Operaciones CIA & Fuerzas Especiales
La guerra encubierta siempre ha sido una bendición para eliminar elementos indeseables sin levantar demasiada polvareda mediática. Es rápida, discreta, efectiva y no despierta temores en la opinión pública. Por estas razones, y algunas más, la guerra encubierta contra el Daesh (Estado Islámico) es una buena opción, mejor que quedarse cruzados de brazos mientras los yihadistas degüellan a sus víctimas.
La combinación de recursos humanos, tecnológicos y materiales de la CIA y las Fuerzas Especiales de Estados Unidos forman una alianza perfecta para golpear a los radicales islamistas con alta eficacia. Es lo que se viene haciendo últimamente como tendencia bélica sobre el terreno en Siria, Irak, Somalia, Libia y Afganistán, entre otros lugares que no son convenientes visitar para hacer turismo en estos momentos.
Con esta estrategia en marcha, ya son bastantes los líderes del Daesh que han caído bajo los ataques de drones estadounidenses o por operaciones especiales.
El lector inteligente se preguntará, y con razón, que si esta estrategia es tan efectiva, por qué no se ha aplicado desde el primer momento. La razón habita en el Despacho Oval y los centros de mando militar que siguen las directrices del partido demócrata. Si el presidente ordena bombardeos selectivos, se bombardea selectivamente aunque se haya recomendado en informes confidenciales que se apliquen también otras estrategias: operaciones especiales e intervención terrestre.
Y así pasan los meses. Cuando los resultados de los bombardeos, ¡oh, sorpresa! no consiguen derrotar definitivamente al Estado Islámico, aunque sí dañarlo y frenarlo, el presidente y su cuadrilla política deciden que, ¡vive Dios! hay que adoptar otra estrategia también. Corren desesperados a consultar los informes de meses atrás, y ¡ahí está! Blanco sobre negro: operaciones especiales. ¡Genial! ¡Ya tienen la solución! Hay que poner en marcha la estrategia. Qué más da que sea con unos meses de retraso y que millones de refugiados estén inundando Europa y Asia.
De modo que la guerra clandestina mediante operaciones especiales se pone en marcha y sus resultados, como los especialistas habíamos anticipado, son buenos… ¡buenísimos! Y se decide incrementar las operaciones.
La intervención terrestre parece que da alergia a algunos mandatarios, de manera que se posterga, se congela, se hiberna, se mete en el cajón… hasta que la situación requiera más medidas enérgicas. Y haya que volver a consultar los informes.
Las operaciones especiales que se están realizando presentan indudables ventajas: permiten eliminar a yihadistas realmente peligrosos que no se van a reintegrar jamás en la sociedad; localizar y destruir objetivos enemigos en lugares recónditos a los que que los bombardeos de la Fuerza Aérea, que hacen buen trabajo, pero no milagros, no pueden alcanzar; mayor flexibilidad y eficacia en las operaciones militares sobre el terreno; etc, etc.
El nuevo programa de actuación de la CIA y las Fuerzas Especiales ha desatado la guerra clandestina en los principales focos de tensión y actuación del Daesh. Y esto no es que sea bueno, que lo es, es buenísimo. Ya sólo falta la intervención terrestre. Un empujoncito más y será aprobada. ¡Lo que cuesta trabajar con algunos presidentes!