Trump apoya la cultura pro-vida
Los hechos hablan por sí mismos. Donald Trump ha sido el presidente que más ha apoyado la cultura pro-vida y en contra del aborto. De ahí que sea coherente al apuntar a la defensa de la vida del no nacido como uno de los requisitos más importantes de los candidatos que apoya en las elecciones al Congreso de 2022.
Para completar una presidencia impecable en este aspecto, Trump proclamó el 22 de enero de 2021 el Día de la Santidad de la Vida Humana; fue uno de sus últimos actos en el cargo y todo un símbolo. Algo que ya por sí solo indica su compromiso con la cultura de la vida. De esta manera se hacía eco de las acciones de numerosos presidentes pro-vida antes que él. La fecha fue elegida específicamente, en recuerdo de la decisión Roe v.Wade del 22 de enero de 1973, que abrió desgraciadamente las puertas al aborto en este país. En aquella proclamación, Trump pidió al Congreso que protegiera la vida humana con estas palabras: “Toda vida humana es un regalo para el mundo. Ya sea nacido o no nacido, joven o viejo, sano o enfermo, cada persona está hecha a la santa imagen de Dios. El Creador Todopoderoso brinda talentos únicos, hermosos sueños y un gran propósito a cada persona (…) madres, estudiantes valientes e increíbles miembros de la comunidad y personas de fe están liderando un poderoso movimiento para despertar la conciencia de Estados Unidos y restaurar la creencia de que cada vida es digna de respeto, protección y cuidado. Debido a la devoción de innumerables pioneros pro-vida, el llamamiento para que cada persona reconozca la santidad de la vida está resonando más fuerte que nunca en Estados Unidos».
De esta manera, Trump siguió el camino abierto por Ronald Reagan, que fue el primero en promulgar un Día Nacional de la Santidad de la Vida Humana con una proclamación en 1984. Después de instituir inicialmente el 22 de enero de 1984, Reagan decretó que se celebraría cada año el domingo más cercano al aniversario de Roe v. Wade. Al señalar que se habían realizado más de 15 millones de abortos en sólo 11 años, Reagan lamentó la insensata pérdida de vidas humanas. Trump ha recogido aquel legado y lo ha actualizado y renovado para apoyar más que nunca el derecho a la vida de los no nacidos, que son los más inocentes.
En aquella proclamación histórica, Reagan escribió: “…Disminuir el valor de una categoría de la vida humana es disminuirnos a todos. La esclavitud, que trataba a los negros como algo menos que humano, para ser comprada y vendida si era conveniente, abarataba la vida humana y se burlaba de nuestra dedicación a la libertad y la igualdad de todos los hombres y mujeres. ¿Podemos decir que el aborto, que trata al nonato como algo menos que humano, para ser destruido si es conveniente, será menos corrosivo para los valores que apreciamos?”. Fue una reflexión oportuna y acertada.
El presidente George H.W. Bush continuó las proclamaciones del Día de la Santidad de la Vida Humana, y Bill Clinton suspendió la práctica, que fue retomada de nuevo por el presidente George W. Bush, quien declaró: “El deber más básico del gobierno es proteger la vida de los inocentes. Mi Administración se ha comprometido a construir una cultura de vida promoviendo enérgicamente las leyes de adopción y notificación a los padres, oponiéndose al financiamiento federal para abortos en el extranjero, alentando la abstinencia de adolescentes y financiando programas de crisis de embarazo. La santidad de la vida está escrita en el corazón de todos los hombres y mujeres.
En este día y durante todo el año, aspiramos a construir una sociedad en la que todos los niños sean bienvenidos en la vida y protegidos por la ley. También alentamos a más de nuestros conciudadanos a unirse a nuestra justa y noble causa. La historia nos dice que con una causa arraigada en nuestros principios más profundos y apelando a los mejores instintos de nuestros ciudadanos, prevaleceremos”.
Trump no sólo renovó este compromiso con la vida de los nonatos, sino que se ha erigido como uno de los presidentes que más éxito ha tenido en las políticas pro-vida y en el primer presidente de la historia en asistir a la Marcha por la Vida que se celebra cada año en Washington D.C.
Durante su estancia en la Casa Blanca, Trump hizo un trabajo extraordinario atacando a la industria del aborto y sus esfuerzos con fines de lucro para ganar dinero con la muerte. Designó jueces que han recuperado un enfoque constitucional, es decir, la intención original de la Constitución; defendió de forma enérgica la libertad religiosa y los derechos de conciencia; y bloqueó el financiamiento de Planned Parenthood, una auténtica máquina de matar bebés. Fueron movimientos decisivos para reducir y acabar con el aborto en este país.
Trump ha puesto en evidencia durante este tiempo que la industria del aborto actúa en connivencia con las grandes empresas tecnológicas, redes sociales y algunos medios de comunicación para censurar las voces y opiniones pro-vida. Las donaciones millonarias a Planned Parenthood, que es la cadena más grande de abortos, constatan este nexo para financiar la agenda de la izquierda radical y una cultura de la muerte mediante el aborto.
Bajo la Administración Biden, los derechos de los no nacidos vuelven a estar en peligro. Biden no sólo apoya el aborto, sino que ha incluido en su gobierno al vicepresidente Kamala Harris y el secretario de Salud y Servicios Humanos Xavier Becerra, que han recibido financiación de Planned Parenthood. Biden ha llenado su Administración con personas que tienen un historial probado de perseguir a sus oponentes políticos y de hacer favores. Xavier Becerra lo hizo para Planned Parenthood, al igual que Kamala Harris para la industria del aborto. Xavier Becerra también fue el que demandó a las Hermanitas de los Pobres para intentar obligarlas a proporcionar anticonceptivos. Xavier Becerra y Kamala Harris también participaron en el intento de que los centros de embarazo en California publicaran avisos de aborto en sus muros.
La corrupción de estas personas, y de otras presentes en la Administración Biden, es profunda y no podemos obviar que están haciendo todo lo posible para silenciar a los que no están de acuerdo con su agenda abortista y para perseguir a los miembros más activos del movimiento pro-vida. Frente a ellos, se alza de nuevo Donald Trump y los verdaderos conservadores que luchan por aquellos que no tienen voz (los bebés nonatos). Nadie como Trump, salvo Reagan, ha defendido la cultura de la vida y apoyado a los estadounidenses pro-vida, que tanto han contribuido al Partido Republicano con sus votos, contribuciones de campaña, innumerables horas de voluntariado, movilización y organización de base, y defensa de una narrativa diaria durante más de 50 años. En Estados Unidos, la opinión pública es en gran medida pro-vida, pero el aborto sigue siendo legal y se está volviendo cada vez más monstruoso en su alcance y aplicación, matando a bebés en gestaciones muy tardías.
Hasta ahora, el conservadurismo estaba atrapado en un ecosistema de élite que es rabiosamente pro-aborto, y esto ha embotado su sentido no sólo de lo que es posible sino de lo que es correcto. Sus amigos, vecinos y colegas en todos los códigos postales más ricos ven el acceso al aborto como el summum bonum de la libertad y la vida (económica). Las prestigiosas universidades a las que asistieron enseñan la autonomía corporal como una doctrina sagrada. Y sus compañeros asistentes a los elegantes cócteles de Washington D.C. están seguros de que el aborto a petición y sin disculpas es la posición moral e ilustrada.
Este entorno ha neutralizado su capacidad para comprender que el estadounidense medio retrocede con disgusto ante el horrendo procedimiento, uno en el que un ser humano inocente siempre es sacrificado por un fin menor. No reconocen que la gran mayoría del resto del país intuye que se comete una monstruosa injusticia cada vez que se comete un aborto, cuyo horror se ve agravado por la alucinante realidad de que desde 1973, nuestra nación ha sido el lugar de una masacre constante de los más inocentes entre nosotros en una escala de varios órdenes de magnitud mayor que el Holocausto judío.
Trump cambió todo esto al dar un giro realmente conservador a sus políticas pro-vida. Como dirían los aficionados del Real Madrid, el club de fútbol español: ¿Cómo no le vamos a querer? Ha sido Trump quien ha hecho que la nación se plantee la pregunta moral más importante en décadas: ¿de qué sirve una economía poderosa levantada sobre un montón de cadáveres de bebés?
Él introdujo de nuevo el humanismo y los derechos de los no nacidos en las políticas del gobierno. Derechos que Biden / Harris ponen en peligro una vez más. El movimiento conservador ha sido constantemente intimidado por ese estribillo falso y estúpido de «mi cuerpo, mi elección» que no responde a la realidad. El liderazgo de Trump en el movimiento MAGA, volviendo a la esencia del conservadurismo que no se arrodilla frente al progresismo que asesina inocentes, sigue siendo el faro que nos alumbra en esta lucha. Ha sido Trump y no otros quien nos ha recordado con fuerza que el derecho más básico es el derecho a la vida; el concepto mismo de “derechos” se vuelve absurdo sin él. La vida es el requisito previo para el ejercicio de cualquier otro derecho, ya sea natural, político o civil. Defenderlo es una prioridad. Nadie como el presidente Trump ha entendido esto y ha hecho bandera del tema. Ha sido él quien retrata con objetividad al Partido Demócrata y la izquierda mundial como los que han adoptado las posiciones más radicales y extremas vistas en este país durante décadas.
Veamos: casi todos los principales demócratas en el Congreso apoyan el aborto financiado por los contribuyentes, hasta el momento del nacimiento; el año pasado, los legisladores de Nueva York aplaudieron con deleite la aprobación de una legislación que permitiría arrancar a un bebé del útero de la madre hasta el momento del parto; el Gobernador demócrata de Virginia declaró que le parecía bien ejecutar a un bebé después del nacimiento; los demócratas del Senado bloquearon la legislación que brindaría atención médica a los bebés que sobreviven a los intentos de aborto…. La lista de barbaridades de los demócratas es larga.
Por el contrario, Trump es el gran baluarte de la cultura de la vida y defiende que los conservadores deben dejar de permitir que los progresistas definan cuáles son y cuáles no son las posiciones aceptables, y comenzar a luchar por aquellos que no tienen voz. Trump se ha impuesto desde el inicio de su presidencia el deber político de proteger, valorar y defender la dignidad y la santidad de cada vida humana, así como apoyar a los hombres y mujeres valientes que continúan luchando para elevar la conciencia de nuestra nación y defender los derechos de nuestros bebés no nacidos.
El trabajo que nos espera es arduo pues las políticas de Biden apoyan el aborto y aquellos esfuerzos en ese sentido. La ciudad de San Francisco ha ampliado una prohibición promulgada anteriormente sobre los viajes financiados por la ciudad a los estados que han aprobado leyes pro-vida, y la lista ahora consta de 22 estados diferentes. Entre los 22 estados se encuentran Texas, Florida y Massachusetts. La prohibición se promulgó por primera vez en agosto e inicialmente se centró en ocho estados, incluido Ohio. El proyecto de ley fue presentado por primera vez por el senador Vallie Brown, quien también fue responsable de la drástica expansión del alcance de la prohibición, alegando sin evidencia que tales leyes pro-vida representaban «un asalto a las mujeres» y «un golpe económico a las mujeres».
La expansión es la última de una serie de movimientos partidistas y muy controvertidos por parte del gobierno de la ciudad de San Francisco; la ciudad había promulgado una prohibición de viaje similar en 2016 a los estados que han aprobado leyes de libertad religiosa, que los funcionarios de San Francisco han acusado de forma muy ignorante de ser «anti-LGBT», e incluyen estados como Carolina del Norte y Texas. La legislación no sólo prohíbe los viajes financiados por la ciudad a estos estados, sino que también prohíbe a la ciudad trabajar con empresas que tengan su sede en cualquiera de estos estados. La prohibición de 2016 basada en las leyes de libertad religiosa prohíbe de manera similar los contratos comerciales basados en los estados de origen.
Es sólo un ejemplo de cómo se presiona y se chantajea a los ciudadanos pro vida desde las instituciones demócratas. Hoy más que nunca, el movimiento conservador MAGA necesita a Trump y al movimiento pro-vida.
Estados Unidos se alzará victorioso o caerá gracias a la fuerza del vínculo entre Trump, MAGA y el movimiento pro-vida, su capacidad para trabajar juntos y aprender unos de otros para asegurar la libertad y el derecho a la vida para nosotros y los nonatos.
Trump ha puesto bajo el foco que la matanza legalizada de decenas de millones de bebés es una atrocidad moral. El régimen de aborto de Estados Unidos nos amenaza a todos porque ataca desde su raíz el derecho inalienable a la vida. Durante décadas, nos hemos reunido y alzado nuestras voces para protestar por la destrucción masiva de un número insondable de los más indefensos e inocentes entre nosotros, y continuaremos haciéndolo hasta que el aborto sea reconocido como el crimen horrible que es.
Históricamente, de la derrota política de la esclavitud a manos de Lincoln, que es la victoria paradigmática sobre aquellos que negarían el principio de igualdad moral de la Declaración (“que todos los hombres son creados iguales”), podemos aprovechar esa lección para derrotar a la facción pro elección, que deshumaniza y destruye a quienes se interponen en su camino hacia el poder, el prestigio y el placer. En suma, al egoísmo personal.
