La victoria de Trump en Siria
El ataque a la base aérea siria de Shayrat con 59 misiles Tomahawks, ordenado por el Presidente Trump, y lanzados desde los destructores USS Porter y USS Ross, en respuesta al ataque químico con gas sarín del régimen de Assad contra población civil (una masacre en la que han muerto más de 80 personas, mujeres y niños incluidos, y ha provocado más de 200 heridos), algo que no es la primera vez que hace, ya causó otra masacre en Guta al matar a más de 1.400 personas con armas químicas, y en otros tres ataques químicos entre 2014 y 2015 (ataque en marzo en Idleb), con la complicidad del régimen de Putin, ha sido una victoria política contundente y una demostración de liderazgo militar en una región devastada por una guerra que dura seis años y que contabiliza más de 450.000 muertos, más de 11 millones de refugiados dentro y fuera del país, y alrededor de 8,4 millones de menores afectados por la guerra de una u otra manera. El ataque ha permitido alcanzar varios objetivos de distinta índole: militar y político. Se han eliminado de un plumazo las capacidades de abastecer de combustible, el potencial devastador de una parte de la aviación que operaba desde esa base aérea, las funciones de los radares y el alcance operativo de la misma.
A nivel político, la decisión del Presidente republicano ha lanzado un mensaje tajante y necesario a varias bandas: al régimen de Bashar al-Assad, a los yihadistas del ISIS, a Rusia y a Putin, a los ayatolás de Irán, a Corea del Norte, a Europa, a la OTAN y a la ONU. El liderazgo de Estados Unidos ha regresado y no se van a tolerar determinados comportamientos en la escena internacional: uso de armas químicas contra la población civil (las pruebas fisiológicas recogidas, analizadas y verificadas por la inteligencia americana y por expertos de la Organización Mundial de la Salud en el ataque sirio son indiscutibles), provocaciones nucleares, terrorismo indiscriminado, hacer lo que a cada uno le salga de la patilla… En fin, ese tipo de cosas a las que se había acostumbrado el señor Putin, al-Assad, los ayatolás iraníes, y otros personajes que nos alegran la vida diariamente con sus salidas de tono, y que se van a acabar o a encontrar cumplida respuesta estadounidense.
La imprevisibilidad, la prevención y el factor sorpresa, junto a la respuesta militar, se han convertido así en una opción real para el Presidente Trump, no en meras palabras ni en retórica hueca. Esta rápida acción militar, justificada, apropiada y equilibrada, lanza otro mensaje: ningún país, ningún medio de comunicación ni la opinión pública van a determinar las decisiones de este Comandante en Jefe en cada momento. Porque este tipo de acciones son una parte fundamental de la política que hará América grande otra vez, esa política que busca la paz a través de la fortaleza, que votaron millones de americanos y que hemos respaldado masivamente sus votantes en las encuestas posteriores al ataque con un 83% de apoyo popular y con el 57% entre toda la población. Cifras de apoyo que siguen aumentando conforme se conocen las barbaridades que se están cometiendo en Siria y el enfoque del Presidente Trump a este conflicto.
El ataque militar también ha sido respaldado por los aliados de Estados Unidos y por la mayoría de los estadounidenses, incluso los que no votaron a Trump, pero también ha servido para desenmascarar a aquellas bases o apoyos falsos en la población, en otros países o en los medios, que lo apoyaban hasta ahora y que de repente se muestran tibios y desleales, cuando no traicioneros o hipócritas, en cuanto hay una acción que no es de su gusto o que no entienden en absoluto. Los Judas actuales, que nunca faltan. Los cobardes que huyen a las primeras de cambio. Nada que no conozcamos ya. Algunos medios, líderes y sectores no han entendido este ataque de Trump porque realmente no entienden el alcance de la política de este Presidente, que no va a tener inconveniente en adoptar las decisiones que mejor convengan a Estados Unidos, al margen de doctrinas, ideologías, posturas, opiniones y comentarios que se puedan hacer. Y esto hay que puntualizarlo porque ha sido el Presidente el responsable de pasar a la acción mientras otros hacían la vista gorda y reculaban vergonzosamente: Obama, la ONU, la OTAN, la Unión Europea, la prensa y buena parte de la población occidental. El tiempo y los hechos demostrarán que ha sido una decisión acertada que va a fortalecer el liderazgo americano y pondrá las bases para controlar el conflicto sirio. Los medios que sí lo han apoyado, aquí en Estados Unidos, están haciendo un encomiable esfuerzo para explicar el alcance de lo que esto significa realmente. Y es justo reconocerlo.
