Desastres naturales, riesgos económicos
Algunos de los más grandes avances en materia de inteligencia estratégica tienen lugar tras largos años de lucha y de forma muy discreta. Ha vuelto a suceder en las últimas semanas con la aprobación de un parámetro de análisis que algunos analistas venimos defendiendo desde hace años. Me refiero concretamente a los riesgos que implican los desastres naturales provocados por fenómenos climáticos muy extremos que derivan en desastres naturales.
Desde algunos sectores de la inteligencia estadounidense y otros hemos defendido incluir estos riesgos como elementos de valoración a la hora de evaluar riesgos estratégicos en materia militar, social, financiera y económica. A partir de ahora la incorporación de estos riesgos se extenderá a otras agencias federales que hasta ahora no los tenían en cuenta. Por ejemplo, la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno de Estados Unidos (GAO), que en uno de sus últimos informes ha apuntado también los riesgos para las finanzas del país que pueden provocar los desastres naturales a causa de tormentas, huracanes, terremotos, grandes nevadas, inundaciones, etc.
A medida que estos desastres naturales aumentarán y se harán más frecuentes y normales, tal y como anticipamos algunos, los impactos y los costes de éstos se van a incrementar notablemente. Es interesante recordar que ya en el año 2011 estos desastres naturales tuvieron un coste de 80.000 millones de euros en Estados Unidos, según especifica la GAO. En 2012 esta cifra casi fue igualada sólo por un desastre natural, la supertormenta Sandy, que afectó al noreste del país. Según concluye la GAO, son necesarias más medidas y una completa estrategia de adaptación ante estos desastres naturales, dado que el tema se ha politizado de forma perversa y ello conlleva que la legislación vaya más lenta y las medidas de prevención también.
Desde una óptica de inteligencia independiente, se hace necesario que extendamos por completo la evaluación de los riesgos de los desastres naturales y sus implicaciones financieras y económicas, porque el impacto en la seguridad nacional es de una dimensión equiparable a cualquier amenaza externa. Tener en cuenta estos riesgos y adoptar medidas preventivas y de respuesta ante los desastres es una necesidad perentoria e inaplazable. Es una prioridad que los políticos y gestores competentes deben afrontar ya.