El plan de Trump para lograr la independencia energética de Estados Unidos otra vez
Uno de los grandes logros de Donald Trump durante su presidencia, fue la independencia energética de los Estados Unidos. Las políticas de la Administración Biden en estos últimos dos años y medio han representado una auténtica guerra contra la energía y se han convertido en el factor clave de la inflación más elevada en 58 años.
Entre las nuevas propuestas electorales de Trump para un segundo mandato presidencial, destaca la eliminación de todas las regulaciones demócratas que obstaculizan ahora la producción de energía nacional y la reducción de los costes de energía para las familias de clase media con el fin de volver a conseguir la tan necesaria independencia energética.
El plan de Trump nos ayudará a restaurar la esperanza y la aspiración de trabajos dignos para los jóvenes estadounidenses, en lugar de aterrorizarlos irracionalmente como hacen los demócratas con sus catastróficas predicciones del apocalipsis climático. La visión de Trump basada en la producción nacional de energía volverá a convertir este sector en la columna vertebral de la nación para que vuelva a ser próspera, productiva, independiente y libre.
Las malas decisiones de Biden nos han traído hasta la actual crisis. Recordemos: canceló el oleoducto Keystone XL; volvió a entrar en el pésimo Acuerdo Climático de París, que es injusto para Estados Unidos y bueno para otros países; puso enormes obstáculos a la nueva producción de petróleo, gas y carbón. En suma, una cruzada energética antiestadounidense que ha derivado en un aumento masivo de impuestos en todo; mayores costes de energía que elevan el precio de los alimentos, las materias primas, el envío, el transporte, la construcción, la fabricación y absolutamente todo lo demás.
El panorama nos deja con un país como China, que es el que más se beneficia ahora de la agenda de izquierda radical Green New Deal de la Administración Biden. Así, los altos precios de la energía en Estados Unidos son un verdadero regalo para China. La energía es un factor importante para impulsar nuestra industria pesada. Si deseamos ser una nación manufacturera avanzada, debemos poder producir energía a bajo coste, como hacíamos bajo la Administración Trump. Nunca seremos una nación próspera y fuerte si no lo logramos.
Biden está destruyendo la industria de los Estados Unidos al aumentar el coste de la energía. Trump volverá a imponer una política energética sensata pro-estadounidense. Para ello, dispondrá de un equipo legal que se encargará de eliminar cualquier regulación federal que obstaculice la producción nacional, volveremos a salir del Acuerdo Climático de París, y se emitirán aprobaciones para todos los proyectos de infraestructura energética enfocados a reducir los precios rápidamente.
Esto permitirá crear miles de empleos en la construcción de las plantas de energía, oleoductos, redes, puertos, refinerías y terminales de envío. Volveremos a tener energía barata y crecimiento económico sólido, como hace apenas dos años y medio.
Este plan energético nos permitirá recuperar la energía estadounidense. No olvidemos que Trump logró la independencia energética para Estados Unidos por primera vez en casi 70 años, reduciendo los costes para los consumidores y creando miles de empleos estadounidenses. Por el contrario, Biden ha destrozado la independencia energética de Estados Unidos a través de políticas de izquierda radicales, una regulación excesiva y una narrativa falsa contra los combustibles fósiles. Algo fácilmente verificable: en 2020, el Departamento de Energía proyectó que los consumidores estadounidenses no verían precios de gasolina superiores a cinco dólares el galón hasta el año 2040. Obviamente, aquel informe no tuvo en cuenta a Joe Biden y sus políticas nefastas para eliminar la energía en sus proyecciones. En realidad, los precios de la gasolina se duplicaron y los precios del diesel aumentaron un 75 % en sus dos primeros años en la Casa Blanca. Bajo el régimen de Biden, los estadounidenses sufrieron el precio promedio de gasolina más alto jamás registrado en la historia de Estados Unidos; el coste promedio del combustible para calefacción residencial llegó a 4.56 dólares por galón, un aumento del 95 %; los precios del gas natural han subido un 28% y los precios de la electricidad han subido un 10% desde el invierno pasado; con la ya citada eliminación del oleoducto Keystone XL, paralizó el sector energético estadounidense y destruyó decenas de miles de empleos. No mucho después, Biden se vio obligado a ponerse de rodillas y rogar a la OPEP que aumentara la producción de petróleo para combatir los elevados costes históricos.
En cambio, la Administración Trump llevó a los Estados Unidos a convertirse en el productor número uno de petróleo en el mundo y mantuvo también la posición como el productor número uno de gas natural. 2019 marcó la primera vez en 67 años que las exportaciones anuales brutas de energía estadounidenses superaron las importaciones brutas de energía. Con Trump en la Casa Blanca, Estados Unidos suministró el 16% del petróleo del mundo y el 21% del gas natural de todo el mundo, más que cualquier otro país; los estadounidenses disfrutaron de precios de gasolina tan bajos como 1.77 dólares por galón. La Administración Trump recortó las regulaciones que redujeron los costes de energía y desbloquearon nuevas inversiones para los productores y consumidores de energía estadounidenses. Como resultado de esa política inteligente, la familia estadounidense promedio ahorró 2.500 dólares al año en facturas de electricidad más bajas. El entonces presidente Trump aprobó los oleoductos Keystone XL y Dakota Access, abriendo terrenos federales y áreas en alta mar responsables de la producción de petróleo y gas, y puso fin al injusto y costoso Acuerdo Climático de París. Para redondear un éxito sin precedentes, en 2019, Estados Unidos logró la mayor disminución en las emisiones de carbono de cualquier país del mundo. Desde que se retiró del Acuerdo Climático de París, Estados Unidos ha reducido las emisiones de carbono más que cualquier otra nación.
Las políticas energéticas America First de Trump no sólo ahorraron dinero a los estadounidenses, sino que también fortalecieron nuestra seguridad nacional e hicieron del mundo un lugar más seguro, como vimos en su día y estamos comprobando ahora. A medida que la energía estadounidense se volvía independiente, la OPEP y Rusia redujeron su propia producción de energía en casi 10 millones de barriles por día, estabilizando los mercados mundiales de petróleo.
Los éxitos en producción de energía de la Administración Trump son incuestionables y permitieron que países de todo el mundo compraran a los Estados Unidos de forma barata en lugar de a naciones hostiles que manipulan los precios de la energía como un medio de obediencia política (Rusia, China, etc). El nuevo plan de Trump para lograr el dominio energético estadounidense y recuperar el liderazgo, desatará de nuevo la producción nacional de recursos energéticos, reducirá el precio de la gasolina, el diesel y el gas natural, promoverá la seguridad energética y su acceso fácil y económico para nuestros aliados de todo el mundo, eliminará el Green New Deal socialista y garantizará que Estados Unidos nunca más esté a merced de un proveedor extranjero de energía. Trump protegerá el sector energético estadounidense de China y prohibirá que las empresas chinas sean propietarias de cualquier infraestructura vital, incluida la transmisión de energía, tecnología, comunicaciones, tierras de cultivo, suministros médicos, minerales y otros activos nacionales estratégicos, obligándolos incluso a vender cualquier posesión actual que ponga en peligro la seguridad nacional de Estados Unidos.
La agenda America First de Donald Trump es, sin duda, el camino correcto para recuperar la independencia energética de los Estados Unidos, estabilizar los mercados mundiales y evitar que las clases medias se sigan empobreciendo debido a las actuales políticas de izquierda que se están aplicando.