La protección y conservación de la fauna y la naturaleza en general, tienen una larga tradición e historia en Estados Unidos, que desde siempre ha estado en cabeza de los esfuerzos internacionales para proteger los ecosistemas y animales amenazados.
Así, la Ley sobre Especies en Peligro de Extinción (ESA) es la garantía y base jurídica de las actividades de conservación y protección. Se trata de una de las leyes más completas sobre conservación de la vida silvestre en todo el mundo. Entre sus valiosas aportaciones, la Ley reconoce el rico patrimonio natural de Estados Unidos con un “valor estético, ecológico, educativo, recreativo y científico para nuestro país y su gente«.

De acuerdo a estudios realizados por el U.S. Fish & Wildlife Service (Servicio de Pesca y Vida Salvaje del Departamento de Interior de Estados Unidos), que es la agencia federal encargada de hacer cumplir esta ley, junto con el Servicio Nacional de Pesca Marina, del Departamento de Comercio, las actividades humanas han acelerado la tasa de extinción natural de la Tierra unas 1.000 veces más rápido de lo que sería normal si no hubiera interferencia humana y el 60% de los servicios elementales de los ecosistemas se están degradando. Señalar que el FWS tiene competencias sobre las especies terrestres y de agua dulce, mientras que el Servicio Nacional de Pesca Marina es competente sobre especies marinas.

Gracias a la Ley ESA se ha logrado prevenir de la extinción a especies gravemente amenazadas, como el halcón peregrino, el ganso canadiense, el pelícano pardo, el águila calva, el lobo gris, el oso pardo de las Montañas Rocosas, la codorniz cotuí, y el borrego cimarrón peninsular, entre otras.

Además, ha beneficiado y está beneficiando a los seres humanos de forma importante. La protección de ecosistemas valiosos y su mantenimiento saludable, genera beneficios económicos ligados a un turismo de calidad no invasivo. Estos ecosistemas protegidos, que se caracterizan por mantener aire limpio, agua pura, y mínima erosión de la tierra, aportan salud y mejoras a la calidad de vida de las personas, cuyo coste podemos cifrar en miles de millones de dólares. Aunque realmente es incalculable el precio por una naturaleza sana y sus beneficios sobre la salud de las personas.

Hay que apuntar que buena parte de los progresos obtenidos en la recuperación de especies y ecosistemas, amparos por la Ley ESA, han sido posibles gracias al apoyo y la participación entusista del público mediante iniciativas individuales.

En estos tiempos en los que la manipulación es tan frecuente y en los que se tiende a acusar a Estados Unidos de todo, conviene hacer memoria y recuperar la historia y la realidad.