El Tribunal Supremo decide sobre Roe v. Wade
Desde Ronald Reagan, nadie luchó tanto en la Casa Blanca como Donald Trump por la cultura de la vida y en contra del aborto. Su herencia judicial se ha dejado notar hasta ahora, pero la decisión definitiva está por llegar y vendrá de la mano del Tribunal Supremo. Los tres jueces nombrados por Trump son decisivos en la histórica decisión para revocar Roe v. Wade. Las amenazas y coacciones habituales de la izquierda política y mediática a los jueces conservadores ya han empezado.
Cuantos apoyamos las nuevas legislaciones estatales que restringen el aborto y protegen las vidas de los no nacidos, rezamos para que los jueces conservadores sensatos del Tribunal Supremo se mantengan firmes y tengan el valor de sus convicciones para derogar el lamentable fallo sobre el aborto Roe v. Wade, que se remonta a casi medio siglo de antigüedad. A la luz de las recientes evidencias científicas sobre los neonatos, que han demostrado que tienen capacidad para sentir alegría y dolor, responder a estímulos de luz, desarrollar preferencias alimentarias, reconocer la voz materna, chuparse el dedo, etc, es acertado y moralmente correcto impulsar una mayor protección de los seres humanos más indefensos. También sabemos ahora gracias a la medicina cuándo los embriones se convierten en un feto (argumento que valida que hay una vida humana en todas las etapas) y hay disponibles varias formas rentables o gratuitas para evitar quedar embarazada y evitar abortos.
La filtración sin precedentes de un borrador de opinión inicial del juez Alito en Dobbs v. Jackson Women’s Health Organization, que indica que es probable que la mayoría del Tribunal Supremo revoque Roe v. Wade y los fallos de Casey, es un ataque brutal contra la independencia judicial promovida desde el Partido Demócrata para intentar influir en la decisión. Mientras claman con eslóganes sobre la democracia, ellos la están dilapidando con el ataque a los jueces.
La decisión sobre Roe v. Wade significaría una victoria más para Donald Trump y su causa en defensa de la cultura de la vida frente a la de la muerte que defiende la izquierda demócrata. De confirmarse finalmente, el asunto del aborto y todo el complejo problema moral que representa recaerá sobre los representantes electos estatales y el pueblo estadounidense, que son quienes deben decidir al respecto, y quienes de hecho ya lo hacen.
La revocación sería un paso adelante importante para promover la causa pro vida en estados de todo el país. De ahora en adelante seguiremos viendo mucha histeria colectiva y rabia de los demócratas socialistas, que es un buen indicativo de que vamos por el buen camino.
En cualquier caso, hay que aclarar algunos aspectos que la demagogia izquierdista trata de distorsionar. Los demócratas mienten cuando hablan de este tema: la realidad es que el aborto en Estados Unidos seguirá siendo legal después de la revocación de Roe v. Wade. Simplemente, será un asunto responsabilidad de las legislaturas estatales al cien por cien. Revocar Roe v. Wade no hace que el aborto sea ilegal. Sólo elimina el «derecho constitucional» de una mujer a un aborto, que realmente no es tal ni aparece en la Constitución. De aprobarse, no tendrá ningún efecto a nivel estatal. Quien quiera abortar, podrá seguir haciéndolo en cualquier estado gobernado por los demócratas, donde no hay restricciones, o en los estados gobernados por los republicanos, que mantienen restricciones para no poder abortar pasadas seis semanas o quince semanas.
Todo el alboroto mediático y de manifestaciones no es más que una cuestión electoral para agitar las calles y movilizar a los votantes de izquierda, que andan desmoralizados porque van a perder las midterm y las presidenciales de 2024.
Lo quieran los demócratas o no, el aborto no va a ser determinante en las próximas citas electorales, lo será la inflación, la crisis de suministros y la inseguridad en las ciudades. Esto no lo cambiará ni la propaganda ni la desinformación de la izquierda en sus altavoces mediáticos aliados. De hecho, desde que se produjo la filtración, la ventaja genérica en la papeleta electoral para los republicanos ha crecido aún más y no se ha reducido. La campaña izquierdista se ha vuelto en su contra.
Trump ha ganado ya el debate sobre la vida y el aborto y recuerda a los ciudadanos que este histerismo demócrata no es más que un intento artificial de distraer la atención de los fracasos de la Administración Biden / Harris y de los problemas reales. Los radicales de izquierda ya están hostigando y amenazando a los jueces del Tribunal Supremo en sus hogares y han llevado a cabo protestas violentas en las iglesias católicas pro-vida el pasado Día de la Madre, siguiendo la hoja de ruta habitual de los demócratas de organizar algaradas para llenar los medios de mentiras y manipulaciones informativas. Estas acciones ya rozan el terrorismo urbano, pero los demócratas las amparan, lo que demuestra su nulo compromiso con la democracia real.
