Depredadores y ecosistemas
Si quiere buena información es necesario que consulte medios especializados porque los grandes medios de comunicación están más volcados en noticias de entretenimiento que en hacer buen periodismo. La revista Science es fuente de noticias de calidad y en ella se ha publicado en mayo un artículo de William Ripple, profesor en el Departamento de Ecosistemas Forestales de la Universidad Estatal de Oregón, en el que da cuenta de un análisis de 31 especies de carnívoros que demuestra por primera vez cómo las amenazas que suponen la pérdida de hábitat, la persecución por los seres humanos y la escasez de presas se combinan y nos alertan de la existencia de un problema global que afecta a la decadencia de esos mamíferos y pone en peligro el paisaje mundial, amenazando gravemente los ecosistemas del planeta.
Así, en los ecosistemas de todo el mundo, el declive que afecta a los grandes depredadores, tales como leones, dingos, lobos, nutrias y osos está cambiando el aspecto de los paisajes desde los trópicos hasta el Ártico. De acuerdo a los resultados de este estudio, más del 75 por ciento de esas 31 especies está disminuyendo y 17 de ellas ahora ocupan menos de la mitad de sus antiguos rangos. El sudeste de Asia, el sur y el este de África y el Amazonas son algunas áreas en las que varias especies de grandes depredadores están disminuyendo y, con algunas excepciones, estos animales ya han sido exterminados en gran parte de los países desarrollados de Europa Occidental y el este de Estados Unidos.
Esto es muy grave pero seguramente no se lo habrán contado en las noticias de la noche, más preocupados por informar de tonterías.
William Ripple, autor principal del artículo, lo dice muy claro: «A nivel mundial, estamos perdiendo a nuestros grandes carnívoros», y explica que muchos de ellos están en peligro de extinción local o global y están desapareciendo al tiempo que los seres humanos están aprendiendo acerca de sus importantes efectos ecológicos. Los autores del estudio, con Ripple y otros colegas de Estados Unidos, Australia, Italia y Suecia, reclaman una iniciativa internacional para la conservación de los grandes depredadores. En concreto, sugieren que este esfuerzo se inspire en la Iniciativa de Grandes Carnívoros para Europa, un grupo científico sin fines de lucro afiliado a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Los investigadores han revisado los informes científicos publicados y han señalado siete especies que han sido estudiadas por sus efectos ecológicos generalizados o «cascadas tróficas», entre los que se incluyen leones africanos, leopardos, linces eurasiáticos, pumas, lobos grises, nutrias de mar y dingos.
Robert Beschta, también de la Universidad de Oregón, y William Ripple, han documentado el impacto de pumas y lobos en la regeneración de las masas forestales y la vegetación ribereña en Yellowstone y otros parques nacionales de América del Norte. Uno de los estudios más sorprendentes y reveladores que se han realizado en décadas. Ellos vieron que la presencia de menos depredadores conduce a un aumento en el avistamiento de animales como ciervos y alces, alterando la vegetación y cambiando las aves y pequeños mamíferos y otras partes del ecosistema en una cascada generalizada de impactos.
Además, los estudios sobre linces, dingos, lobos y nutrias marinas han hallado efectos similares, según ambos expertos. El felino ha estado estrechamente ligado a la abundancia de corzos, zorros rojos y liebres y, en algunas partes de África, la disminución de los leones y leopardos ha coincidido con un aumento dramático en los babuinos oliva, que amenazan los cultivos agrícolas y el ganado. En las aguas de Alaska suroriental, una disminución de las nutrias de mar por la depredadora ballena asesina ha provocado un aumento de los erizos de mar y la pérdida de praderas de algas.
En cambio, cuando los grandes carnívoros han sido restaurados en sus hábitats, como los lobos en Yellowstone o el lince eurasiático en Finlandia, los ecosistemas han respondido rápidamente, según documenta Ripple, quien argumenta que la naturaleza está altamente interconectada. Las pruebas y los análisis realizados durante años lo demuestran completamente. La llamada para proteger a los grandes carnívoros es, pues, una llamada para proteger también los ecosistemas en los que viven, y debería ser una prioridad de las políticas mundiales antes de que sea demasiado tarde.