Los libros en abril y mayo
Abril y mayo son meses maravillosos. Empieza la primavera y en ciudades de toda España se celebran ferias del libro, días del libro y actos relacionados con los libros. Me ha pillado, lo que me gusta es que los libros cobran protagonismo. Culpable. Soy un fan de los libros, esos objetos que atesoran historias que nos hacen volar y soñar.
Más allá de las anécdotas a las que se quiere dar protagonismo (selfies, firmas, presentaciones pomposísimas…) lo que me interesa de ese tinglado son los libros en sí mismos, encontrar nuevos títulos, reencontrarme con las novedades de mis autores favoritos y descubrir autores que me cautivarán con su talento.
Lo interesante de esta primavera cultural es que no conoce fronteras y las ferias de libros se extienden por doquier, lo mismo en Madrid que en Nueva York. Hay un ambiente propicio para que germinen novedades editoriales y a los que disfrutamos con la lectura se nos presenten alicientes irresistibles.
Hasta temas de importancia que afectan al mundo cultural, como la piratería, el cobro de derechos de autor tras la jubilación o los nuevos canales de ventas, se colocan en el centro del debate. Al menos de algunas personas y medios que ven los libros como algo más que un objeto para lograr una firma o un selfie, como ese producto cultural que mueve toda una industria que da empleo a miles de personas y que tiene un potencial de creación de riqueza todavía mayor si se aplicaran políticas más inteligentes.
Qué bueno sería que aprovechando el impulso de las ferias de libros y los días de libros y los actos sobre libros, se diera solución a los problemas reales que afectan al sector, más allá de la pose políticamente correcta. Mientras en países como Estados Unidos se cuida y mucho la cultura en general, y los libros en concreto, en España van camino de convertir el sector en una pocilga donde los cuatro cerdos bien conectados se alimentan de los presupuestos del estado, de una u otra manera, y sólo dejan espacio para otros cerdos y cerdas, y van rebajando la calidad de los libros hasta ofrecer basura.
Entretanto, los amantes de la cultura podemos afanarnos por encontrar esos libros que todavía sean capaces de hacernos emocionar.