Charlton Heston: Un héroe americano
Ha muerto el hombre, el actor, sus 84 años se han extinguido definitivamente, pero el héroe que siempre ha sido Charlton Heston queda para siempre entre nosotros. Héroe americano clásico de los pies a la cabeza, nos deja un puñado espléndido de buenas películas, algunas de ellas tan imperecederas como El Planeta de los Simios, Ben-Hur, Los Diez Mandamientos, Sed de Mal, Horizontes de Grandeza, Pony Express, Cuando ruge la marabunta, El mayor espectáculo del mundo, Misterio en el barco perdido, El Cid, El tormento y el éxtasis, La historia más grande jamás contada, El poder del triunfo, El señor de la guerra, Mayor Dundee, Will Penny, 55 días en Pekín, El último hombre vivo, Cuando el destino nos alcance, Terremoto, La batalla de Midway, etc.
Su perfil físico y humano dio la talla para recrear personajes fundamentales en la historia occidental y de tradición judeo-cristiana: Judah Ben-Hur, El Cid, Moisés, el presidente Andrew Jackson, Juan el Baustista, el cardenal Richelieu, Marco Antonio, Buffalo Bill, el General Gordon, Santo Tomás Moro, Miguel Ángel, Marco Antonio…Así como personajes épicos que han quedado en nuestra retinas para siempre: el coronel Taylor de El planeta de los simios o el vaquero analfabeto y de buen corazón de Will Penny.
Charlton Heston ha sido el actor épico por excelencia, dotado de indudables cualidades artísticas y de una no menos importante virtud: un patriotismo sincero y apasionado. Por eso su marcha deja un hueco más grande en los asientos del gran Teatro de la Vida, donde se forjó la leyenda de su enorme valía como actor, intérprete de algunos de los grandes clásicos del cine del Hollywood dorado, como Ben-Hur y El Planeta de los simios, con escenas ya inmortales que nos traerán al gran Charlton Heston siempre que las veamos. Escenas como el coronel Taylor postrado a los pies de los restos de la Estatura de la Libertad o Judah Ben-Hur ofreciendo agua a Jesús de Nazareth en el camino del Calvario.
Interpretaciones memorables, imposibles de resumir en unas líneas, con toda la fuerza de un físico imponente y el talento interpretativo capaz de llevarnos desde Moisés hasta el Mayor Dundee con una eficacia de registros que bebe de fuentes shakesperianas y teatrales donde Charlton trabajó su talento con ahínco disciplinado. Tocó todos los géneros cinematográficos: el drama, el bíblico, el Western, la ciencia-ficción, el melodrama, las aventuras, bélicas, sin olvidar el teatro y la televisión. Sus últimas apariciones fueron legendarias, como esos breves e intensos minutos en “Mentiras arriesgadas”, con Arnold Schawarzenegger, y antes en esas pinceladas de talento en la serie Chiefs (Jefes).
Pero Charlton Heston, un patriota americano y un héroe por su comportamiento ejemplar, también tuvo una intensa vida política, cultural y social. Un hombre comprometido con los derechos civiles y los valores conservadores, por lo que fue injustamente tachado de fascista y denigrado en numerosas ocasiones, sobre todo en los últimos años, cuando la ignorancia manifiesta de ciertos sectores de la prensa y la opinión pública, sin memoria, sin respeto ni cultura, se han abalanzado sobre el gran Charlton como jaurías en pos de una víctima. Un proceso que tuvo su culminación en el documental de Michael Moore, Bowling for Columbine, donde fue manipulado vilmente ya en el ocaso de su vida, anciano y enfermo. Interesante hubiera sido ver a Heston en plenas facultades frente al patético Moore. Y esos ataques injustificados y sectarios a su libertad de expresión y a su, por lo demás, sobrada y reconocida calidad interpretativa, le han hecho más grande aún, más ejemplo de americano auténtico y de patriota genuino, sin ambages ni dobles rostros, sincero y abierto como lo son los buenos americanos.
