Warner y McNabb, ejemplos de tenacidad
Son los protagonistas del partido Cardinals-Eagles. Los respectivos quarterbacks, Kurt Warner y Donoban McNabb, se han ganado el protagonismo a pulso. Nadie esperaba que ambos fueran los responsables de comandar las ofensivas de los Cardinals y los Eagles, a un paso de plantarse en la Super Bowl.
Descartados por los especialistas y los aficionados, los dos han hecho posible que cobre vida esa vieja frase: “dame una segunda oportunidad», y la han llevado al éxito, porque son verdaderos supervivientes a sus propios errores, a momentos de bajón y a unas críticas feroces que por momentos pareció hundirlos para siempre.
Warner llegó a Arizona con su carrera casi finalizada, y con los ecos ya lejanos de sus mejores días en St. Louis, cuando llegó a ganar una Super Bowl y dos premios como el Jugador Más Valioso de la liga.
En el Estado del Valle del Sol, se encontró con el banquillo y un joven Matt Leinart que parecía destinado a hacer grandes cosas, pero al primer resbalón de éste, Warner asumió el mando de un equipo que desde hace décadas nunca había estado tan cerca como ahora de tocar el cielo.
Hay que reconocer que no es el mejor quarterback del momento, pero sí uno de los más duros, resolutivos, y capaces, cuya estancia en lo más bajo de la NFL le ha dado la entereza para reponerse a todo, los momentos difíciles y hasta de las críticas más destructivas que ha recibido.
Donoban McNabb tiene mucho en común con Warner. Con enorme facilidad se olvida de lo bueno que puede llegar a ser. Y es buenísimo. Ha permanecido tanto tiempo en Philadelphia que la mayoría de las veces ya le pasan por alto en las predicciones y valoraciones a los mejores quarterbacks. Pese a todo, todavía conserva el brazo fuerte y certero, la rapidez innata para escapar de las encerronas de la defensa rival, la mente despierta, y el corazón valiente para imponerse en las peores circunstancias.
El mejor ejemplo de su actuación está en la campaña que han hecho los Eagles. El equipo se encontraba 5-4 cuando en la semana 11 empataron con los Bengals en un partido sin historia, y al siguiente, contra los Ravens, el coach Andy Reid sentó a McNabb en el banquillo. Ahí tocó fondo y casi todos le abandonaron a su suerte en la prensa y en las gradas, dejándolo solo.
Cualquier otro jugador se hubiera venido abajo y quebrado, pero McNabb no, McNabb está hecho de otra pasta, de los líderes auténticos, así que supo superar el momento a lo grande y condujo a Philadelphia a cuatro de sus últimos cinco choques, incluido uno sobre los Cardinals de Warner.
Ahora ha llegado el momento culminante, ambos vuelven al campo a por un triunfo que podría llevarlos a lo más alto, a la gloria de la Super Bowl. Pero ellos ya han demostrado de lo que son capaces. Gane quien gane, al menos habrán demostrado al mundo que la redención es posible y que en las segundas oportunidades también se encuentra la épica de un deporte que conmueve y que es reflejo de la vida misma y de los EE.UU como país.
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