Tal y como se anticipaba, ha sido una final emocionante al límite y el estadounidense Evan Lysacek ha conseguido el oro olímpico en patinaje artístico masculino individual con un programa largo impecable, limpio, y que ha cautivado a jurado y público en el Pacific Coliseum, alcanzando una puntuación de 257.67.
Esa diferencia de 1.37 puntos y su manifiesta superioridad en esta ocasión con respecto al ruso Evgeny Plushenko, han llevado a Lysacek a la gloria olímpica.
Se ha demostrado una vez más que el patinaje artístico es algo más que técnica sobre el hielo, que la expresividad y el talento artístico en el despliegue de una coreografía son también esenciales para ganar. Su rutina de presentación artística de Scheherezade ha sido brillante y ha dejado con la boca abierta de admiración a cuantos la han visto.
Desde 1988 no lograba Estados Unidos una medalla de oro en la prueba de patinaje masculino, la última vez fue Brian Boitano en los Juegos Olímpicos de Calgary (Canadá).

Una coreografía excelente y gran firmeza en sus pasos y saltos, le han bastado a Lysacek para hacer historia y derrotar al genial Plushenko, que se ha llevado la medalla de plata a regañadientes y con mal perder. El japonés Daisuke Takahashi, subcampeón mundial en 2007, quedó tercero y se llevó la medalla de bronce. Es el primer japonés en conseguir una medalla en patinaje masculino. Sólo Shizuka Arakawa, esa elegante y maravillosa patinadora japonesa, lo había logrado antes en patinaje femenino en los Juegos Olímpicos de 2006.
La victoria de Lysacek pone el acento en un patinaje que no lo deja todo a la técnica o los saltos cuádruples, es la victoria de un patinaje artístico que hace honor a su nombre, con elementos brillantes no sólo en la ejecución técnica sino también en la coreografía, en las piruetas, en las transiciones de pasos, y en general en un programa equilibrado que transmite emociones sobre el hielo.

Pese al encomiable intento de Plushenko de lograr su segundo oro olímpico, de momento el único campeón en repetir ese honor lo sigue conservando el estadounidense Dick Button, que consiguió esta hazaña en 1952.
También está de enhorabuena el legendario entrenador Frank Carroll, que con Lysacek ha elevado al triunfo un patinaje de calidad, emocionalmente expresivo, y con un programa lleno de elementos brillantes.
La victoria de Lysacek ha sido justa y recompensa un patinaje que no se obsesiona únicamente con los saltos sino que cuida todo el programa. Es la victoria del trabajo duro de Lysacek para mejorar todos los elementos del programa y patinar de una forma equilibrada y, en ocasiones, espectacular. En especial en las secuencias de pasos y en las transiciones, el estadounidense le ha ganado la partida a Plushenko.
La actuación de Evan Lysacek va a callar muchas bocas de envidia, y lo ha hecho como mejor podía hacerlo, con un oro olímpico indiscutible en base a dos ejercicios en los que no ha fallado nada, en los que ha estado perfecto.
En los momentos cruciales hay que dar lo mejor de uno mismo, el estadounidense ha sabido darlo, en la mejor tradición de los representantes de Estados Unidos, y ya forma parte de la historia del patinaje artístico.

An Inside Look at Evan Lysacek’s Program