Trump marca los temas de debate electorales
Las elecciones del pasado 2 de noviembre marcaron no sólo importantes victorias de republicanos conservadores del movimiento MAGA, sino también los temas que deciden el voto de los estadounidenses. Donald Trump ha señalado el camino al Partido Republicano para alcanzar la victoria en las elecciones midterm de 2022 y en las presidenciales de 2024 con los temas de debate que lidera.
Si en la década de los 90 fue la economía (¡es la economía, estúpido! que diría Clinton), ahora es el momento de ¡es la cultura y la educación!
Virginia se ha convertido en uno de los primeros campos de batalla de las ideas, que ha dado un giro para abandonar el socialismo de los demócratas y conceder la victoria a los conservadores. Trump apuntó acertadamente a la guerra cultural y la lucha contra la teoría crítica de la raza y la cultura woke. El Gobernador electo Glenn Youngkin y todos los republicanos que han ganado se apuntaron a esta batalla de ideas y los resultados han marcado un cambio de casi 15 puntos desde que Biden se adjudicara los votos electorales de Virginia en 2020 vía fraude electoral. Ha pasado sólo un año para que los ciudadanos vean el desastre de las políticas socialistas.
No debemos descuidar lo que acabamos de conseguir limpiamente en las urnas.
El final de la batalla electoral ha marcado el comienzo de la batalla de las ideas y de los mensajes. Una batalla que no podemos dejar al establishment del Partido Republicano, donde anidan numerosos RINOs. Las victorias republicanas del 2 de noviembre pertenecen en última instancia a Trump, que es quien abandera la guerra cultural y quien más conciencia ha generado sobre el peligro que se cierne sobre la nación de la mano de los actuales demócratas de izquierda radical.
La cultura y la educación han estado en el centro del debate de las últimas elecciones, enfrentando dos modelos antagónicos: el demócrata y su cultura del despertar frente al republicano que apuesta por los valores tradicionales de esta nación y la puesta en valor de su historia.
Trump ha vuelto a dar en la diana al colocar en el centro del mensaje esta amenaza y la necesidad de recuperar una educación libre de socialismo y sus intentos de alterar la historia y de culpabilizar a los blancos de racismo sistémico.
Las encuestas a pie de urna y una reciente encuesta del Washington Post mostraron y confirmaron que el tema dominante entre los votantes no fue la economía, sino la educación, y la necesidad imperiosa de que los padres tengan más voz en la educación de los hijos y en el plan de estudios. En el centro de este enfoque sobre la educación está la lucha contra la teoría crítica de la raza, ese absurdo planteamiento
pseudointelectual de extrema izquierda que declara que todos los blancos son automáticamente racistas, y que Estados Unidos, como nación fundada por blancos, ha sido inherentemente racista desde su fundación. Este concepto se ha enseñado en las escuelas públicas desde hace algún tiempo impulsado por políticos y profesores demócratas, es decir, socialistas y comunistas. La controversia en torno a la proliferación de la teoría crítica de la raza en los planes de estudio escolares de todo el país se ha colocado en el centro de la atención y la preocupación ciudadana.
Trump ha despertado a los ciudadanos y les ha hecho ver las barbaridades que se están enseñando y pagando con los dólares de los impuestos de los contribuyentes. Los ciudadanos con sentido común están muy enfadados con los demócratas y de nuevo apuestan por los candidatos conservadores. Lógico y normal.
Otro tema de debate que Trump ha puesto bajo el foco y con el que se está ganando el apoyo de la mayoría de votantes, son las antinaturales y perjudiciales políticas transgénero, que sigue de cerca en interés a ese hostigamiento contra la raza blanca al que algunos se han abonado como bobos útiles, bobos colaboradores o bobos activistas, e incluso son triplemente bobos.
Las políticas transgénero de los demócratas socialistas han reforzado la noción ya desacreditada y anticientífica de que hay más de dos géneros, y que los niños pueden simplemente «elegir» su género siempre que les apetece. Una auténtica memez que no se sostiene. Sólo hay dos géneros biológicos: hombre y mujer, y viene determinado por naturaleza, no a capricho del ser humano. Es obvio, pero hay que decirlo ante la tontería que se extiende.
