Trump combate la cultura del «despertar» (woke) en las Fuerzas Armadas
Ha estallado la guerra, pero no precisamente fuera de nuestras fronteras, sino en el interior del país e incluso de las propias Fuerzas Armadas. No es una guerra civil, es una guerra entre el puro sentido común conservador y las doctrinas radicales de izquierda que promueve de un tiempo a esta parte el Partido Demócrata, secuestrado por una pandilla de idiotas y descerebrados, así de claro.
Donald Trump ha pedido hace unos días al muy inútil presidente del Estado Mayor Conjunto, Mark Milley, que renuncie para que pueda ser reemplazado por “alguien que realmente esté dispuesto a defender nuestro ejército». Un llamamiento oportuno que se enmarca dentro del combate que el presidente legítimo está librando contra ese intento de imponer el “despertar” (woke) en las Fuerzas Armadas y en la sociedad estadounidense.
Trump dijo que el mayor temor de Milley es “molestar a la multitud despierta” y lo criticó por “rogarme que no enviara al ejército” cuando “los alborotadores de Black Lives Matters amenazaban con destruir Washington D.C durante los disturbios”. Reconozco que aquí Trump peca de amable porque ese hatajo de niñatos del BLM y los Antifa no son más que terroristas urbanos que no tienen ni media leche en un día malo para cualquier veterano. Ni les cuento en uno bueno. Pura bazofia social de ultra izquierda que quiere imponer su ideología enfermiza. En España saben de ello porque este movimiento ya ha hecho papilla a buena parte de la sociedad con la complicidad del gobierno socialista.
Al lío: Trump también lo atacó por “inventar” una historia acerca de que Milley le gritó en la Sala de Situación cuando le pidió que se hiciera cargo de lidiar con los manifestantes. Una invención de este pobre hombre al que no aguanta ni la madre que lo parió. A continuación, Trump, ya calentito con el tema, entró a saco para denunciar y criticar que Milley defienda la enseñanza de la teoría crítica de la raza y la cultura del despertar (woke) en las Fuerza Armadas, que no están para soportar los experimentos de los demócratas socialistas. Lo puso a caldo, y con razón, por querer congraciarse aún más con Biden, los medios progresistas y la izquierda radical idiotizada con tanta tontería en general. En concreto, Trump criticó que Milley fuera al Congreso y defendiera que la propaganda marxista y racista antiamericana que en realidad es la teoría crítica de la raza se enseñara a los soldados.
La postura de Trump es valiente y acertada. Durante su presidencia, no tuvo cabida en nuestras Fuerzas Armadas toda esa mierda ideológica que sirve la izquierda demócrata actual bajo palabras amables. De hecho, prohibió esos programas de entrenamiento, que ahora Biden y el Pentágono han reanudado para lavar el cerebro de los jóvenes soldados. No el de los veteranos, cuyo sentir me hacen llegar cada día y los mandan a tomar por c… si no algo peor.
Trump tiene en su programa político la propuesta de que el Congreso debe dejar de financiar este adoctrinamiento racista tan pronto como sea posible. O sea, ya mismo. El Comandante en Jefe, Trump, lo ha dejado claro: “El General Milley debería renunciar y ser reemplazado por alguien que realmente esté dispuesto a defender a nuestras Fuerzas Armadas de los radicales de izquierda que odian nuestro país y nuestra bandera”. Se puede repetir y decir más alto, pero no más claro.
En realidad todo esto es parte del proceso de destrucción de Estados Unidos que está llevando a cabo el Partido Demócrata con sus políticas ultra izquierdistas. No es ninguna sorpresa para cuantos venimos denunciándolo desde hace años, entre ellos el mismo Trump, por supuesto.
Esa cultura del despertar (woke) lleva tratando de infiltrarse en las Fuerzas Armadas desde hace mucho tiempo. Todos sabemos que el ejército ha estado bajo ataque desde que Obama redujo las fuerzas militares. Muchos oficiales de calidad y suboficiales fueron expulsados en una auténtica criba ideológica. Cuando Trump comenzó a reconstruir el ejército, lo tuvo que hacer superando enormes dificultades de todo tipo, una de ellas el alistamiento de jóvenes que ya han sido manipulados por la izquierda desde las escuelas y las universidades, y que son terreno abonado para la cultura del despertar y la teoría crítica de la raza. Los demócratas utilizan a esta juventud, plagada de snowflakes (copitos de nieve) a capricho y los llevan por donde quieren. Y una de esas cosas que quieren, por supuesto, es mantenerse en el poder. Que nadie dude que los demócratas utilizarán a “sus” militares, a los que han lavado el cerebro con idioteces socialistas, para mantener su poder.
