Las fuerzas especiales del siglo XXI
Si hay una fuerza en crecimiento dentro del Pentágono, ése es el Comando Conjunto de Operaciones Especiales, encargado de coordinar a los soldados mejor preparados de EE. UU. Su presupuesto representa oficialmente el 1,7% del Pentágono, lo que se traduce en más de 10.000 millones de dólares al año, y es, por tanto, una de las mejores y más rentables inversiones en defensa.
Las actividades que desarrollan las fuerzas especiales han experimentado una expansión sin precedentes en los últimos trece años, y desde el 11 de septiembre de 2001, el número de efectivos se ha duplicado y el presupuesto del USSOCOM se ha cuadruplicado. Este crecimiento no es pasajero y la naturaleza de las operaciones bélicas y de seguridad que deberá afrontar EE. UU en años próximos hace prever que el número de efectivos de fuerzas especiales crecerá hasta 70.000 aproximadamente. Son estos soldados, que deben superar unos requisitos físicos y psicológicos muy exigentes, y capacidades excepcionales para llevar a cabo todo tipo de misiones, los que marcarán el referente del tipo de soldado del siglo XXI.
Las ventajas de las fuerzas especiales son sus altas prestaciones, flexibilidad operativa, la reducción de posibles conflictos bélicos abiertos, el ahorro de gastos al evitar costosos despliegues navales, de infantería y bombardeos masivos, y la seguridad de poder ejecutar misiones tipo comando en cualquier lugar del mundo en pocas horas y con altas probabilidades de éxito.
Son los soldados de las fuerzas especiales estadounidenses los primeros que se benefician de los avances tecnológicos en materia de defensa y también los que van a experimentar en primera persona con algunas de las prioridades tecnológicas para los próximos años: un exoesqueleto armadura que permita la movilidad del soldado sin exponer partes vitales del cuerpo y obtener un punto adicional de fuerza para derribar puertas, cargar grandes pesos o desplazarse a más distancia. La idea es que el soldado de fuerzas especiales pueda actuar con más garantías de victoria en entornos hostiles, con ayuda de la última tecnología, pero sin prescindir del elemento humano y la inteligencia, que siempre han sido inherentes a las fuerzas especiales. En los proyectos en los que ya se trabaja para lograr un exoesqueleto armadura, el proyecto TALOS, es prioritaria la tecnología de software capaz de realizar análisis de riesgos, computación de datos y de imágenes satélite interactivas, análisis de movimiento de objetivos, comunicaciones por satélite, etc, que nos permitan coordinar y dirigir a las tropas a distancia y en tiempo real. Otras ideas que ya están en desarrollo por empresas contratistas de defensa destinadas al SOCOM son el helicóptero de seis rotores, con cámara y fusil incorporado para disparar a distancia de día o de noche, el drone con forma de helicóptero de juguete del tamaño de la palma de la mano que puede ser lanzado en operaciones de infiltración para ver el entorno, o el submarino autónomo Proteus capaz de cargar torpedos, entre otros muchos proyectos en desarrollo que revolucionarán los conflictos bélicos.
Sin embargo, lo verdaderamente importante seguirá siendo la preparación de los comandos de operaciones especiales, cada vez más exhaustiva y especializada en actividades como tiro de precisión, paracaidismo, ataque anfibio, rescate de rehenes, combate antiterrorista, inteligencia,
armamento, tecnología, informática, topografía, transmisiones, asistencia médica y sanitaria, instrucción de combate, defensa personal, captura de prisioneros de guerra, técnicas de interrogatorio, resistencia a interrogatorio, escape, evasión, supervivencia, planificación de ataques, coordinación en equipo, infiltración aérea, y un largo etecétera, que siguen siendo hoy la base de la excelencia de los soldados de operaciones especiales. Son los duros y exigentes entrenamientos a los que se someten las fuerzas especiales de Estados Unidos, con la mejor tecnología de vanguardia, las maniobras más realistas y completas, y los conocimientos más avanzados, los que marcan la diferencia con respecto a otros soldados del país y del resto del mundo, lo que los convierten en los soldados del siglo XXI.
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