El silencio del gobierno y de los demócratas socialistas vuelve a ser ensordecedor, como en el verano de 2020, cuando llenaron las ciudades americanas de 574 disturbios violentos para hostigar a Trump sin que ni uno levantara la voz para condenarlos. En aquel entonces, tuvimos decenas de estadounidenses muertos, miles de policías heridos, miles de millones de dólares en daños a la propiedad. ¿Dónde está ahora ese comité investigando aquellos disturbios? ¿Dónde están los juicios? De hecho, muchos demócratas incluso han aclamado al filtrador del Tribunal Supremo como un héroe, cuando en realidad ha erosionado gravemente la democracia y la independencia judicial.
Todo lo que rodea a Roe v. Wade va a dar la razón una vez más a Trump cuando dice que a los demócratas sólo les importa realmente el poder; un poder que ven amenazado ante la victoria conservadora en el Tribunal Supremo y en el Congreso en noviembre. Es por ello que de aquí en adelante veremos un flujo constante de desinformación y de histeria colectiva de la izquierda. Quedan advertidos para que se lo tomen con calma y asistan a los acontecimientos con la ración adecuada de palomitas de maíz durante los próximos meses. Soportaremos las mentiras de Biden y sus secuaces de izquierda a favor del aborto mientras calumnian a los ciudadanos pro-vida como «extremistas».
La realidad es que ya estamos ganando y los vencedores son millones de neonatos por quienes luchamos. La realidad es que son los demócratas pro abortistas los partidarios de exterminar la vida humana inocente los que son extremistas y fanáticos. Las vidas de los no nacidos no les pertenecen para que puedan matarlos cuando les venga bien. Son ellos los que acatan y son cómplices de la venta de partes del cuerpo de niños no nacidos abortados por parte de la industria del aborto. Son ellos quienes, mientras afirman estar en el “lado correcto de la historia”, están en realidad en el lado equivocado de la historia, la tecnología médica y también de la ciencia. Son ellos, quienes en un momento en que la mano humana puede llegar hasta el útero para sanar o matar a los inocentes, niegan que no haya más remedio que abortar. Y son ellos, cuya ideología abortista es arcaica, bárbara y extremista, algo que los vuelve inhumanos y ciegos ante esta realidad de muerte, y sordos al clamor de los niños no nacidos para vivir y ser amados. Son ellos los que matan inocentes y nosotros los que defendemos la vida.
De modo que ningún conservador auténtico puede defender Roe v. Wade; mantenerlo no sería ni inteligente, ni prudente ni valiente. Sería absurdo, ir contra la ciencia y cobarde. Y, ciertamente, no sería conservador tolerar Roe v. Wade, que ha autorizado la muerte de más de 60 millones de bebés en el transcurso de casi 50 años.
Hay muchas razones para revocar aquella decisión abominable, entre ellas que siete abogados no elegidos en Washington, D.C. despojaron en 1973 al pueblo estadounidense de nuestra capacidad de gobernarnos a nosotros mismos con respecto a una cuestión de profunda importancia moral y espiritual. Las leyes sobre el aborto de todos los estados fueron barridas de un plumazo, reemplazadas por un marco jurídico demencial y bárbaro. Desde entonces, los no nacidos no han estado bien protegidos salvo en algunos estados.
Trump siempre ha defendido la revocación de Roe v. Wade y trabajó intensamente para que eso sucediera algún día, que bien podría estar muy cerca. Nadie serio piensa que aquella decisión fuera legal y sí que fue una atrocidad moral. Sería un avance formidable en aras de la cultura de la vida y de preservar lo que expresa la Constitución frente a una izquierda despiadada y egoísta y una elite progresista que quiere imponer su doctrina sobre los deseos de la mayoría de los ciudadanos.
El tema merece un estudio en profundidad y nada mejor que bucear en el propio proyecto de opinión del juez Samuel Alito, que revocaría Roe v. Wade, y que lanza un ataque frontal al razonamiento de la opinión de 1973 que encontró un derecho constitucional federal al aborto. El borrador de Alito está etiquetado como una opinión mayoritaria propuesta, aunque la redacción del fallo final del tribunal y la lista de jueces que lo apoyan podrían cambiar antes de la publicación final, que se espera para finales de junio o principios de julio. Del análisis del borrador, se puede destacar los siguientes pasajes importantes:
“Sostenemos que Roe y Casey deben ser anulados. La Constitución no hace ninguna referencia al aborto, y ningún derecho de este tipo está protegido implícitamente por ninguna disposición constitucional…”.
