Es una realidad histórica verificable que después de un gran conflicto bélico en la historia de Estados Unidos acontece un período de realineamiento y redefinición con ramificaciones y consecuencias de amplio alcance para todo nuestro sistema de defensa. En este momento, después de más de una década de guerra global contra el terrorismo y campañas militares muy intensas en Afganistán e Irak, las Fuerzas Armadas de Estados Unidos no sólo afrontan la adopción de nuevas estrategias, tácticas y armamentos, sino también la necesidad de extender un plan de austeridad efectivo e inteligente en un país donde el déficit fiscal supera el billón de dólares anuales y los gastos deben ser más estratégicos que nunca, con un valor de retorno probado. En esta tarea, en este plan y en esta nueva etapa que tenemos abierta, los excombatientes desempeñan un papel importante porque su punto de vista, su perspectiva y experiencia son muy valorados por el Pentágono y el Gobierno de la nación.

La contribución de los excombatientes fue solicitada activamente por el secretario de Defensa, Chuck Hagel durante la última Veterans of Foreign Wars National Convention (Convención Nacional de Veteranos de Guerras Extranjeras), celebrada en Louisville (Kentucky), donde se recordó y se hizo hincapié en que los aproximadamente veintidós millones de excombatientes que tenemos en Estados Unidos tienen un papel importante que desempeñar en el debate sobre las prioridades futuras de la seguridad nacional. Desde la experiencia de haber combatido y arriesgado sus vidas por este país, pueden aportar conocimientos e ideas de gran valor para que otros combatientes en activo podamos tener la expectativa de mejores equipos, capacitación y el apoyo que necesitamos para alcanzar el éxito en las operaciones en curso. Su visión nos es esencial para continuar combatiendo en mejores condiciones. Como se recordó en la Convención, muchos de los excombatientes, en particular los que participaron en la guerra de Corea (1950-1953), conocen por experiencia directa el coste humano del envío a la guerra de una fuerza sin equipos y sin respaldo. Nadie como los veteranos para contribuir activamente en estos tiempos de reformas y para desarrollar éstas con sentido común.

Necesitamos adoptar decisiones duras y establecer prioridades con disciplina, en esta tarea no podemos relegar a los excombatientes, que tanto dieron por este país y que tanto pueden ayudar a salvar vidas y asegurar victorias. Algunos de los ejes de las reformas van a ser la priorización de las misiones y las capacidades militares alrededor de la responsabilidad central de defender la nación; maximizar el poder de combate militar; preservar y mejorar la preparación y respuesta militar; y rendir honores adecuadamente a los militares que sirven y se sacrifican en aras de las operaciones militares.
Necesitamos más que nunca de los veteranos para afrontar estos y otros cambios, y para aprovechar al máximo su experiencia de combate. Este es, sin duda, uno de los mejores homenajes que podemos brindar a nuestros excombatientes.