La música no sólo es vitalidad y placer para quien escucha, alegra la vida, permite construir refugios emocionales y es una inyección de energía y entusiasmo. Además, puede contribuir a que la vida sea más larga y satisfactoria.
Un estudio de la Universidad de Maryland (EE.UU), entre cuyos autores se encuentra el profesor de Medicina Michael Miller, ha demostrado que escuchar la música que a uno le gusta más, es bueno para el sistema cardiovascular. Michael Miller ya demostró que la risa beneficia la salud del corazón y las arterias.
En su estudio, realizado con un grupo de jóvenes, la mayoría hombres no fumadores, con una media de edad de 36 años, comprobó que al escuchar su canción preferida, el diámetro de sus vasos sanguíneos, medido en la parte superior del brazo, aumentaba un 26%, de manera que también lo hacía el riego sanguíneo.
Por el contrario, la música estresante hacía que los vasos sanguíneos se estrecharan un 6%.
La mayoría de los participantes en el estudio, eligieron una canción country como su preferida y señalaron la música “heavy” como angustiante.
Para los investigadores, la explicación a este fenómeno se encuentra en las emociones que despiertan los diferentes tipos de música. Así, escuchar ritmos alegres o una canción que nos hace sentir bien, provoca un sentimiento de bienestar que, a su vez, es capaz de influir en el tejido que recubre el interior de los vasos sanguíneos, haciendo que se dilate y permita un mayor flujo sanguíneo.
En el otro extremo, la música que aumenta nuestra ansiedad actúa en el sentido contrario, disminuyendo el calibre de arterias y venas, lo que podría tener un posible efecto perjudicial, si bien este extremo aún no ha sido demostrado fehacientemente.
La música también es la aliada perfecta para correr o caminar, puesto que tiene un poderoso efecto de motivación, importante a la hora de cumplir objetivos de ejercicio físico.
Por tanto, música para el corazón, el cuerpo, y el equilibrio del espíritu y el alma. Medicina al alcance de todos.