Donald Trump ha bombardeado al régimen sirio, sí, también a los radicales islamistas del ISIS que combaten en Siria e Irak, sí. Y lo seguirá haciendo siempre que sea necesario, se crucen límites y responda a los intereses de Estados Unidos o siempre que ciertas actitudes y acontecimientos en el exterior así lo demanden, sin importar lo que opinen los periodistas y analistas de una tendencia u otra, los ciudadanos que no se enteran nunca y los que dejan de enterarse ahora, de Rusia, de Putin, de los chinos y de Xi Jinping, de Irán, de los sectores que quieren controlar lo que haga Trump a su conveniencia, de seguidores o de críticos. La política de Estados Unidos la decide el Presidente Trump en cada momento basada en la mejor información de inteligencia disponible, el consejo de sus asesores, su propio criterio y el interés nacional. No entender esto, significa no enterarse de lo que va a ser esta presidencia los próximos años. Amén de no tener ni zorra idea de cómo gestiona Trump los temas.
Pensar que porque Trump bombardee ha claudicado ante el establishment o cambiado su pensamiento es erróneo, profundamente equivocado, política ficción y no conocerlo en absoluto. Pensar que se ha traicionado a sí mismo, es no haber comprendido su mensaje, su agenda, su política y no comprender sus movimientos estratégicos. En suma, es hacer divagaciones intelectuales sin base y sin sentido, muy lejos de la realidad que se vive y se decide en el Despacho Oval.
Trump llegó a la presidencia prometiendo una América fuerte en casa y en el exterior. Y en verdad que está cumpliendo su palabra en respuesta a los acontecimientos que se van sucediendo, con la flexibilidad necesaria para adoptar las mejores decisiones en aras de la seguridad y el interés nacional. Siria es una pieza. Corea del Norte, otra. ISIS un objetivo en franco retroceso sobre el terreno. Trump está siendo fiel a sí mismo y adoptando decisiones inteligentes, por eso la mayoría de sus votantes y asesores lo apoyamos completamente en el tema del bombardeo de Shayrat, que ha sido indispensable para recuperar el control y el liderazgo en Oriente Medio, para tratar de solucionar la sangrienta guerra en Siria, así como sentar las bases de una política exterior fuerte y sólida.
La decisión de bombardear la base militar siria ha sido correcta, la he defendido en público y en privado ante quien corresponde, y seguiré haciéndolo. Se trata de un movimiento estratégico en un plan más amplio, una respuesta necesaria y justa, que nos permitirá garantizar la hegemonía norteamericana en una parte vital del planeta y hacer frente a los tiranos crueles que intentan pasarse normas de guerra básicas por el arco del triunfo. El escenario internacional tiene abiertos varios frentes en los que Estados Unidos ha hecho muy poco en estos años. Con el Presidente Trump las decisiones se van a acelerar, como ha sucedido al hacer frente al régimen de Bashar al-Assad, al régimen de Kim Jong-un en Corea del Norte, o al de Putin, que tiene enfrente ahora a un verdadero líder americano en muchos años al que no puede manipular a su antojo.
El presidente Trump ha sabido leer la situación con habilidad, algo que no ha hecho mucha otra gente, ha sabido gestionar bien el problema y tomar las decisiones adecuadas, de forma proporcionada y rápida. Y seguirá haciéndolo. Esto constituye una fortaleza de su carácter y señala con claridad el liderazgo americano que va a ser seña de identidad de la América de Trump. Algunos, la verdad que pocos, más fuera del país que dentro, se preguntan si hay motivos para seguir apoyando al Presidente Trump después de su decisión de afrontar el problema sirio. La respuesta es nítida: sí, más que nunca. La victoria de Trump en Siria ha resonado en todo el mundo, y no será la última victoria.