Lincoln sabía que la esclavitud era una grave afrenta a nuestros derechos tal como se expresaban en la Declaración de Independencia. Sin embargo, debido a los compromisos fatales en la fundación, las verdades de la Declaración a nivel de principio podrían ser ignoradas en la práctica por un poder esclavista, uno que eventualmente se convertiría en la Confederación, construido sobre las espaldas de afroamericanos subyugados y brutalizados y legitimados por nuestra Constitución comprometida.
Para rectificar esta grave injusticia y preservar la Unión, Lincoln declaró y ganó la Guerra Civil y realizó una lectura correcta de la Constitución a la luz de los principios de la Declaración, que luego se solidificaron con la ratificación de las Enmiendas 13, 14 y 15. Su prudente habilidad política y su valor moral pusieron fin al poder sobre el esclavo negro, y debido a sus acciones, su retórica y el cambio legal precipitado y efectuado por ambos, ahora poseemos los recursos intelectuales, legales, culturales y morales para llevar a cabo un proceso similar, pero confiemos que sin sangre: evitar la devastación que provoca el aborto.
Luchar en nombre de los principios fundamentales no siempre tiene por qué ser de forma violenta, incluso aunque se esté dispuesto a hacerlo. Por lo tanto, aunque ahora no marchamos sobre Gettysburg o Petersburg, podemos marchar pacíficamente sobre el Tribunal Supremo, un organismo responsable en última instancia ante «Nosotros, el Pueblo», y exigir respeto por los principios que Lincoln ya nos mostró que sustentan nuestra libertad y dignidad. Pero la paz, aunque preciosa, es difícil de mantener cuando no se mantiene también un consenso sobre los principios de la libertad.
El movimiento pro-vida y MAGA necesitan estar más inmersos en las ramificaciones políticas de su herencia; de lo contrario, nunca acabaremos con el aborto, que es, quizá, la negación más radical posible del principio de que todos los seres humanos son creados iguales y no pueden ser gobernados sin su consentimiento.
Trump ha derrotado a los intelectuales en su propio terreno en este tema, y es algo que los cabrea muchísimo porque ha expuesto su fealdad moral e individual, su egoísmo y su proyecto de muerte para la sociedad.
Siempre debemos recordar que aquellos que nos negarían nuestro derecho a la vida, ciertamente también nos negarían nuestro derecho soberano de gobernarnos a nosotros mismos, y aquellos que negarían nuestra soberanía, eventualmente nos negarían nuestro derecho a la vida. Un círculo fatal.
Por consiguiente, no sorprende ver a la izquierda progresista, que cada vez más milita en contra de los principios de la Declaración y de la Constitución misma, oponiéndose a ambos derechos: nuestro derecho al autogobierno y nuestro derecho a la vida.
Los partidarios de la cultura de la vida necesitamos una voluntad de hierro como la de Lincoln y como la de Trump para luchar contra los fanáticos desquiciados de la igualdad y el derecho a decidir. Se lo debemos a los 60 millones de diminutos cadáveres que ha provocado el aborto en este país, y que mantiene el contador en marcha. No olvidemos que más de 3.500 bebés son abortados cada día sólo en este país; una cifra que se incrementa cada año.
Trump ha sido y es un líder valiente que ha apoyado y apoya todas las causas pro-vida. Mientras tanto, el país bajo Biden se encamina ahora a una época oscura. Los fondos para el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) —donde reside casi toda la política pro-vida federal— se aprobarán en el Congreso este mes sin una sola nueva política pro-vida adjunta. Los demócratas pro-aborto introducen este año en el Congreso un proyecto de ley de Protección de la Salud de la Mujer (WHPA) para codificar el aborto hasta el nacimiento en la ley federal, eliminando todas las leyes pro-vida. WHPA garantizará que una mujer pueda tener un aborto por cualquier motivo durante los nueve meses de embarazo. El proyecto de ley también podría acabar con las protecciones de conciencia, las leyes de notificación a los padres y las leyes de consentimiento informado. El proyecto de ley dice que el aborto es «esencial» para la salud de la mujer y «central» para la capacidad de las mujeres de «participar en pie de igualdad» en la vida económica y social de la nación, una idea falsa, antifeminista y antimujer que, en su esencia, etiqueta a las mujeres como desiguales y deja a los hombres sin el derecho a proteger a sus hijos no nacidos. En resumen, aborto a demanda de las mujeres. Esto es una llamada de atención muy urgente para votar candidatos pro-vida en las próximas elecciones midterm de 2022 y recuperar a Trump en 2024.