Este fenómeno, pues, no es nuevo. Las Fuerzas Armadas han estado bajo ataque desde la década de 1960, primero debido a la guerra de Vietnam, cuando realmente sí había racismo y discriminación. Algo que se detuvo desde la décadas de los 80 hasta mediados de la década de los 2000. Ahí se produjo otro punto de inflexión, cuando Obama empezó a introducir mierda ideológica socialista a mansalva. Con Trump todo aquello se paralizó, y ahora parece que los mandos en el Pentágono no tienen nada mejor que hacer que congraciarse con Biden y los medios progres.
Visto lo visto, no es de extrañar que sea tan difícil conseguir los objetivos de alistamiento de voluntarios para las Fuerzas Armadas actualmente: con unos mandos cobardes en muchos casos e impulsando experimentos sociales, como esta mierda del «despertar», con despliegues interminables en el extranjero, sacrificios personales en aras de la seguridad nacional y de las misiones en desarrollo, con lesiones y hospitalizaciones debido a heridas sufridas en combate o en maniobras, enfermedades asociadas a la vida militar, y ahora con la Administración Biden / Harris impulsando recortes presupuestarios y de atención a los veteranos. Es la combinación perfecta para destruir nuestro ejército. ¿Para qué queremos enemigos extranjeros si los tenemos en casa y en el gobierno haciendo todo lo que pueden para hundirlo? Se preocupan más por incorporar trajes pre mamá para las mujeres militares que por elevar la calidad del adiestramiento.
El ataque izquierdista ahora es frontal y la cultura del despertar simplemente una herramienta más. El Partido Demócrata se ha resistido durante mucho tiempo a los beneficios para los militares desde los años 60, y ya no se esconde detrás de puertas cerradas, lo proclaman abiertamente. Los beneficios para la salud siempre se han erosionado para los veteranos con los demócratas en el poder. Trump cambió todo eso, que aunque, sin duda, es grave, también es reversible con una Administración conservadora, pero el adoctrinamiento ideológico hace un daño tremendo a largo plazo.
Es una vergüenza que ni siquiera el superintendente de West Point, el teniente general Darryl A. Williams, responda con claridad al representante Mike Waltz (Republicano por Florida), que es reservista de las Fuerzas Especiales del Ejército, sobre si este controvertido plan de estudios de la teoría crítica de la raza y la cultura del despertar se estaba enseñando en el campus de una de las principales academias militares del mundo. El general Williams no confirmó ni negó que se hubiera adoptado un plan de estudios de este tipo. Es vergonzoso que los dólares de los contribuyentes se despilfarren en enseñar doctrinas socialistas acerca de la diversidad y la filosofía del despertar, que son conceptos ampliamente superados por la realidad que vivimos. Sólo los generales pueden detener esto anteponiendo las necesidades de los militares si se plantan ante la Administración Biden. Aquellos que son valientes y lo hacen cuentan con el respaldo de Trump y con el mío. Ellos son la columna vertebral, pero si esos generales no lo hacen, nuestras Fuerzas Armadas se convertirán en nada más que un escaparate muy bonito y diverso, lleno de colorido, mujeres que no cumplen ni con los requisitos mínimos necesarios (ya sabemos que los están rebajando para dar cabida a tanta inútil), timorato y poco eficaz.
Personalmente, culpo a la cultura del «despertar» por muchas de las cosas negativas, muchas de ellas criminales, que están sucediendo en nuestro país y la degradación de parte de nuestras Fuerzas Armadas. Que los demócratas involucren a los adultos es malo, pero que además hagan lo mismo con jóvenes no suficientemente formados ni maduros, es todavía peor.
Que Trump reconstruyera las Fuerzas Armadas, fue uno de los mayores logros de su presidencia. Por eso es tan importante conservar su legado y luchar contra la infiltración de la cultura del despertar que amenaza con destruirlo desde dentro. No crean que sólo culpo a los demócratas de izquierda. Gran parte de la culpa de esto también la tienen muchos republicanos que están permitiendo que esto suceda porque tienen miedo de hablar. Never Trumpers, RINOs y algunos otros que hablan mucho, pero que nunca hacen nada, son corresponsables.
