Las operaciones militares en curso han logrado que los Talibán se retiren del Valle del río Helmand. Muchos de ellos se han atrincherado en los suburbios de Lashkar Gah, la capital de la provincia. Los Marines intensificarán ahora las operaciones de despliegue en la vecina provincia de Kandahar, cuna de los Talibán, y uno de sus bastiones.
El objetivo de controlar las ciudades para aislar a los Talibán, sigue su marcha con razonable éxito, pero aún quedan núcleos urbanos por conquistar.

La intensificación de los combates ha provocado que aumenten las bajas entre los soldados. A mediados de julio, ya son 46, un incremento brutal. Pero es el precio por estabilizar la región y proporcionar seguridad a millones de afganos, controlar el territorio, y derrotar a los Talibán. Precisamente muchas de esas bajas son causadas por efecto de las bombas que colocan éstos, y de las que les hablaba hace unos días, que hacen explosión de improviso al paso de las patrullas a pie o en vehículos.

La doctrina de los generales Petraeus y McChrystal para esta operación, sigue siendo la misma que al inicio de la misma: conquistar, controlar y quedarse. Se trata, en último término, de aislar, expulsar o aniquilar a los Talibán de los núcleos urbanos, y después implementar políticas civiles y de reconstrucción, con el fin de asegurar los avances conseguidos.

Además, se están llevando a cabo operaciones adicionales en otras provincias donde hay numerosa presencia Talibán. Nos encontramos, pues, ante uno de los momentos claves en la nueva estrategia norteamericana en Afganistán.