Literatura políticamente correcta
Todos lo vemos, lo leemos y lo sabemos, pero pocos nos atrevemos a decirlo y denunciarlo: lo políticamente correcto también ha llegado al mundo de la literatura. Cada vez es más complicado encontrar novelas que se salgan de lo socialmente aceptado y lo que imponen las políticas oficiales que impulsan determinados lobbies.
Sí, se trata de literatura políticamente correcta en la que se nos presenta un mundo ideal en el que ¡oh, casualidad! en las tramas argumentales se ve una paridad sospechosa entre hombres y mujeres; blancos, negros, hispanos y asiáticos; heterosexuales, homosexuales, lesbianas, bisexuales, transexuales… (aggghhh me canso, esto no termina nunca)…; tendencias políticas conservadoras y liberales; etc, etc. Un mundo que parece trazado con cuotas políticamente correctas, en el que los hombres aparecen como seres sensibles que te destrozan con una mirada y mujeres aguerridas que te caes de espaldas. O sea, basura literaria, cualquier cosa menos la realidad que todos vemos a la vuelta de la esquina.
La influencia de algunos lobbies también ha llegado a la literatura, no lo dude. Y se nota cuando un libro refleja simplemente la realidad plural, que también los hay, a cuando impone un universo literario políticamente correcto para adaptarse a la moda imperante, ser más asequible al gusto de los lectores (lectoras, puntualicemos, que son las que más demandan este tipo de literatura superficial y artificial) y lograr más ventas, premios y presencia mediática y social.
La narrativa que reivindica contar el mundo tal y como es, con sus luces y sombras, quiere ser marginada por la gazmoñería que domina a estas sociedades occidentales obsesionadas con implantar los objetivos que marcan los lobbies feministas, raciales o de los grandes medios de comunicación.
Un nuevo vicio asola la profesión de escritor: el absurdo intento de caer bien a todo el mundo, de convertirse en los más guays, enrollados y populares del cotarro. Se está dejando a un lado la calidad literaria y la originalidad de las novelas para adentrarse en el territorio de lo políticamente correcto, donde nadie se sale del guión establecido y todos cuentan, básicamente, las mismas historias cortadas por el mismo patrón.
Hay excepciones, por supuesto. Escritores pulcros que adoran escribir bien y lo hacen de maravilla, lejos de las fórmulas de lo políticamente correcto, derrochando talento y verdad en sus letras. Pero, no se engañe, cada vez quedan menos. Cada vez son más los escritores que necesitan venderse a los lectores, a las editoriales, a los medios y a una sociedad hipócrita que exige el precio de la corrección política para elogiar, admirar o reconocer un libro o a un autor.
Los que nos salimos de ese formato cuadriculado, somos poco menos que los apestados de la literatura, los outsiders, unos fueras de la ley literaria, del establishment y de lo que se acepta públicamente. Cada vez es más difícil tratar algunos temas y aspirar al éxito o que se te reconozca públicamente.
Todo esto que les cuento es especialmente palpable en España, donde se imponen la tontería social y literaria hasta el absurdo. Sólo las novelas de autores norteamericanos (y alguno español) mantienen un realismo sano que retrata a las personas, a la sociedad, al mundo y lo que sucede tal y como es.