Agentes de la CIA
La muerte de los siete agentes de la CIA en Afganistán, cuando llevaban a cabo su trabajo sobre el terreno en la Base Chapman, ha puesto de relieve algunas cuestiones que suelen permanecer en secreto y no son conocidas en público. Entre ellas destaca la transformación que ha experimentado la Agencia en los últimos años. En contra de lo que se está escribiendo y diciendo por ahí, a veces con enorme desconocimiento y dosis de ignorancia a partes iguales, la CIA desempeña un trabajo ágil y eficaz en la mayoría de las ocasiones, evitando ataques terroristas, proporcionando información vital a los comandos y operaciones militares en curso, y efectuando misiones de alta peligrosidad que son esenciales para el éxito de la guerra antiterrorista, por ejemplo, en la localización, control, seguimiento, y eliminación de terroristas de Al Qaeda, los Talibán, o del terrorismo iraquí. O en la captación de todo tipo de información. Sus misiones con éxito se cuentan por decenas, pero el hecho de que no sean publicitadas, arroja una gran laguna de ignorancia que se tapa con análisis públicos muchas veces inexactos o claramente manipuladores de la opinión pública.
Los caídos en Khost han abierto en los medios de comunicación un debate equivocado sobre la efectividad de la Agencia. Una efectividad operativa que está fuera de duda y es tan positiva como para que muchas de las operaciones más delicadas corran a cargo de la Agencia. Incluso el presidente Obama ha dejado buena parte de la guerra antiterrorista en manos de la CIA, habida cuenta de la gran labor que desempeña.
Las bajas, como siempre ha sucedido en todas las guerras, son inevitables en algunas ocasiones, pero sólo reflejan la presencia y la lucha activa de estos agentes en primera línea, con todos los riesgos que eso conlleva. La estupidez de la mayoría de los medios de comunicación y de amplios sectores de la opinión pública, tergiversa y retuerce el papel de los agentes de la CIA, que en la mayoría de los casos es brillante, no exento de errores, por supuesto, pero altamente competitivo y eficaz.
Un vistazo al perfil de los agentes caídos en la base Chapman de Khost, cinco hombres y dos mujeres, revela el creciente papel de las mujeres en la Agencia, que se ha incrementado en los últimos años. Elizabeth Hanson, muerta en la base, es un fiel exponente de ese auge femenino en la CIA, quien con sólo 30 años de edad, pero con unas aptitudes excepcionales, se había ganado el respeto de todos y un puesto destacado como “cazadora de terroristas”. O la jefa de la base atacada, madre de 45 años, al mando por su enorme capacidad profesional y un conocimiento enciclopédico sobre Al Qaeda y sus líderes. Una de las primeras agentes de la CIA en tomarse en serio la lucha contra Al Qaeda, antes de que ésta estuviera de moda o fuese muy conocida. Ella formaba parte de una reducida unidad de elite, Bin Laden Issue Station, popularmente conocida como Alex o Alec Station, encargada del monitoreo y persecución de Bin Laden durante una década, antes y después del 11/S. Una profesional exhaustiva y competente con más de 20 años de carrera.
Los agentes caídos en Afganistán procedían de diversas partes de Estados Unidos, lo que nos habla de un elemento democratizador en la Agencia. Ya no se trata de reclutar sólo en las elitistas Universidades de la Ivy League, como se hiciera en los años cuarenta, cincuenta y sesenta. Ahora, los agentes proceden de diferentes lugares, ambientes y estratos sociales, lo que configura una Agencia más rica y plural. Muchos de ellos cuentan también con formación militar, como era el caso de algunos de los muertos en Khost. Esto es así porque las operaciones militares que lleva a cabo la Agencia han pasado a ocupar un primer plano decisivo tras el 11/S, desempeñando misiones tácticas y de comando que requieren exhaustiva preparación militar. El perfil del nuevo agente de la CIA no es un simple funcionario encargado de recoger o analizar información, sino que cuenta con una amplia formación y experiencia militar, ya sea en los Marines, los Rangers, los SEALS, o la Delta Force. Además de una formación específica y muy exigente en técnicas de Inteligencia y como analistas.