Merece la pena recordar brevemente su faceta como defensor de los derechos civiles, participante en numerosos actos públicos y uno de los pocos actores que caminó junto a Martin Luther King en la marcha a Washington, o esas dos joyas literarias que son sus ensayos sobre el pensamiento conservador: «To be man: Letters to my grandson» y «The courage to be free». De obligada lectura y lecciones eternas. O sus dos libros de memorias, que nos permiten conocer en profundidad al actor y al ser humano. También se prodigó como confereciante, destacando su conferencia «Winning the cultural war in América”, que pronunció en febrero de 1999 en la Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard, en las que a menudo defendía la idea de no seguir la corrección política, que coarta nuestra libertad de expresión, la responsabilidad personal en la toma de decisiones y en la vida, y el valor eterno de la figura del héroe, entre otros valores inmutables.
Cabe destacar su independencia ideológica a lo largo de su trayectoria, de manera que apoyó y votó tanto a políticos Demócratas como Republicanos, en perfecta coherencia con su propio ideario y valores, al que se mantuvo fiel en el transcurso de los tiempos. Un hombre valiente, capaz de defender públicamente sus ideas y hacerlo con una altura cultural y moral que ya quisieran para sí muchos de los que le han atacado o menospreciado.
Como parte de sus compromisos activos con la sociedad, en la mejor tradición americana, destacan su servicio en las Fuerzas Armadas durante la II Guerra Mundial, sus períodos como director del Sindicato de Actores (1966-1971), su trabajo de asesor cultural para Ronald Reagan (1981-1988), y como presidente de la Asociación Nacional del Rifle, desde cuyo púlpito pronunció en el año 2000 aquellas palabras que se han hecho célebres: “Sólo me le quitaréis de mis manos frías y muertas” (refiriéndose a su rifle). En esta época de imágenes poderosas, Charlton Heston se alzó como un nuevo icono de la defensa de la Segunda Enmienda Constitucional (la que defiende el derecho de los norteamericanos a llevar armas). Lo hizo como un gesto valiente y de enorme expresividad. Pocas veces alguien ha demostrado tal capacidad de defender contundentemente un derecho con un gesto y una frase.
Manipulado hasta la saciedad, ese momento recoge lo que en esencia representa el último reducto de la máxima libertad, el derecho de los ciudadanos libres a defenderse. Hoy, en el siglo XXI, esa proclama sigue siendo tan revolucionaria y audaz como lo fue hace más de doscientos años, cuando fue plasmada en la Constitución de los EE.UU.
Charlton Heston se ha ido, nos deja su enorme legado cinematográfico e ideológico, su ejemplo de patriota americano por encima de todo, de hombre independiente, cabal, justo, con un talento que lo sitúa claramente entre los mejores de la Historia del cine, y un héroe que seguirá dándonos lecciones de fe en América, coraje, libertad de expresión, valores positivos, responsabilidad individual y patriotismo.
Un 23 de julio de 2003, el presidente George W. Bush concedía en una emotiva ceremonia, la Medalla de la Libertad a Charlton Heston, que es la condecoración civil más elevada, merecida sobradamente. Un año antes, en 2002, el actor había declarado públicamente, con esa sinceridad que siempre le caracterizó, que padecía la enfermedad de Alzheimer. La misma que se llevó a su gran amigo Ronald Reagan, a cuyo funeral asistió el 11 de junio de 2004, con síntomas ya evidentes de la enfermedad.
Quienes quieran conocer más y mejor al actor, deberían leer los extraordinarios libros y artículos que le ha dedicado Fernando Alonso Barahona, probablemente el más grande experto en España sobre Heston, y de quien destacan sus biografías: “Charlton Heston» (CILEH, 1992) y «Charlton Heston, la épica de un héroe» (Eiunsa, 1999).
Siempre recordaremos a la leyenda en que se convirtió Charlton Heston y su impecable trayectoria personal y profesional. Un hombre auténtico. Un héroe. Un patriota americano de verdad.