Algunos bromistas responderían que si no tienen presente cómo van a tener futuro. Aparte de bromas más o menos oportunas, lo cierto es que el fenómeno de las editoriales independientes es sintomático de los cambios que han convulsionado al sector editorial en la última década.
Si los grandes conglomerados editoriales han monopolizado el mercado hasta años recientes, la aparición de numerosos sellos editoriales de carácter independiente ha venido a romper ese control y multiplicar el ecosistema editorial de una forma enriquecedora.

Frente a los grandes grupos editoriales que conducen sus políticas de publicaciones bajo estrictas condiciones de rentabilidad, beneficios inmediatos, y modas literarias imperantes en el mercado, lejos, muy lejos de los fundamentos culturales de calidad, han aparecido editoriales independientes que apuestan por autores diversos, que publican con estándares literarios de elevada calidad, y construyen catálogos con títulos de gran diversidad y muy interesantes.
Las premisas de estas editoriales independientes son su fuerte carácter cultural, la publicación de buenos autores y mejores obras, el enfoque inteligente y plural de su oferta editorial, que las convierten en la práctica en los puntos de referencia donde encontrar libros más libres y enriquecedores.

Dentro del mercado actual, las editoriales independientes juegan un papel relevante, su supervivencia no será fácil, pero son las llamadas a revolucionar la industria del libro con sus políticas innovadoras en tantos aspectos: ebooks, libros impresos de alta calidad, venta directa, redes sociales, márgenes de beneficios más elevados para los autores, una edición más cuidada, selección y publicación de obras de calidad, financiación de proyectos culturales y humanitarios, etc.
La respuesta a la pregunta del enunciado es sí, por supuesto, las editoriales independientes tienen futuro.