Uno de los sentidos humanos que se ha marginado con frecuencia en favor de la vista es el oído. Cuando nos encontramos en la naturaleza el oído es una de las vías por las que disfrutamos más intensamente, captando multitud de sonidos naturales a los que habitualmente no prestamos atención.
Ahora, uno de los campos científicos más innovadores se abre paso con fuerza: la ecología sonora. Una iniciativa que ha nacido dentro de la comunidad científica y que busca utilizar el sonido como una manera de entender los aspectos ecológicos de un paisaje y volver a conectar a las personas con la importancia de los sonidos naturales. Bryan Pijanowski, de la Universidad Purdue (Indiana), lidera esta interesante iniciativa.

La ecología de los paisajes sonoros, como se viene llamando a este nuevo campo científico, se centra en lo que los sonidos naturales pueden decirnos acerca de un área, perfilando un «paisaje sonoro» fundamental para entender el medio y detectar indicadores de cambios ambientales no deseados. Por ejemplo, en la detección de los primeros síntomas de cambios anómalos en el clima de un lugar o en patrones meteorológicos específicos, la presencia de contaminación u otras alteraciones en un entorno bajo supervisión.

Así, es interesante saber que los trinos de bandadas de aves al amanecer y al atardecer son muy característicos de cada lugar y nos comunican muchos detalles ecológicos. De manera que si la intensidad o los patrones de estos coros aviares cambian, eso nos indica claramente que hay algún factor externo que causa ese cambio. Los especialistas, en general, hasta ahora no han sido muy conscientes de hasta qué punto el conjunto de sonidos naturales procedentes de una zona puede ayudar a determinar lo que está sucediendo en su ecosistema, pero es evidente que el paisaje sonoro de cada lugar es característico y nos transmite mucho más de lo que se pensaba. Simplemente es necesario descifrar los mensajes que nos traen los sonidos naturales.

Parte de la investigación que Bryan Pijanowski está llevando a cabo consiste en capturar los sonidos naturales que se están extinguiendo en zonas pobladas por el ser humano y tratar de restaurar su valor para la gente. Una tarea esencial, toda vez que muchas zonas están perdiendo sus sonidos naturales al ser contaminadas por la acción humana.
Tal y como Pijanowski advierte, los sonidos naturales como el canto de los pájaros, el murmullo de las hojas mecidas por el viento, e incluso la ausencia de sonidos, no sólo tienen un significado estético, sino que también pueden darnos información valiosa sobre lo que está sucediendo a nuestro alrededor.
Los paisajes sonoros de la naturaleza son mensajes eternos que nos hablan, pero debemos saber escuchar y entender lo que nos dicen.