Trump y todo el movimiento MAGA conservador han expuesto lo absurdas que son las políticas destinadas a permitir que los estudiantes usen los baños y vestuarios de su elección que se promocionaron como «inclusivas», pero en cambio, permitieron acechar a violadores y depredadores sexuales. El caso más famoso es el de la doble violación en el condado de Loudoun, en el que un estudiante entró a un baño de mujeres con falda y violó a una estudiante de primer año. Fue trasladado silenciosamente a otra escuela, sólo para agredir a otra niña. Finalmente, un tribunal de menores lo declaró culpable de sus crímenes. Los despropósitos de esas políticas socialistas ocuparían varios libros. Los ciudadanos no vamos a consentir que se destruya la sociedad con estas teorías dañinas.
Trump no está solo ni mucho menos en este combate de las ideas. Frente al socialismo rampante de los demócratas, se han plantado también los padres que protestan en las reuniones de la junta escolar, exigiendo que la teoría crítica de la raza sea eliminada de la educación, que los baños permanezcan separados por género como debe ser, y defendiendo que los padres tengan más voz en lo que se les enseña a sus hijos en la escuela. Bajo el liderazgo de Trump, los padres que se enfrentan a la opresión sistemática y el silenciamiento de los demócratas finalmente han utilizado el poder de las urnas para lanzar un mensaje claro y votar con inteligencia: no queremos demócratas socialistas ni sus asquerosas y pervertidas políticas en nuestras escuelas ni en nuestros gobiernos.
Trump, que es un trabajador nato y un luchador que jamás jamás jamás tira la toalla, ha abierto nuevos frentes de batalla en los que los demócratas están haciendo aguas y perdiendo claramente. La educación y la cultura son la punta del iceberg. Otros temas primordiales son los aumentos de impuestos, la inseguridad creciente que conlleva la inmigración ilegal masiva y la pérdida de liderazgo mundial ante China y Rusia, el fraude electoral de 2020 efectuado por los demócratas, ya probado, las leyes pro-vida y la remoción de monumentos históricos.
Pero de todos los temas de debate, es la guerra cultural y educativa la que toca la fibra a los estadunidenses, y la que ha permitido las victorias conservadoras y el auge de la popularidad de Trump, que sigue aumentando imparable.
Hay algo que los ciudadanos entienden y les toca muy de cerca, más que la raza, la historia nacional o la defensa de la vida, y es la relación entre padres e hijos. Los ciudadanos no vamos a consentir que un gobierno, ningún gobierno, abra brechas entre los estudiantes y sus padres, y que legisle y controle las vidas de los ciudadanos de acuerdo a parámetros socialistas alejados de las creencias y la educación de las familias.
Trump y los candidatos conservadores luchan por algo muy importante y es el papel de los ciudadanos como padres y guías de sus hijos y familias. Los padres están con Trump para impedir que los hijos sean adoctrinados en el izquierdismo destructor de la sociedad y del país. Un adoctrinamiento racial divisivo y profundamente racista que se ha extendido por las aulas y salas de juntas de Estados Unidos.
Trump ha vuelto a demostrar que es la pieza básica para movilizar al electorado conservador y para que el Partido Republicano gane elecciones. Los republicanos tienen ahora una estrategia de campaña que puede y debe ganar en 2022 y 2024. Todos los republicanos que hacen campaña contra la teoría crítica de la raza, las políticas «transgénero», la cultura “woke”, y la demonización de los padres que se atreven a hablar en contra de todo ello, contarán con el apoyo de un electorado que está movilizado gracias a Trump y su estrategia a un nivel no visto desde 2016. Una vez más, es Trump quien ha marcado un momento decisivo para la trayectoria de la política conservadora estadounidense y del Partido Republicano. El camino hacia la victoria más claro para los republicanos no es rehuir los problemas culturales y educativos, sino comprometerse con la cultura y luchar en la guerra cultural. Trump ha marcado el camino para los candidatos conservadores del movimiento MAGA.