Victoria legal de Donald Trump
Los medios aliados de los demócratas, corruptos y mentirosos como son, llevan años mintiendo y manipulando todo acerca de Donald Trump. No es extraño, pues, que una de las últimas y más importantes victorias legales del candidato republicano en los tribunales no haya ocupado primera página ni portada de informativos. El apagón mediático es casi total si no fuera por unos pocos medios, periodistas y analistas independientes que contamos lo que sucede.
En noviembre pasado, Trump y su equipo jurídico, de asesores y colaboradores celebramos el fallo de la juez de Distrito de Colorado, Sarah B. Wallace, que supuso otro éxito frente a las impugnaciones electorales de los demócratas y sus grupos de presión financiados por multimillonarios izquierdistas como George Soros, al determinar que Trump podrá estar en la papeleta electoral. Con esta decisión, las impugnaciones de la 14ª Enmienda de los demócratas han sido derrotadas en Colorado, Michigan, Minnesota y New Hampshire. Estos casos representan otro de los intentos políticos más cínicos y descarados de interferir con las próximas elecciones presidenciales por parte de demócratas desesperados que saben que el corrupto Joe Biden es un presidente aupado mediante un fraude electoral que ha hundido el país, que es una marioneta de una Camarilla que lo maneja a voluntad para imponer una agenda izquierdista radical y que va directo a la derrota en 2024, en caso de que consiga llegar hasta entonces en el ticket demócrata, algo que está por ver. Donald Trump lidera todas las encuestas y aumenta su apoyo entre grupos sociales clave, como los jóvenes, los hispanos y las mujeres.
Las decisiones de los tribunales han dejado claro que los votantes estadounidenses tenemos el derecho constitucional de votar por el candidato de nuestra elección. Este derecho se ha preservado correctamente en los estados antes citados y lo será, previsiblemente, en otros en donde hay impugnaciones electorales demócratas, que no son más que intentos de interferir en las elecciones de forma escandalosa ante la perspectiva de caer derrotados una vez más en las urnas. Ya sería la tercera consecutiva.
La juez de Colorado, Sarah B. Wallace, dictaminó que la «prohibición insurreccional» de la 14ª Enmienda de la Constitución, producto de la posguerra civil estadounidense, no se aplica a los presidentes, algo que los demócratas intentar colar. Esta decisión se alinea con las sentencias similares en Minnesota, New Hampshire y Michigan, algo que refuerza la noción de que el sistema legal aún defiende la equidad y la justicia, incluso frente a la presión mediática y la persecución política de la que es objeto Trump. El reconocimiento por parte de la juez del discurso de Trump el 6 de enero, fallando a su favor, subraya la imparcialidad del sistema judicial estadounidense (al menos de una parte de él) y muestra que, si bien el discurso político puede ser controvertido, todavía está protegido por la Primera Enmienda constitucional. Al fin y al cabo, este fallo defiende el principio fundamental de la libertad de expresión, esencial para cualquier sociedad democrática, y que hoy día está bajo ataque constante de la izquierda más radical en su afán por imponer un modelo social y político basado en la tiranía y el silenciamiento de los oponentes.
Hay algo evidente, además de las gigantescas victorias judiciales sin paliativos de Donald Trump en este tema tan trascendente, y es que la izquierda radical demócrata, sus aliados tan millonarios como corruptos y los medios de noticias falsas manipuladas están sufriendo un colapso total y tratan de ocultar y silenciarlas. En definitiva, se tratan de victorias para el estado de derecho y la Constitución, todo eso que los demócratas radicales actuales en el poder intentan derribar a toda costa para imponer un gobierno que desde luego no es del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, que es el tipo de gobierno que defiende Donald Trump, en línea con lo declarado por Lincoln y preservado por presidentes destacados como Ulysses S. Grant y Ronald Reagan.
La decisión de la juez de Distrito Sarah B. Wallace, de Colorado, envía un poderoso mensaje a quienes intentan manipular el sistema legal con fines políticos. Los intentos de grupos financiados por la izquierda para sacar a Trump de las elecciones se han visto frustrados hasta ahora, lo que demuestra que el sistema judicial estadounidense (o una parte de él) no es una herramienta para venganzas o persecuciones políticas, sino un pilar de justicia y equidad, tal y como fue concebido en origen.
La defensa del equipo legal de Trump, que enfatiza su llamamiento a la protesta pacífica y la autorización de tropas de la Guardia Nacional, resalta aún más la representación distorsionada de los eventos del 6 de enero por parte de los demócratas y sus medios aliados. El juicio sirvió no sólo como una batalla legal sino también como una lección de historia, recordándonos la importancia del contexto y la intención al interpretar la ley. Este fallo es un recordatorio de que en Estados Unidos reina la ley, no las agendas políticas. Refuerza la creencia de que nuestro sistema legal puede resistir la presión política y defender los principios sobre los que se fundó esta nación. La decisión es un impulso significativo para Trump en un momento clave, que garantiza el lugar que le corresponde en la escena política. Es una victoria de la democracia y una reafirmación del espíritu estadounidense que tanto defiende Trump.
Algo que se ha visto confirmado aún más recientemente con la desestimación de otro caso similar a finales de noviembre en el Distrito Este del estado de Washington, lo que representa el sexto caso que ha fracasado espectacularmente en ese intento partidista de interferir en las elecciones y eliminar el derecho del pueblo estadounidense a votar por el candidato de su elección. Trump sigue invicto en estos casos absurdos presentados por los compinches del corrupto Joe Biden, que siguen haciendo todo lo posible contra Trump para detener su campaña electoral. Lo han tratado de procesar, llevar a la quiebra, difamar y eliminar sus derechos civiles para impedir su reelección. El pueblo estadounidense ve claramente estos planes y Trump está más decidido que nunca a ganar en 2024 y hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande.