La lectura masculina
Los datos sobre índices de lectura en todo el mundo presentan un resultado preocupante, que debería ser acicate para que se tomen medidas que fomenten ésta entre un sector social completamente desatendido por las autoridades: los hombres.
Mientras vemos cómo los gobiernos y las empresas aprueban medidas de discriminación positiva a favor de las mujeres, incentivos económicos, fiscales, sociales, laborales, jurídicos y de todo tipo, que benefician claramente a las mujeres, nos encontramos con que ni siquiera se está prestando la atención debida a un fenómeno que está menoscabando el potencial de la sociedad en su conjunto, como es que millones de hombres apenas leen o no leen nada.
Los informes de PISA y otros sobre el sector educativo en países como Estados Unidos, España y un largo etcétera, coinciden en algo alarmante: los chicos no le prestan la necesaria atención a la lectura y sus índices caen más que la Bolsa cuando habla algún iluminado político. ¿Nadie lo ve? ¿Lo ven y no se hace nada? ¿No importa? ¿Acaso interesa que esto suceda y que millones de chicos no lean? Lamentable, pero cierto. No hay ninguna medida que evite que esto continúe.
Pero ¿por qué sucede? ¿Por qué la lectura interesa cada vez menos a los hombres? El acceso a otras formas de ocio que requieren menos esfuerzo, es una de las causas, pero no la única. No es que los hombres le tengan fobia a leer o algún impedimento genético. Entonces ¿qué?
Para empezar, algunas de las razones que lo explican es que muchos de los libros que se obligan a leer a los estudiantes son un verdadero suplicio, muchos de ellos no pueden interesar jamás a un chico; a una chica sí porque ellas tienen otros intereses y gustos. Los hombres adultos no encuentran con facilidad libros que puedan interesarlos porque muchos de los que se publican están enfocados hacia un público mayoritariamente femenino. Son todos esos títulos prescindibles que pueblan las librerías y que poco o nada tienen que ofrecerle a un público lector masculino (tampoco al público femenino inteligente, pero ese es otro tema). Los libros que sí pueden interesarles, obtienen poca visibilidad o ninguna, son complicados de encontrar y, cada vez más, se publican menos títulos. Los argumentos giran hacia fórmulas que resulten atractivas para las mujeres (por eso leen esos libros y no otros), pero ningún aliciente ofrecen al lector masculino, que va marginando la lectura de forma creciente.
Esto explica en gran medida los bajos índices de lectura masculinos. No se está haciendo nada por potenciar la lectura entre los hombres, de modo que vemos a generaciones enteras que están perdiendo la capacidad de comprensión lectora y de leer. Es el colmo que generaciones de hombres de hace décadas, cuando la educación no estaba extendida como ahora, leyeran más que ahora. Incluso aquellos hombres sin grandes estudios leían novelas pulp del oeste o novela negra y bélica. Pero leían, ahora es que ni eso.
¿Y esto preocupa a alguien? No parece, o a muy pocos. Desde luego no a los colectivos feminazis, que sólo se miran el ombligo y más abajo, con una visión totalmente miope y discriminadora. Esto incluso se puede entender, dado el fanatismo y sectarismo del que siempre hacen gala, pero que no haya voces de hombres y mujeres cabales (o muy pocas) en otros estamentos sociales que alerten sobre este fenómeno y reclamen medidas, es para tomar nota.
El tipo de libros que se recomiendan desde las instancias educativas, que se exponen en las librerías y que se publican mayoritariamente (basura encuadernada para lectoras que tragan con todo), son razones que explican esos bajos índices de lectura masculina. Es necesario adoptar medidas ya para atajar una situación que está perjudicando la pluralidad de contenidos y el acceso a la lectura de millones de hombres. Si cada vez hay menos libros que merecen ser leídos por hombres, es lógico que cada vez lean menos. Porque a ver quién es el guapo que se mete entre pecho y espalda según qué novelas que se están editando actualmente, y que podemos catalogar de malas a malísimas, y para un público lector femenino.
Así las cosas, no es de extrañar que los hombres se refugien en los deportes, los videojuegos y las pocas novelas que aún merecen ser leídas. Visto lo visto, habrá que empezar a valorar en los informes la calidad de lo leído antes que la cantidad.