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Tercer debate Obama McCain

En la Hofstra University, en Hempstead, Nueva York, todo estaba dispuesto para darle el pasaporte definitivo al candidato Republicano John McCain. El pasaporte a la derrota, por la que apuestan entusiasmados la mayoría de los medios de comunicación, insultantemente imparciales e insultantemente manipuladores. ¿Quién dijo libertad de prensa?

Pero la realidad es tozuda. McCain es tozudo, y el 4 de noviembre aún no ha llegado. El tercer debate entre McCain y Obama no ha servido para que el Demócrata se destacara. En cambio, hemos visto al Republicano a la ofensiva y combativo. Si bien, justo es reconocer que tampoco ha terminado de machacar a su rival como debería y podía haber hecho.
Sentados frente a frente, McCain ha sacado algunas de sus cartas y ha protagonizado momentos brillantes. Ha marcado las distancias con Obama en temas como los impuestos, el aborto, los gastos, la educación, el nombramiento de jueces para el Tribunal Supremo, y el libre comercio. Ha recordado al Demócrata su nefasta relación con William Ayers y sus conexiones turbulentas con ACORN, ese grupo partidario de Obama que está siendo investigado por un intento masivo de fraude electoral en más de diez Estados.
McCain ha estado sólido en economía y Obama se ha limitado a defenderse con formas correctas y no desentonar. Sabe que hoy día la imagen vende bien aunque esa imagen esconda sorpresas. Pero, ¿a quién le importa eso mientras puedan ver su cara bonita y escuchar su pico de oro?

El Republicano ha sabido acertar con su enfoque de los impuestos y la metáfora de Joe Wurzelbacher, Joe the Plumber, (el Fontanero), y las diferencias entre una Administración Obama y una Administración McCain, con el reflejo directo en el ciudadano común.
Al apelar al ciudadano medio, McCain ha llegado a millones de americanos, se ha puesto del lado de esa sociedad que quiere franqueza y no más retórica Demócrata, que se queda en gestos y palabras bonitas; las de Obama. McCain ha desenmascarado a Obama como el candidato que quiere subir los impuestos. Lo sabe Joe El Fontanero y lo sabe todo el mundo. Un afán de redistribuir riqueza quitándosela a los que trabajan por conseguirla.

Las constantes referencias de Obama al Presidente Bush en esta campaña, han tenido al fin dura contestación por parte de McCain, quien le ha espetado con toda la razón del mundo: “Senador Obama, no soy el Presidente Bush. Si quería enfrentarse al Presidente Bush, debió haberse presentado hace cuatro años.»
Lo mismo vale para todos los críticos que se empeñan en identificar a McCain con Bush. De verdad, todos ellos deben superarlo. Bush ya les ganó por goleada hace cuatro años. Que den gracias a que McCain es el candidato, porque Bush ya habría aplastado a Obama sin contemplaciones, como hizo con Kerry.

McCain ha optado por una campaña limpia y respetuosa, sin ataques personales; está por ver que eso le consiga los votos que necesita para ganar, pero dice mucho de él como persona.
En general, Obama ha estado peor que en los anteriores debates en cuanto a los contenidos, pero ha vuelto a proyectar imagen presidencial, algo que no se puede minusvalorar porque tiene un peso importante.
Por el contrario, McCain se ha mostrado firme, emotivo y sincero. Cualidades que veremos cómo cotizan el 4 de noviembre. Pero al día de hoy ni está derrotado ni ha tirado la toalla. Más bien al contrario, aprieta el acelerador de la campaña, mete presión y ofrece la sensación de que cualquier cosa puede suceder.

Las encuestas internas de los partidos, ésas que no aparecen manipuladas en los medios, apuntan a una lucha dura y feroz por un puñado de votos decisivos en los swing states. Donde se librará la batalla final y se decidirá el próximo presidente.
John McCain no lo tiene fácil, al contrario, todo está en su contra, pero el resultado no está decidido ni mucho menos, como pretenden vender los Demócratas o la inmensa mayoría de los medios de comunicación. Obama puede ganar y lleva ventaja, aunque no tanta como anuncian algunas encuestas partidistas. Son apenas unos puntos que pueden cambiar de sentido en esta recta final.

La victoria Republicana depende más que nunca de John McCain, si le pone las ganas necesarias y la estrategia acertada, aún la tiene al alcance de la mano. Obama descuenta la victoria el 4/N, pero este año la clásica sorpresa electoral de octubre bien podría llegar en noviembre, venir de Arizona y llamarse John McCain, el cuadragésimo cuarto Presidente de los EE.UU.
Queda campaña por delante y el resultado es incierto. Sólo después de votar el 4/N, conoceremos la decisión definitiva del pueblo americano y al nuevo Presidente.


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