El manuscrito perfecto
Los escritores sabemos que lograr un manuscrito perfecto es complicado y requiere de una serie de condiciones que debemos cumplir. Al lío con ello:
Para empezar, necesitamos establecer el género literario en el que vamos a desarrollar la novela y su estilo narrativo. Después debemos preocuparnos de hilvanar el argumento de una forma coherente e interesante. Si ya tenemos eso, nos lanzamos de cabeza a conseguir la tan deseada calidad literaria, que consiste básicamente en escribir bien, sin errores sintácticos y faltas de ortografía, con un argumento bien planteado y lógico, personajes con personalidad y una trama que incluya buenos giros y situaciones que susciten el interés y la emoción de los lectores.
Son importantes los comienzos y los finales, trabajados con minuciosidad, cuidadosos y, si es posible, inteligentes y literariamente poderosos.
El grueso del manuscrito debe ser adictivo, con un argumento lleno de alicientes narrativos, diálogos entretenidos y descripciones detalladas.
Vamos bien. Nuestro manuscrito se desarrolla por buen camino. Es momento de pensar, aunque no lo recomiendo demasiado, en el criterio comercial para inclinar el argumento por unos derroteros u otros, de tal forma que lo haga con más potencial de venta en el mercado.
Abundan los consejos sobre cómo escribir un determinado tipo de novelas para vender más o utilizar toda una batería de recursos literarios para enganchar a los lectores. Aquí es necesario poner sentido común y utilizar sólo los adecuados para cada tipo de manuscrito. Recuerda: no estamos haciendo chorizos ni morcillas. Es creación literaria. Deja que el talento escriba libre de tópicos y supuestas técnicas narrativas de moda.
El manuscrito perfecto destaca por su originalidad y una voz literaria propia capaz de seducir a los lectores. Es la clave. El talento propio es el que permite conseguir finalmente un manuscrito perfecto.
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