La nueva CIA, que está alejada de esa imagen de gigante burocrático que se empeñan en trasladar algunos medios, por ignorancia, desconocimiento o abierta manipulación, tomando como referencia sólo algunas capas muy determinadas de funcionarios en sus despachos, está compuesta por agentes versátiles y capaces, algunos incluso procedentes de la policía, lo que aporta cualidades de enorme valía y muy útiles en el nuevo entorno. Por ejemplo, el agente Scott Michael Roberson, de 39 años, muerto en la base Chapman, procedía del Departamento de Policía de Atlanta (Georgia), donde había trabajado de incógnito como detective antinarcóticos. Robertson también contaba con experiencia trabajando para la ONU en el conflicto de Kosovo. El agente Harold Brown Jr., caído también en Afganistán, era también reservista del Ejército.
Otro aspecto que pone de manifiesto el perfil de las víctimas, es la necesaria colaboración de la Agencia con otros organismos de seguridad, en este caso representados por Jeremy Wise, 35 años, otro ex miembro de las Fuerzas Especiales de la Armada (SEALS) y Dane Clark Paresi, 46 años, con más de 25 años de servicio en las Fuerzas Especiales, ganador de la Estrella de Bronce, entre otras medallas; ambos eran agentes de seguridad de Xe Services, la empresa conocida anteriormente como Blackwater, que lleva realizando trabajos de muy alta cualificación y vitales tanto en Iraq como Afganistán desde hace años en colaboración las fuerzas militares y los servicios de Inteligencia.
El valor de los agentes abatidos en Khost es enorme en tanto que formaban parte de una red excepcional, que se movía hábilmente sobre el terreno, y que había combatido eficazmente a la red integrista Haqqani, autores de la muerte de decenas de soldados norteamericanos, y a otras unidades Talibán y de Al Qaeda, y cuyo cabecilla, Siraj Haqqani, hijo del guerrillero Yalaludin, un combatiente afgano en los tiempos de la ocupación soviética durante los años 80, se esconde en Paquistán. Son representantes de esos agentes de la CIA que se mueven hábilmente por el mundo, nada que ver con funcionarios, y sí con activos comandos experimentados que se juegan la piel en cada misión y que consiguen un índice de éxitos muy alto, que permite a los Estados Unidos y al mundo occidental vivir con cierto grado de seguridad y bienestar.
Un valor que pone de relieve la importancia y alcance del trabajo de los agentes de la CIA en el campo de batalla, hombres y mujeres de excepcional preparación que están arriesgando sus vidas en esta guerra antiterrorista sin el debido reconocimiento y agradecimiento. Si bien la Agencia realiza una intensa labor de reclutamiento y distribución de agentes por los lugares más peligrosos, donde el trabajo de Inteligencia y Operaciones Especiales es fundamental para los Estados Unidos, con la preparación constante de nuevos agentes, los siete abatidos en Khost destacan otro aspecto sobre el que apenas se ha reflexionado.
La guerra contra el terrorismo islamista ha contado con la participación de algunos de los más brillantes agentes de campo de la CIA de la historia, comandos en muchos casos procedentes de las Fuerzas Especiales, y con una preparación única, que han integrado en gran parte la División de Actividades Especiales, encargada de algunas de las misiones más complejas y peligrosas. Son estos agentes veteranos, que ya llevan muchos años de experiencia en la lucha antiterrorista, en la captación de información sensible, y de combate de guerra en primera línea, los que soportan buena parte del peso de este enfrentamiento con Al Qaeda y los Talibán, los que sobrellevan el sacrificio y el esfuerzo de una larga lucha que ha dejado cicatrices más dolorosas que las visibles. Agentes que en algunos casos rondan la treintena o los cuarenta y tantos años de edad, y que están entregando sus vidas por el ideal de libertad y por la seguridad de Estados Unidos y el mundo libre.
Siete de esos agentes, de esos auténticos héroes, seres humanos excepcionales, y los seis heridos, son a los que rendimos homenaje y tributo por su sacrificio y lealtad. Ellos pueden tener la seguridad de que los compañeros veteranos, los agentes que aún quedan en esta guerra abierta, les honrarán y cumplirán la misión, haciendo que su trabajo y dedicación sean reconocidos como un ejemplo de auténtico patriotismo y compromiso. De trabajo leal por la libertad y los Estados Unidos.
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