un país víctima sometido a un duro embargo que denuncian como injusto.
Pero injusto es que sus actividades de espionaje, por ejemplo, se centraran en robar secretos federales sobre los planes para la guerra de Irak y pasárselos al régimen de Sadam Hussein. O su infiltración en la DIA (agencia de Inteligencia para la Defensa), el Departamento de Estado y el Pentágono, donde trabajó Ana Belén Montes, una agente cubana que se declaró culpable en 2002 y ahora está cumpliendo una condena de 25 años por espionaje a favor del régimen cubano. O lo intentos de la inteligencia cubana de ofrecer información falsa a Estados Unidos tras los ataques terroristas del 11/S.
Desde hace décadas, el régimen dictatorial castrista, que somete y reprime a los cubanos con puño de hierro, ante la indiferencia internacional, salvo la presión estadounidense, se presenta habitualmente como víctima sometida a un embargo que no merece, pero la realidad son persecuciones políticas internas que no cesan y una abierta hostilidad contra Estados Unidos mediante sus actividades de espionaje, que buscan perjudicar los intereses norteamericanos y una subversión interna que algunos sectores incluso jalean.
Así, durante los últimos años ha habido numerosos ejemplos de espionaje de Cuba contra Estados Unidos en los que se encontró claros culpables, por ejemplo a la misma Ana Belén Montes, a George y Marisol Gari, de la Red Avispa, de espionaje, radicada y desarticulada en Miami en septiembre de 1998, y Mariano Faget, un funcionario del Servicio de Inmigración y Naturalización. O el caso del profesor de la Universidad Internacional de Florida (FIU) y su esposa, Carlos y Elsa Álvarez, que se declararon culpables en 2006 de espiar para el gobierno de Cuba durante décadas.
No son los únicos casos y sabemos que el espionaje cubano en Estados Unidos continúa activo. De ahí que frecuentemente se expulsen del país a sus diplomáticos (una de sus habituales tapaderas). La buena noticia (mala para ellos) es que el contraespionaje estadounidense funciona mejor que nunca y conoce la realidad de la isla, por lo que las medidas políticas y de control en torno al régimen cubano están mejor fundadas y tienen más alcance.
Hoy por hoy sabemos que las universidades estadounidenses, así como los medios de comunicación y la clase dirigente del país, continúan siendo un objetivo de la inteligencia cubana, aunque no los únicos ni los más importantes.
Quizá el mundo mire hacia otro lado y ría las gracias de los dictadores del régimen cubano, pero Estados Unidos conoce bien sus intenciones y quién es el verdadero enemigo. No es el pueblo cubano, son sus dirigentes empeñados en mantener un control absoluto sobre la isla y sus gentes que terminará por explotarles en la cara y barrerles de escena, a ellos y esa revolución que ha llenado de miseria un gran país.