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Ciberespionaje chino en Estados Unidos

Los esfuerzos de Estados Unidos para detectar y controlar el ciberespionaje que se realiza desde China contra instituciones y empresas estadounidenses, para sustraer información secreta o de especial relevancia, está dando buenos resultados y ofreciendo importantes conclusiones.
Los trabajos de inteligencia y seguridad han detectado en los últimos meses una red de ciberespionaje chino que cuenta con el apoyo o la dirección explícita de las autoridades de Beijing, y que lleva a cabo la mayoría de los ataques informáticos originados en China contra Estados Unidos.

Es un tema de la mayor importancia aunque la opinión pública no tome conciencia real del problema y, de hecho, se está convirtiendo en una guerra cibernética en toda regla porque estos ataques son de naturaleza agresiva, furtiva y con el objetivo de robar propiedad intelectual, patentes, fórmulas, etc, de las empresas norteamericanas e información secreta que vale miles de millones de dólares y, en algunos casos, afecta a la seguridad nacional.
Los especialistas que están trabajando en esta área, han detectado que los ataques a menudo tienen características distintivas y especiales que nos permiten vincularlos con ciertos equipos especializados en ciberpiratería, y los trabajos de localización e identificación han logrado fijar los lugares desde donde se producen los ataques e incluso determinar quiénes son los responsables de los mismos.

Tanto los trabajos de defensa cibernética e inteligencia del gobierno como de algunas empresas estadounidenses, nos han permitido elaborar un esquema de las intrusiones informáticas bastante amplio, con detalles clarificadores sobre la autoría y métodos de estos ataques cibernéticos que apuntan y consolidan la pista hacia China como el origen de buena parte de esta amenaza cibernética. Una realidad que la inteligencia estadounidense lleva denunciando años y que debe derivar necesariamente en la toma de decisiones y medidas que impidan estos ataques. Medidas que el presidente de Estados Unidos ya tiene sobre su mesa y haría bien en adoptar más pronto que tarde, ya que la amplitud de los objetivos de estos ataques, así como las nuevas tecnologías e información pirateadas en Estados Unidos, que valen millones de dólares, configuran la amenaza como una de las más serias que tenemos que afrontar actualmente.

A fecha de hoy, es prácticamente imposible para Estados Unidos llevar a juicio a los ciberpiratas en China, porque serían necesarios acuerdos bilaterales al respecto, y existe siempre la dificultad de proveer las pruebas irrefutables de que el ataque fue responsabilidad de personas específicas, de ahí que otro tipo de medidas efectivas sean necesarias, aunque impliquen otros riesgos políticos.
Este panorama dibuja un escenario de guerra cibernética que ya se está produciendo y afecta tanto a empresas como al gobierno, y es otra de las claves del auge chino en el mundo, que nada tiene que ver con su potencial y competitividad. Por ello, Estados Unidos debe incrementar sus acciones para que China y otros países (que también se encuentran en esta actividad), asuman la responsabilidad por los ataques cibernéticos que impulsan, organizan o permiten, así como las consecuencias, entre las que podría estar el contraataque estadounidense.




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