Políticas demócratas en Estados Unidos
Durante los últimos siete años hemos asistido a la política de la Administración Obama y los demócratas, cuyo modelo buscaba la no participación de Estados Unidos en los asuntos internacionales. El presidente Obama impulsó desde el principio su estrategia de dejar al mundo huérfano del liderazgo estadounidense.
A fecha actual conocemos el resultado: un mundo desastroso, que se rompe en guerras regionales cada vez más peligrosas, emigraciones masivas como no se veían desde la segunda guerra mundial, y una creciente lista de amenazas a nuestra seguridad nacional y la prosperidad de todo el planeta.
La idea de Obama era comprobar cómo marchaba el mundo sin el papel de garante de la seguridad y el orden internacional que viene desempeñando Estados Unidos desde hace décadas. Siete años después ya conocemos los resultados nefastos de esta política. La retirada de Estados Unidos ha provocado mayor inestabilidad y la ascensión de peligros incontrolables, como Daesh (Estado Islámico) y una Rusia cada vez más agresiva militarmente.
Las políticas de Obama han dejado a Estados Unidos con una incapacidad para responder a los desafíos mundiales, para controlarlos y liderar los cambios. Nuestra capacidad de influencia se ha reducido por culpa de esta política demócrata que ansía a toda costa el beneplácito de la opinión pública aunque vaya en contra de los intereses nacionales. Es el buenismo y lo políticamente correcto lo que ha puesto al mundo al borde del precipicio y en una situación cada vez peor.
Las elecciones presidenciales de 2016 se antojan decisivas porque Estados Unidos afronta una situación grave. El terrorismo vuelve a amenazar nuestra nación y al mundo, países como Siria, Irak, Libia, Afganistán, Somalia… se han hundido en el colapso y en guerras civiles. El caos se extiende incluso en Europa, donde la llegada masiva de emigrantes pone en riesgo la situación social y económica.
Los errores de la Administración Obama van a ser material de estudio en la Universidad en años venideros como lo que no tenemos que repetir jamás.
Uno de los peores errores, y menos conocidos, es la renuncia a obtener información y datos de inteligencia de nuestros enemigos. Se ha priorizado el dar buena imagen pública, los ataques con drones, eliminar los interrogatorios, liberar a detenidos por terrorismo peligrosos y eliminar otras operaciones de captación de inteligencia.
Y no es cosa únicamente de la lucha antiterrorista. El tema de las relaciones entre potencias se está cobrando su precio. La torpeza de las políticas demócratas ha colocado en ventaja a Rusia y China en temas claves. Una nueva guerra fría entre Estados Unidos y Rusia se ha abierto bajo la presidencia de Obama, y el enfrentamiento con China en temas cibernéticos es de campeonato.
Necesitamos un líder fuerte en el Despacho Oval. Alguien con las ideas claras y capacidad de decisión, que sea capaz de impulsar nuevas políticas, un pensamiento distinto que devuelva la iniciativa a Estados Unidos en los asuntos mundiales, en vez de dejar que sucedan las cosas para reaccionar después, tarde, mal y nunca. El liderazgo estadounidense debe regresar con fuerza y nitidez, nada de medias tintas y poses políticamente correctas. Estados Unidos debe cambiar de rumbo si quiere recuperar su papel de superpotencia decisiva y garantizar la estabilidad mundial; es el único país capaz de hacerlo. Necesitamos unos Estados Unidos fuertes, capaces de articular políticas con nuestros aliados, liderar el mundo libre, como siempre ha hecho, y mantener unas condiciones internacionales que permitan el crecimiento económico y el progreso real de la gente.