Bruce Springsteen
EE.UU tiene la inmensa capacidad de crear ídolos de masas que trascienden sus fronteras y la época en que viven. Elvis Presley aún es el ejemplo más grande de esta afirmación. Pero no hace falta recurrir al rey del rock para encontrar otra muestra de la cultura americana en estado genuino.
Bruce Springsteen, el artista de Freehold, New Jersey, es el heredero directo de Elvis o Chuck Berry; ha sabido crecerse con el tiempo y convertirse en una leyenda viva del auténtico rock & roll americano, el guardián de ese estilo genuino, puro, y poderoso de hacer música que no encontramos más que en EE.UU.
Sus canciones, verdaderos himnos, beben directamente del mejor folk y country americano, han sabido profundizar el género del rock & roll en su vertiente más auténtica, el sonido americano por excelencia, con letras de desgarro social y familiar que reflejan la realidad, los problemas y las preocupaciones de la gente. En suma, la otra cara del Sueño Americano. Tan real como esos barrios industriales de clase obrera en los que se crió el artista.
Que Bruce Springsteen es un monstruo del escenario, capaz de arrasar durante tres o cuatro horas con actuaciones soberbias de talento artístico y energía sin límites, de conectar con el público como sólo los más grandes saben hacerlo, es algo que ya es sabido y reconocido por todo el mundo. The Boss es esa clase de artistas que se han hecho a base de trabajo puro y duro, labrándose una historia de éxito y calidad artística, mediante un esfuerzo físico apabullante y toneladas de talento que se destilan en canciones y actuaciones que te conmueven y te hacen vibrar. Un hombre alejado de modas metrosexuales artificiales, que ha hecho de la virilidad masculina una enseña personal y un referente.
Quedan pocos artistas tan generosos y brillantes como Bruce Springsteen, tan americanos en su historia personal y en su trayectoria artística. Es uno de los exponentes del más clásico rock & roll americano y un superviviente nato en el mundo voraz de la música. Un triunfador por coraje. Millonario en ventas y en conciertos apoteósicos en directo por todo el mundo, The Boss lo es precisamente porque sigue disfrutando cuando se sube a un escenario con toda la energía que atesora, que es mucha, y el talento que ya ha probado y enseñado durante décadas, y porque sigue siendo el tipo sencillo, el ciudadano de al lado, el trabajador que se deja la piel en lo que ama y cree, el patriota que adora su país, y el amigo que sabe compartir con sus amigos los buenos y malos momentos.
Resulta paradójico que el representante más característico del rock americano, y en realidad del propio Sueño Americano, sea también en ocasiones un crítico feroz contra su país, su gobierno o determinadas actitudes americanas. En el fondo, una actitud contestataria y rebelde muy americana también. Si bien, su historia personal explica ese comportamiento y porque lo que él sabe hacer mejor que nada es música.
Se puede coincidir o no con sus ideas, pero de lo que no cabe duda es de que Springsteen es ya, por derecho propio, uno de los más laureados y reconocidos artistas americanos en todo el mundo, un icono de los EE.UU, la voz de millones de Blue-Collar Workers blancos y de una sociedad que ha asistido al fenómeno de The Boss desde la creativa década de los setenta, pasando por los exitosos y fantásticos ochenta, los tranquilos noventa, y una primera década del siglo XXI plena de aciertos discográficos, madurez artística, y crecimiento del mito.
Bruce Sprignsteen y The E Street Band han escrito, están escribiendo, una página brillante de la historia de la música americana, la más genuina, la que construye el chico de New Jersey que aún es capaz de subirse a un escenario, con todos sus años y su experiencia, para seguir reclamando con autoridad y argumentos evidentes el título de The Boss.
Mi recomendación es que, si tiene ocasión, lo vaya a ver actuar y disfrute como nunca. Y que no deje de escuchar sus canciones siempre que pueda. Porque nos conectan con el alma de América, la trabajadora, la soñadora, y la que cree que todo es posible con un himno cantado a coro por miles de personas, unidos en espíritu, y guiados por el torrente de voz y la energía inagotable de The Boss.