Trump, Biden y el ejército
La situación del ejército estadounidense se explica rápido: nadie hizo tanto como Trump para reconstruirlo y nadie está haciendo tanto como Biden para destruirlo. Lo que sucede en Afganistán en estos días no es más que una muestra de algo que algunos ya veníamos avisando que iba a suceder.
Siete meses después de entrar en la Casa Blanca gracias a un fraude electoral que se ha convertido en una mancha en la historia de este país, Joe Biden y la Camarilla de izquierda radical que lo controla están haciendo lo que ningún adversario ha logrado jamás: destruir el ejército de Estados Unidos y su prestigio. Lo que nunca ha sucedido desde afuera, ahora está sucediendo desde adentro. La capacidad de nuestras Fuerzas Armadas para disuadir a los enemigos de no ir la guerra y realizar operaciones militares en defensa de nuestra nación está siendo socavada por los responsables de la preparación para cumplir estas misiones.
Las políticas de defensa de Joe Biden están destruyendo el ejército y nuestros enemigos lo saben. Los Talibán lo saben. China lo sabe. Rusia lo sabe. Y hasta la vecina cotilla lo sabe. Consciente o no, está terminando lo que comenzó Obama. Y no sólo eso, sino que está destruyendo también nuestro país.
En 1986, el presidente Ronald Reagan promulgó la Ley de Reorganización del Departamento de Defensa de Goldwater-Nichols. Requiere, entre otras cosas, que las órdenes para las operaciones militares deben pasar del presidente, a través del secretario de Defensa y luego directamente a los comandantes de nuestros 11 comandos combatientes unificados. El Estado Mayor Conjunto – los generales y almirantes que encabezan cada rama de nuestras fuerzas armadas – no están en esta «cadena de mando», pero son responsables de asegurar que los comandantes combatientes cuenten con personal, armas y equipo debidamente capacitados para cumplir con sus objetivos, misiones geográficas y funcionales. También están obligados a asesorar al presidente y al secretario de Defensa sobre estrategia, política, formación y preparación.
Hoy, la preparación de nuestras Fuerzas Armadas se ve afectada negativamente por el adoctrinamiento a nuestros soldados, marineros, aviadores, guardias e infantes de marina en tonterías políticamente correctas como la teoría crítica de la raza, el racismo sistémico, el «privilegio blanco», conceptos feminazis y el “despertar”. Conceptos que están pudriendo la nación de adentro hacia afuera. Tratar de imponer toda esta basura izquierdista a nuestros militares es meter un cáncer y hay que combatirlo.
La retención de oficiales subalternos e intermedios está cayendo como una piedra. Los reenganches han bajado. Los reclutadores están renunciando a los estándares que alguna vez se consideraron importantes. Sin embargo, el Estado Mayor Conjunto lo ve bien. Salir de Afganistán sin un buen plan significa provocar otra crisis innecesaria. Pero a Biden y al Estado Mayor Conjunto, muy sensibles ellos, no les importa.
La política nefasta de Biden lo impregna todo y todo lo destruye. En un testimonio reciente ante el Congreso, se le preguntó al presidente de JCS, el general Mark Milley, por qué se requiere que el personal militar estadounidense aprenda la teoría crítica de la raza. En su respuesta, nuestro oficial militar de mayor rango afirmó que leyó libros de Mao, Marx y otros enemigos de la libertad. Nosotros también, porque queríamos saber más sobre nuestros adversarios y sabemos que no son los adecuados para nuestro ejército.
Hay dos problemas serios con la respuesta del general. Primero, nuestras tropas no están aprendiendo voluntariamente la teoría crítica de la raza y otras tonterías supremas de la izquierda radical. Se ven obligados a hacerlo. En segundo lugar, la teoría crítica de la raza y el “despertar” no se ofrecen como evidencia de cómo piensa nuestro enemigo. Se presenta como lo que está mal en nuestro país y se inculca en la mente de los jóvenes como un hecho. Se los está lavando el cerebro con ideas absurdas. No es una opinión, es un hecho verificable.
Los miembros del Congreso deberían preguntar a todos nuestros oficiales militares superiores cómo la enseñanza de la teoría crítica de la raza y demás idioteces de izquierda mejoran la capacidad de combate, el liderazgo, la preparación o la moral. Si no es así, ¿por qué enseñarlo? ¿Cómo es que enseñar a nuestras tropas que el país al que juraron servir y proteger es malvado e indigno de su lealtad? ¿Cómo puede eso construir espíritu de cuerpo? ¿Cómo pueden las tropas en combate saber que sus compañeros guerreros les respaldan cuando se les ha enseñado a desconfiar unos de otros por motivos de raza o ideología?
Todo esto es un auténtico veneno que está destruyendo el ejército desde dentro. He podido comentar con muchísimos veteranos por qué se ofrecieron como voluntarios para servir de uniforme e ir a misiones peligrosas cuando era necesario. Casi todos dieron prácticamente la misma respuesta. Se unieron, sirvieron y arriesgaron la vida porque aman a nuestro país y confían en sus compañeros de armas. Para ellos, Estados Unidos significa libertad, honor, liderazgo, oportunidad y determinación; principios alentados a lo largo de su servicio. Ahora, gracias a Biden y algunos de los altos mandos del Pentágono, nuestras tropas están aprendiendo todo lo contrario. Y, claro, eso se nota en la preparación y el desempeño en las misiones.
