Uno de los problemas que puso de relieve la crisis nuclear en Japón, es el de la basura radiactiva. En lo que respecta a Estados Unidos, tenemos un gran volumen de desechos radiactivos acumulados en los reactores nucleares comerciales repartidos por unos 30 estados, lo que representa un serio problema que necesita solución. No afrontarlo significa incrementar los riesgos que se derivan de estos peligrosos materiales.

Actualmente, Estados Unidos tiene 71,862 toneladas de este tipo de desechos, pero no tenemos un sitio para almacenar permanentemente estos materiales, que además siguen creciendo y siendo peligrosos durante decenas de miles de años. Debemos recordar que los planes para almacenar desechos nucleares en la Montaña Yucca de Nevada fueron abandonados, pero aunque se hubiera construido una instalación allí, el país ya tiene más desechos de los que pudiera haber manejado esa instalación. Nuestras soluciones deben ser más ambiciosas y realistas. Al día de hoy tres cuartas partes de los desechos radiactivos se encuentran en estanques de enfriamiento llenos de agua, similares a los del complejo nuclear de Fukushima Dai-ichi en Japón, fuera de las gruesas barreras de hormigón y acero que deben proteger contra una fuga de radiación de un reactor nuclear.

El resto del combustible agotado de los reactores comerciales estadounidenses ha sido metido en toneles de almacenamiento secos, pero los reguladores ven esto sólo como una solución para un siglo, más o menos, y el desecho tendría que ser depositado con el paso del tiempo en una instalación tipo Yucca.
Aunque la industria nuclear en Estados Unidos afirma que los desechos nucleares se almacenan de manera segura en los sitios de las plantas nucleares, lleva presionado desde hace años para la construcción de una instalación de almacenamiento a largo plazo. Quizá este sea el momento adecuado para impulsar decididamente esos planes porque mientras pasa el tiempo la cantidad total de desechos radiactivos de la industria está creciendo alrededor de 2,200 toneladas cada año. Los expertos señalan que algunos de los estanques en Estados Unidos contienen cuatro veces más desechos de la cantidad para la cual fueron diseñados, lo que implica unos riesgos intolerables y que en caso de desastre natural o terrorista, podría empeorar aún más la crisis que pueda desatarse.
Razones más que suficientes para retomar los planes de unas instalaciones seguras para el almacenamiento de los desechos radiactivos.