Los toros desde USA
Las corridas de toros en España se perciben desde EE.UU como una de las señas de identidad más auténticas de la cultura española, definitoria del espíritu que caracteriza a los españoles. Los toros reúnen en torno a ellos todo lo que en EE.UU se identifica como español: la fiesta, el valor, el coraje, la furia y el talento.
En ocasiones los tópicos no se ajustan a la realidad, pero no es el caso. Los toros se han convertido en el símbolo popular por antonomasia de los españoles. Lo hemos visto recientemente en la Eurocopa de fútbol, donde los aficionados han fusionado una vez más banderas españolas y la figura del toro como una expresión de reivindicación patriota.
Los norteamericanos ven la Fiesta nacional como un importante referente de la cultura española, hasta el punto de que al hablar de España no citan el Museo del Prado o la Moncloa en primer lugar. Es ya típico el comentario de: “España…Toroooooos…”. Porque son las corridas de toros lo que identifican como más genuinamente español.
Los mismos españoles se encargan de difundir este concepto allí donde van, con sus demostraciones taurinas, la exposición de la figura del toro, y toda la parafernalia que lo rodea.
Las corridas de toros se han convertido así en uno de los reductos inexpugnables de las esencias españolas, de su cultura más ancestral.
EE.UU ve a los toros como el símbolo del valor de los españoles y como muestra de una expresividad artística con el capote que se refleja a vida o muerte en la arena de la plaza de toros. Es una de las últimas demostraciones de auténtico coraje entre un hombre y un animal, la cúspide de una coreografía tan hermosa como peligrosa.
Los códigos del mundo del toro rebosan masculinidad y virilidad, algo que en EE.UU se valora muchísimo, al contrario que en una Europa cada vez más acomplejada, perdida, timorata, idiotizada, y feminizada hasta el ridículo. Los roles que identifican a quienes participan de la Fiesta, desde el banderillero, pasando por los mozos de cuadrilla, hasta el Matador, componen una perfecta sociedad tradicional e intemporal que trasciende al mundo de los toros, convirtiéndose en un patrimonio cultural de todos los españoles. De forma que los gestos, el vocabulario y los símbolos se integran en la vida diaria de los españoles.
Los norteamericanos contemplan la fiesta de los toros desde esa perspectiva que ofrece la distancia, valorando la belleza, el riesgo y la emoción.
A pesar de esta visión de los toros en España, también podemos encontrar voces contrarias a la Fiesta, que la califican como una tortura innecesaria de los animales en la plaza. No es extraño encontrar opiniones que alaban las corridas de toros, pero que encuentran ofensivo el maltrato de los mismos y su muerte final.
Quienes mejor conocen la Fiesta comprenden que vida y muerte están en la base que la convierten en algo más, en ese símbolo cultural preciado, rodeado de significados profundos, de ceremonias ancestrales, y que conecta al pueblo con sus viejas raíces populares.
Los toros vienen a representar algo muy español, y eso es lo que EE.UU ve y siente cuando se despliega la Fiesta. La aparición de fenómenos como José Tomás, que convierten el toreo en arte puro, lo eleva a cotas de admiración muy elevadas, no sólo en España sino también en EE.UU, donde, a diferencia de algunos sitios que pierden su alma y raíces en un proceso falso de modernización, se sigue celebrando el valor de un hombre enfrentándose en solitario a la muerte y a un toro bravo. Con dos cojones y el talento que Dios le ha dado.
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