Una encuesta de Caballeros de Colón / Marista de 2021 encontró que el 76% de los estadounidenses, incluidos muchos que se consideran “pro-aborto”, quieren restricciones al aborto. Sólo el 15% de todos los estadounidenses y el 27% de los que están «a favor del aborto» dijeron que apoyan el aborto por cualquier motivo hasta el nacimiento. Además, una encuesta nacional de Susan B. Anthony publicada el 7 de junio de 2021 encontró que la mayoría de los votantes se oponen al aborto a petición y apoyan los límites al aborto después de la marca de cuatro meses (15 semanas). Según el Instituto Guttmacher, que está a favor del aborto, se han presentado 561 proyectos de ley de restricción del aborto, incluidas prohibiciones, en 47 estados y se han promulgado 83 de ellos, lo que demuestra que los estadounidenses quieren fuertes restricciones al aborto. WHPA busca eliminar por completo esas leyes pro-vida y las restricciones.
El proyecto de ley continuaría financiando específicamente a Planned Parenthood en su totalidad, por una suma de 286 millones de dólares. Continuaría la práctica de utilizar fondos de los contribuyentes para la investigación de tejido fetal «fresco» de bebés abortados. Los programas de «prevención del embarazo» de la era de Obama seguirían recibiendo financiación, incluidos los que el HHS del presidente Trump dice que «no tienen ningún impacto o tienen un impacto negativo en el comportamiento de los adolescentes». Los médicos y hospitales, a los que se les prometió el derecho a la objeción de conciencia a la hora de realizar un aborto, permanecerían desprotegidos.
Trump lidera la defensa de la cultura pro-vida y ha hecho un llamamiento activo para no capitular en un tema que sigue siendo central para la plataforma republicana y esencial en la visión conservadora de la vida. Debemos mantener la antorcha de sus políticas. Trump logró más para el movimiento pro-vida que cualquier otro presidente republicano en la historia. Desde que asumió el cargo, permitió que los estados eliminaran el financiamiento de Planned Parenthood, restauró y expandió una política que prohíbe los fondos de los contribuyentes para los grupos que financian el aborto en el extranjero, eliminó los fondos del Fondo de Población de las Naciones Unidas a favor del aborto y eximió a las organizaciones con objeciones morales a proporcionar medicamentos abortivos de Obamacare.
Estas acciones, entre otras, son las que debemos recuperar de nuevo. El presidente Trump cumplió sus promesas a los votantes pro-vida, algo que debemos tener en cuenta al contemplar a los candidatos que él apoya y su eventual regreso a la carrera electoral.
Mientras tanto, conviene seguir de cerca al Tribunal Supremo, que ha hecho un llamamiento urgente a la acción y ha anunciado que tomará a estudio el caso de la Organización de Salud de la Mujer de Jackson contra Dobbs, un caso un caso que tiene el potencial de impugnar Roe v.Wade y que trata sobre la prohibición de abortos en Mississippi a partir de aproximadamente cuatro meses (15 semanas) de embarazo. Se espera que las discusiones comiencen en el otoño de 2021, con una decisión que probablemente vendrá en el verano de 2022. El caso determinará, en parte, si la prohibición del aborto antes del estándar cambiante de «viabilidad» (la capacidad del niño no nacido para sobrevivir fuera del útero) es constitucional. Las encuestas, sin embargo, han encontrado que los estadounidenses apoyan la prohibición del aborto después del primer trimestre del embarazo, como la de Mississippi.
Tomemos perspectiva. Si bien la industria del aborto ha afirmado que 7 de cada 10 estadounidenses apoyan el aborto legal (sin restricciones y bajo demanda), las encuestas recientes han encontrado consistentemente que si bien los estadounidenses quieren que el aborto siga siendo legal, también lo quieren fuertemente restringido. Casi el 70% de las personas quieren que el aborto se limite al primer trimestre. Las restricciones de sentido común, como el consentimiento de los padres, los períodos de espera y el consentimiento informado antes de someterse a un aborto, también reciben un apoyo generalizado. Sólo el 7% de los estadounidenses apoyan el aborto sin restricciones y financiado por los contribuyentes, que es lo que quiere imponer la Administración Biden / Harris.
Lo cierto es que la mayoría de los votantes rechazan el aborto tardío y a los candidatos demócratas que lo defienden vergonzosamente. Nunca debemos olvidar que a las 15 semanas, los niños por nacer pueden sentir dolor y la mayoría de los países europeos limitan los abortos en este momento. Existe un fuerte apoyo entre el pueblo estadounidense para que las leyes de nuestra nación finalmente defiendan de verdad una cultura de la vida. Una defensa que debería ampliarse al mismo momento de la concepción, ya que en las primeras semanas ya es una nueva vida, un milagro que no podemos permitir matar a voluntad.