Una de las acciones meritorias que la Administración Obama ha tenido en los últimos meses no tiene nada que ver con política nacional o internacional. Es la concesión de la Medalla de Honor a 24 veteranos de guerra, 17 de ellos hispanos, durante una ceremonia celebrada el pasado mes de marzo. Se diría que este tipo de reconocimientos, a nivel humano, son los que mejor se le dan al presidente, quien destacó en aquél momento que la medalla se les concedía por su “valor inimaginable” y para corregir una injusticia histórica, ya que no se les había dado antes por discriminación. Así lo explicó Barack “pico de oro” Obama en una ceremonia en el Salón Este de la Casa Blanca:
“Las vidas brillantes tras estas caras sonrientes de esas viejas fotografías reflejan toda la belleza y diversidad del país al que sirvieron (…) Estos son estadounidenses extraordinarios, soldados ejemplares que mostraron un valor y patriotismo inimaginables”.
En esto lleva razón. Del grupo de 24 veteranos, la mayoría hispanos, pero también judíos y afroamericanos, sólo tres han sobrevivido para ver ese momento convertido en realidad: los combatientes de la Guerra de Vietnam Santiago Erevia, José Rodela y Melvin Morris.
El soldado Santiago J. Erevia, de San Antonio, Texas, recibió la Medalla de Honor por el valor mostrado cuando era operador de radioteléfono el 21 de mayo de 1969 durante una misión de búsqueda cerca de Tam Ky, en Vietnam del Sur. Tenía el grado de Especialista 4 cuando su batallón trató de tomar una colina fortificada por el Viet Cong y soldados regulares norvietnamitas. Erevia silenció él solo cuatro posiciones del Viet Cong al destruir varios búnker enemigos y salvó a sus malheridos compañeros, mientras que José Rodela consiguió reorganizar su compañía, asumiendo el liderazgo y estableciendo líneas de defensa pese al intenso fuego enemigo. El sargento de los boinas verdes Melvin Morris es el único afroamericano superviviente. Su acción heroica se remonta al 17 de septiembre de 1969, en el distrito de Chi Lang, en el sur de Vietnam. Ese día Morris se enteró por una llamada de radio que un comandante había muerto durante una emboscada. En compañía de otros dos hombres, acudió a rescatar el cuerpo sin vida de su compañero. Al observar la maniobra, las fuerzas hostiles abrieron fuego contra Morris y sus hombres. Morris resultó herido tres veces en medio del combate, pero en la acción logró salvar la vida de sus compañeros.

Es importante destacar esta ceremonia y lo que implica, la mayor de un solo grupo de receptores de la Medalla de Honor desde la II Guerra Mundial, que fue posible gracias a la Ley de Autorización de Defensa del Congreso del año 2002 para revisar los historiales de soldados que fueron discriminados por su raza, credo u origen. Esto es algo que recupera las señas de identidad estadounidenses, de intentar hacer justicia siempre y honrar a los patriotas. Quiero poner el énfasis en ello porque desde el pasado marzo ha habido tiempo de sobra para que los medios internacionales recalcaran todo esto, pero no lo hicieron, relegando la noticia y obviando lo que representa. Como si así se pudiera borrar cada acto que ennoblece a los Estados Unidos.
Las palabras de Obama llevaban razón. Fue una oportunidad excepcional para corregir la historia y asegurarse de que aquellos que sirvieron al país y a nuestra bandera recibieran el agradecimiento que se merecen. Esta noticia ocupó los medios de comunicación en Estados Unidos, pero fuera de nuestras fronteras nada, nothing…Esto en un mundo en el que los medios y los corresponsales extranjeros informan de cualquier bobada que sucede, cualquier tiroteo, suceso o nimiedad, refleja la manipulación de esos medios extranjeros y sus corresponsales, empeñados en mostrar siempre lo negativo. En el caso de los españoles, de auténtico escándalo, cuya manipulación de las noticias y sesgo es de vergüenza y causa de despido fulminante. Esos corresponsales son de todo menos buenos periodistas y, francamente, más les valdría aprender acerca de este país y su oficio.
Volviendo a la historia, recalcar que las acciones heroicas de estos hispanos, judíos y afroamericanos van desde los campos de batallas de Alemania durante la II Guerra Mundial, hasta las selvas de Vietnam, pasando por el inhóspito terreno y extremo clima de Corea del Norte. Destacar que estos veteranos ya contaban con la Cruz al Servicio Distinguido, la segunda condecoración militar más importante en Estados Unidos, aunque una revisión ordenada por el Congreso determinó que eran merecedores del más alto honor.
Las palabras de Obama, que para esto se las pinta, nos recuerdan verdades sustanciales:
“En lo peor de la batalla estas personas se negaron a rendirse y nos inspiran hoy con su fuerza, su voluntad y sus heroicos corazones”.

Diez de los homenajeados dejaron su vida en el frente y uno de ellos, Joe Baldonado, aún sigue desaparecido en Corea del Norte.
De los homenajeados, dos nacieron en México (el sargento Jesús Durán y el soldado Pedro Cano) y cuatro en Puerto Rico (Félix, Conde-Falcón, Juan Negrón, Demensio Rivera y Miguel “Nando” Vera), y todos arriesgaron o dieron sus vida por Estados Unidos.
Joe Baldonado, Víctor Espinoza, Eduardo Gómez, Juan Negrón, Demesio Rivera, Mike Peña y Miguel Vera expusieron su vida al fuego enemigo en la Guerra de Corea (1950-1953) y respondieron a ataques para defender a sus unidades pese a estar en desventaja, sufrir heridas o enfrentarse a la muerte.
El puertorriqueño Negrón acabó él solo con 15 enemigos, aislado durante la noche, mientras que su compatriota Rivera detuvo el avance enemigo al activar una granada pese a que eso significaba su muerte segura. Las historias de los soldados Pedro Cano, Joe Gandara, Salvador Lara y Manuel Mendoza se remontan a la II Guerra Mundial.
Leonard Alvarado, Félix Conde-Falcón, Ardie Copas, Jesús Durán y Candelario García demostraron su heroísmo en la Guerra de Vietnam.
Historias de guerra, de heroísmo, de ejemplos de verdadera superación y entrega que conviene tener presentes. Ellos pagaron el precio de la libertad como otros lo pagamos actualmente.