En política siempre ha existido el juego sucio y los golpes bajos. No es ninguna novedad. Sí lo es el nivel de degradación que se ha producido en la crítica a la gestión del Presidente de Estados Unidos y a la institución presidencial como tal, un fenómeno de empobrecimiento que entra directamente en el insulto y la descalificación. Todos los presidentes han debido soportar históricamente este tipo de críticas, pero se agudizaron notablemente hacia el Presidente George W. Bush, al que lo llamaron y calificaron de todo, menos guapo. Los seguidores de los Demócratas y cierta prensa fueron los responsables de aquello. Un fenómeno en el que participó incluso parte de la opinión pública, aprovechando las nuevas tecnologías, como Internet, llevando el insulto, la parodia, y la mofa a límites nunca vistos.

Ahora le toca al Presidente Obama, a quien han tachado de todo lo posible y mucho más, caricaturizado, ridiculizado, e insultado hasta el extremo. Lo mismo que hicieron con Bush. Pero esta vez el relevo lo han tomado algunos seguidores del Partido Republicano y otro sector de la prensa y medios de comunicación. Y una vez más Internet sirve para extender el ajuste de cuentas y la ignorancia entre la opinión pública.
Personalmente, siempre estuve en contra de este tipo de actuaciones en general y del linchamiento al Presidente Bush, que lo sufrió aún en mayor medida que Obama. Pero, por descontado, que tampoco estoy de acuerdo con el insulto sistemático y el desprecio hacia Obama como Presidente y ciudadano que merece nuestro respeto.
Creo que la crítica, incluso la más feroz y cargada de razón, se puede y se debe hacer desde el respeto absoluto, sin caer en bajezas, e incluso desde una perspectiva positiva y constructiva. Lo contrario provoca un nivel de debate público muy pobre y degradado. Quizá sea lo que la gente merece por su estupidez, radicalismo, e ignorancia (antes con Bush y ahora con Obama), pero no es lo deseable ni lo bueno para el país.

Por esta razón, quiero destacar el ejemplo que dio recientemente el ex presidente George H.W. Bush (padre), que salió hace poco junto al presidente Obama a un escenario en el College Station de la Universidad de Texas para pedir más voluntarios que presten servicios sociales al país.
Bush (padre) fundó durante su mandato el programa de voluntariado social “Thousand Points of Light” -Miles de Puntos de Luz-, del que se celebra el 20 aniversario. Obama, por su parte, se ha destacado por sus continuos llamamientos a los estadounidenses para un mayor compromiso social y voluntariado activo.
En estos tiempos que corren de descalificaciones permanentes, a veces exageradas, a veces con razón, a veces falsas, es un soplo de aire fresco, independencia de opinión, y sentido común escuchar palabras como las pronunciadas por Bush (padre):
“En este momento me quito el sombrero ante el liderazgo del presidente”, y recordó su primer encuentro con el entonces senador Obama cuando viajó a Houston para ayudar a los refugiados tras el paso del huracán Katrina. “Llegó sin bombo alguno y pude ver rápidamente que era alguien que realmente se preocupaba por ayudar a otros”.
Por su parte, Obama alabó objetivamente la “visión” de Bush, que cambió la vida de muchos estadounidenses. Y destacó que “en tiempos de necesidad, los líderes estadounidenses estuvieron por encima de las cuestiones políticas”, por ejemplo cuando Bush y el ex presidente demócrata Bill Clinton recaudaron dinero juntos tras el devastador tsunami de 2004 en Asia y el paso del huracán Katrina en 2005.

Según expresó perfecta y adecuadamente el presidente Obama, “la convicción que unió entonces a dos enfrentados adversarios fue la creencia de que hay cosas más allá de la política, de que no hay lugar para el partidismo cuando una ciudad estadounidense está bajo el agua y que la R o la D (de Republicano o Demócrata) junto a tu nombre es irrelevante cuando naciones en crisis necesitan la ayuda del mundo”.
“The New York Times”, que tantas veces en los últimos años ha criticado a los Republicanos, manifestó respecto a este encuentro:
“Dos presidentes separados por edad, filosofía y fronteras partidarias que parecían viejos amigos”.
También es destacable el respeto escrupuloso que George W. Bush (hijo) está teniendo respecto a Obama, al mantenerse al margen de críticas negativas, golpes bajos, y ataques verbales envenenados, mientras el presidente hace su trabajo.
Se puede defender una postura política y una gestión presidencial sin necesidad de caer en el insulto y comentarios de mal gusto. También se puede criticar sin entrar en el ataque personal o las malas maneras. Y esto es una lección universal que vale tanto para Demócratas como Republicanos o Independientes. Las buenas maneras en política deben ser una prioridad. También para la opinión pública.