Editores y correctores
Escribo a menudo en este blog sobre especies en peligro de extinción. Hoy lo haré sobre otro tipo de especies que también están en riesgo de desaparecer: los editores y los correctores. Y no porque haya pocos profesionales, que los hay, sino porque los recortes que se han realizado en editoriales y en medios de comunicación, han hecho que disminuya el número de editores y correctores, incluso su desaparición de los mismos.
El resultado estaba cantado: un aumento considerable de los errores, erratas y los malos usos del lenguaje. Si además incluimos las directrices de lo políticamente correcto, que en muchas ocasiones son barbaridades y planteamientos absurdos, ya tenemos el panorama completo de la edición en castellano: un empobrecimiento radical de un tiempo a esta parte de los productos culturales que reciben los lectores, oyentes y telespectadores. De mal en peor. De Guatelamala a Guatepeor. Así de claro se lo digo, sin paños calientes.
Las advertencias de cuantos nos preocupamos por estas cuestiones son recurrentes y habituales, pero, seamos francos, a nadie o a muy poca gente le importa realmente. Las generaciones jóvenes se han acostumbrado a convivir con un lenguaje devastado por la ordinariez, los malos hábitos, la hipocresía social y lingüística, la rebaja en los estándares de calidad (incluso admitidas y potenciadas por la Real Academia de la Lengua… que ya tiene narices…), palabras vulgares, y unos usos de la población cada vez más empobrecidos y menos elegantes.
En estos tiempos en los que expresarse bien ha pasado de moda, en los que se prima el buen rollo social para que todo cuele indoloramente, las figuras de los editores y los correctores están en riesgo de desaparecer, de extinguirse, de irse con viento fresco. ¿Quién los quiere? Si hasta muchos nuevos escritores prescinden de ellos, y no hablemos de directivos y ejecutivos preocupados únicamente por las cuentas y los balances. O directamente de la becaria o licenciada en prácticas que le hace la pelota.
Quiero reivindicar a los editores y correctores porque son importantes para cuidar el uso del lenguaje y son imprescindibles para revisar los textos definitivos que llegarán a la gente. La crisis económica, los recortes y la cara dura de muchos han hecho que se prescinda de estos profesionales y que se eliminen sus controles de calidad. Ya sabemos que ahora todo lo que molesta o no se atiene a lo que es “guay” se elimina, y punto y aquí no pasa nada.
La labor de editores y correctores, callada y en la sombra, es tan necesaria e importante que los primeros en reivindicarla deben ser los escritores, a los que tanto nos ayudan a mejorar y a convertir nuestras obras en lo que deseamos.
Porque somos profesionales centinelas del lenguaje, juntos debemos trabajar para aplicar un correcto uso del lenguaje y nuestros propios manuales de estilo, que son los que finalmente ponen el sello de calidad y distintivo. Bastante deterioro hay ya por todas partes, así que, por favor, cuidemos nuestra lengua castellana. Un auténtico tesoro.