“Roe estaba terriblemente equivocado desde el principio. Su razonamiento fue excepcionalmente débil y la decisión ha tenido consecuencias perjudiciales. Y lejos de lograr un acuerdo nacional sobre el tema del aborto, Roe y Casey han inflamado el debate y profundizado la división. Es hora de hacer caso a la Constitución y devolver el tema del aborto a los representantes electos del pueblo”.
“En los años previos a [Roe v. Wade], alrededor de un tercio de los estados habían liberalizado sus leyes, pero Roe terminó abruptamente con ese proceso político. Impuso el mismo régimen altamente restrictivo en toda la nación, y efectivamente derogó las leyes de aborto de todos los Estados.… [E]l representó el ‘ejercicio del poder judicial en bruto’… y desató una controversia nacional que ha amargado nuestra cultura política durante medio siglo”.
“La conclusión ineludible es que el derecho al aborto no está profundamente arraigado en la historia y las tradiciones de la nación. Por el contrario, una tradición ininterrumpida de prohibir el aborto bajo pena de castigo criminal persistió desde los primeros días del common law hasta 1973”.
“En algunos estados, los votantes pueden creer que el derecho al aborto debería ser incluso más amplio [sic] que el derecho que reconocieron Casey y Roe. Es posible que los votantes de otros estados deseen imponer restricciones estrictas basadas en su creencia de que el aborto destruye a un ‘ser humano por nacer’… La comprensión histórica de nuestra nación de la libertad ordenada no impide que los representantes electos del pueblo decidan cómo se debe regular el aborto».
«Hace tiempo que reconocemos, sin embargo, que el stare decisis ‘no es un mandato inexorable’ y que ‘está en su punto más débil cuando interpretamos la Constitución’. Se ha dicho que a veces es más importante que un tema ‘se resuelva que que se resuelva correctamente». Pero cuando se trata de la interpretación de la Constitución, la ‘gran carta de nuestras libertades’, que estaba destinada a ‘perdurar a través de un largo lapso de edades’, le damos un gran valor a que el asunto ‘asentado bien’”.
“En muchas otras ocasiones, este Tribunal ha anulado importantes decisiones constitucionales. … Sin estas decisiones, la ley constitucional estadounidense tal como la conocemos sería irreconocible, y este sería un país diferente”.
”Casey se describió a sí mismo como llamando a ambos lados de la controversia nacional para resolver su debate, pero al hacerlo, Casey necesariamente declaró un lado ganador. … El Tribunal cortocircuitó el proceso democrático al cerrarlo a la gran cantidad de estadounidenses que disentían en cualquier aspecto de Roe. … Juntos, Roe y Casey representan un error que no se puede permitir”.
“Roe ciertamente no logró poner fin a la división sobre el tema del aborto. Por el contrario, Roe ‘inflamó’ un tema nacional que se ha mantenido amargamente divisivo durante el último medio siglo… La incapacidad de este Tribunal para poner fin al debate sobre el tema no debería haber sido sorprendente. Este Tribunal no puede lograr la resolución permanente de una rencorosa controversia nacional simplemente dictando un arreglo y diciéndole a la gente que siga adelante. Cualquiera que sea la influencia que el Tribunal pueda tener en las actitudes públicas debe provenir de la fuerza de nuestras opiniones, no de un intento de ejercer un ‘poder judicial puro’”.
“No pretendemos saber cómo responderá nuestro sistema político o sociedad a la decisión de hoy que anula a Roe y Casey. E incluso si pudiéramos prever lo que sucederá, no tendríamos autoridad para permitir que ese conocimiento influya en nuestra decisión. Sólo podemos hacer nuestro trabajo, que es interpretar la ley, aplicar principios de larga data de stare decisis y decidir este caso en consecuencia. Por lo tanto, sostenemos que la Constitución no conferir el derecho al aborto. Roe y Casey deben ser anulados, y la autoridad para regular el aborto debe devolverse al pueblo y a sus representantes electos”.
La mayoría de los Estados Unidos y de la población es pro vida. Hasta ahora, ya hay 22 estados que tienen leyes antiaborto que entrarían en vigencia automáticamente y en otros 4 estados se aprobarían legislaciones similares en caso de que se revoque Roe y Casey, que impide regular los abortos y establece límites a las restricciones en el resto del embarazo.
Una vez más, gracias a los jueces de Trump, podemos estar ante una decisión importante que pone a los Estados Unidos en el camino correcto de la cultura pro vida.