Cibertecnología, inteligencia y operaciones especiales
En tiempo de recortes presupuestarios hay prioridades en seguridad nacional que deben ser atendidas y que sectores de la defensa, la inteligencia y la seguridad hemos colocado como irrenunciables, a modo de líneas rojas que no deben ser traspasadas bajo ningún concepto.
Los objetivos prioritarios que defendemos y que ya han sido aprobados como tales en los presupuestos y en las políticas que implementarán el Pentágono y las agencias de inteligencia durante este año fiscal, podemos resumirlos en inversiones estratégicas en capacidades emergentes, en concreto y muy especialmente en ciberespacio, cibertecnología, inteligencia y operaciones especiales.
En tanto que los ciberataques cada vez son más sofisticados y agresivos por parte de individuos, grupos y estados, con un potencial para causar daños enormes en infraestructuras vitales para la economía nacional y mundial, es evidente que necesitamos seguir priorizando las capacidades de ciberdefensa e inteligencia, que se han demostrado claves para mantener niveles de seguridad aceptables y para organizar contraataques que defiendan sectores estratégicos.
Otro de los frentes prioritarios es la defensa de las garantías constitucionales y la privacidad en los diversos programas de inteligencia operativos. La recopilación y análisis de registros de llamadas y el control de comunicaciones en internet para desarticular complots terroristas, incluso los que están en el centro del debate público, se han mantenido dentro de la legalidad y sin violar la ley, siempre con las debidas garantías de protección de la privacidad. Pero los protocolos de seguridad en ese aspecto se reforzarán aún más para evitar posibles errores o filtraciones indeseadas. Aunque las evidencias han puesto de relieve que la estructura legal y la supervisión han funcionado perfectamente y no falló en absoluto, delimitando en todo momento las normas y límites de las actividades de inteligencia, se hará un esfuerzo mayor para garantizar la privacidad y establecer mejor los límites a la recolección de datos. Esto no impedirá, no obstante, que nuevos objetivos de vigilancia se pongan en marcha, precisamente aquellos que sectores de la inteligencia veníamos reclamando urgentemente por su interés para futuras operaciones.
Las prioridades en seguridad nacional serán atendidas en el nuevo marco de la inteligencia estadounidense, entre las que destaca la configuración de qué objetivos son relevantes, en qué programas y operaciones usar la inteligencia recopilada y el alcance de las mismas en un entorno de enorme competitividad global.