Al servir en el Cuerpo de Marines, el lema era semper fidelis – «siempre fieles». Hasta el día de hoy, semper fidelis es más que un eslogan. Es una forma y una actitud de vida que significaba ser siempre fieles a Dios, al país, al Cuerpo y a los demás. ¿Y hoy día? Ahora se les pide a nuestras tropas que sean fieles a un sistema de creencias de izquierda que niega a Dios, destruye nuestro país, socava la preparación militar y hace que los miembros del servicio desconfíen unos de otros. La conclusión es que Biden y sus titiriteros izquierdistas están destruyendo nuestras Fuerzas Armadas. Lamentablemente, están siendo asistidos en ello por generales débiles y almirantes que juegan a la política.
Ante este panorama, Trump y un puñado de militares verdaderamente patriotas y leales están luchando para no perder todo cuanto se hizo durante su Administración. Las elecciones midterm de 2022 y, sobre todo, las presidenciales de 2024, brindarán al pueblo estadounidense otra nueva oportunidad para afirmar su devoción a la Constitución de los Estados Unidos y al estilo de vida estadounidense mediante al apoyo a las políticas MAGA del presidente Trump.
Los líderes de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, hicimos un juramento de defender a los Estados Unidos de todos los enemigos, extranjeros y nacionales. En la actualidad, nuestro país se enfrenta ahora a enemigos aquí y en el extranjero. Esta es la realidad que los medios cómplices del fraude electoral esconden a los ciudadanos.
La inmensa mayoría de los oficiales veteranos creemos que Donald J. Trump ha sido probado como pocos presidentes y es el líder necesario para afrontar estos peligros una vez más. Las próximas citas electorales serán las más importantes desde que se fundó Estados Unidos. Nos jugamos su futuro. Con el Partido Demócrata dando la bienvenida a socialistas y comunistas, y abriendo la puerta de nuevo a los Talibán y los radicales islamistas, está en juego nuestra forma de vida histórica y los valores tradicionales que hicieron grande a este país y un referente de las libertades y la democracia. La seguridad nacional está en juego y el factor desencadenante es interno.
Ya durante la Administración Obama / Biden, las Fuerzas Armadas fueron sometidas a una serie de recortes presupuestarios mal meditados y que las debilitaron. Ahora, los demócratas se han comprometido una vez más a recortar gasto en defensa, socavando nuestra fuerza militar, preparación y objetivos estratégicos. Cada política que está desplegando Biden y esa Camarilla fraudulenta que está detrás de él, tales como la oposición a la seguridad fronteriza, su promesa de regresar al desastroso acuerdo nuclear de Irán, los recortes planificados al gasto militar, el abandono de Afganistán sin un plan serio, etc, dejan a Estados Unidos más vulnerable.
Las políticas fuertes del presidente Trump disuadieron a nuestros enemigos de la agresión, pero la agenda de la Administración Biden / Harris crea una situación potencialmente peligrosa para el país durante una época de grandes amenazas internas y externas a nuestra nación.
Sólo Trump, comprometido con unos Estados Unidos fuerte, continuará asegurando nuestras fronteras, el fortalecimiento de las Fuerzas Armadas, la derrota de nuestros adversarios y la restauración de la ley y el orden a nivel nacional e internacional.
Al día de hoy, las academias militares del país y sus universidades están tomadas por think tanks e ideólogos de izquierdas cada vez más radicales. Quienes controlan a Biden, incluida su esposa, están destruyendo Estados Unidos. Lo reitero una vez más porque es el fenómeno más significativo de este año.
Mis fuentes en la Casa Blanca y el Pentágono me confirman que Joe Biden tampoco tiene una gran idea de lo que está pasando o su verdadero alcance, sumido en una neblina senil, y no es más que una marioneta. Simplemente deja hacer a quien manejan los hilos ahora, bien conectados con el Partido Comunista Chino. Por eso mismo, la Administración Biden se ha convertido de hecho en la peor amenaza para nuestro país. Lamentablemente, sus políticas izquierdistas van camino de convertir a muchos de nuestros militares en un montón de mariquitas sensibles, despiertos y afeminados incapaces de ganar nada. Si Biden y la Camarilla que lo llevó a la Casa Blanca dejaran de preocuparse e imponer cuestiones como la teoría crítica de la raza, el “despertar” y tantas otras tonterías de izquierda en las Fuerzas Armadas, y en cambio se ciñeran a los planes estratégicos de Trump, no habría sucedido lo que está pasando en Afganistán ni los Talibán dominarían el país.
La opinión generalizada entre los veteranos, que no vamos a permitir que esto pase, es que nuestros enemigos están vitoreando mientras Joe Biden destruye los Estados Unidos y los demócratas de nuevo cuño, cada vez más radicales en su orientación socialista, se regocijan por su negligencia política y patriótica.
Este es el momento oportuno de recordar las sabias y acertadas palabras de uno de nuestros Padres Fundadores, Thomas Jefferson: «El gobierno algún día será corrupto y estará lleno de mentirosos, y la gente acudirá en masa al que dice la verdad».
Ese, hoy por hoy, es Donald Trump, le pese a quien le pese, quien sigue teniendo la lealtad de la mayoría de los héroes militares. Al exponer lo que está sucediendo en las Fuerzas Armadas, al igual que con el fraude electoral, estamos salvando en última instancia la democracia y el país mismo de los enemigos socialistas que buscan destruirlo.