No es de extrañar que mucha gente esté harta de toda esta mierda del “woke”, el “despertar” y el resto de doctrinas socialistas. Cada vez más gente está viendo cómo Biden y la Camarilla que lo controla están empeñados en destruir todo aquello que impide sus planes de poder global: el ejército, las escuelas, las iglesias, el gobierno tal y como lo concibe Trump, libre y constitucional, con el poder para el pueblo.
No nos extraña, pero sí nos escandaliza, que los niños pequeños en las escuelas primarias ya estén siendo adoctrinados en el deplorable mundo LGBT y de la cultura del “despertar”. Su objetivo es destruir la sociedad y reconstruir sobre esas bases nuevas. En otras palabras, reconstruir Estados Unidos con una visión socialista en el que se cede el control y la soberanía nacional a un gobierno global que, por supuesto, no elegirán los ciudadanos y en el que el fraude electoral institucional será la norma. Es lo que ya está pasando bajo Biden.
Lo que está sucediendo es muy grave y los grandes medios no lo están cubriendo en absoluto. Por ejemplo, los estándares que tenía la USMA (la Academia Militar de Estados Unidos), han sido destruidos. Hace apenas unos meses, atraparon a unos 150 cadetes de West Point haciendo trampas. Apenas si los medios se hicieron eco. Para ellos es más importante que ninguno de los cadetes sea expulsado y se alineen con la cultura “woke”. De hecho, sólo fueron puestos en “probación súper secreta” del decano Vernon Womer. Otras academias militares están viviendo situaciones similares. Para algunos mandos, abrazar la cultura del despertar y sus equipos de fútbol parece ser más importante que la integridad y el entrenamiento como es debido, con rigor, profesionalidad, con estándares altos, valores clásicos y sin tonterías socialistas.
Muchos de los mejores instructores (doy fe de ello) se saltan los nuevos manuales “despiertos” e idiotizados, pero otros tantos no lo hacen. El daño está ahí. La solución es relativamente fácil: el regreso de Trump y recuperar las directrices que impidan esas doctrinas de ultra izquierda.
Todavía recuerdo el polvo que se levantó hace varios años cuando se ordenó que todas las fotos de los oficiales confederados que asistieron a la USMA fueran retiradas de la vista en un intento de borrar la historia, tal como la pandilla de tontos antiamericanos de izquierda ha tratado de lograr recientemente. Es algo que se repite ahora con frecuencia. La infiltración en nuestras academias militares por parte de aquellos que se adhieren al wokiness y al socialismo sin duda está avanzando, y las palabras atolondradas del general Milley y de otros similares son muestra de ello.
El efecto de todo esto ya se deja notar: China y Rusia ganan terreno, nosotros lo perdemos; el reclutamiento de voluntarios se resiente y se mantiene gracias a los reenganches; jubilaciones anticipadas de muchos suboficiales y de oficiales.
Trump pone el foco en este tema importante y da la batalla. Personalmente, me entristece y me avergüenza lo que ha estado sucediendo en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos desde la Administración Obama, tan sólo con el paréntesis positivo de la Administración Trump, que puso las cosas en orden. Es cierto que siempre ha habido problemas, pero se resolvieron entre todas las partes interesadas. Si una persona continuaba actuando de una manera que interrumpía o perjudicaba el trabajo de la unidad, la persona era disciplinada y, a veces, removida de su puesto. Con el adoctrinamiento de la cultura del despertar, ahora parece que no hay disciplina dentro de las unidades y todo está siendo cuestionado. En las Fuerzas Armadas no puede haber este tipo de atmósfera ni esta doctrina sencillamente porque las destruirá desde dentro. Sí, habrá unas Fuerzas Armadas, pero mermadas por las tonterías de raza, de feminazismo y demás gilipolleces socialistas.
La conclusión es clara: la cultura del despertar (woke) es un asalto directo a la preparación para la misión de los militares y amenaza seriamente con desmoralizar a nuestras Fuerzas Armadas.
Estas pasadas semanas, hemos visto un ataque brutal para imponer esta cultura “despierta”. Las Fuerzas Armadas se han visto sacudidas por una serie de despidos, acusaciones y controversias, todas derivadas de la adopción de esta cultura y de la teoría crítica de la raza en el entrenamiento militar.
Ahora vemos cuán acertado estuvo el presidente Trump el 23 de septiembre de 2020, cuando firmó una orden ejecutiva que prohibía una amplia gama de programas de entrenamiento militar inspirados en la CRT. La prohibición no restringió las discusiones sobre raza o diversidad, sólo aquellas que tenían su base en una ideología que era «divisiva». Como bien lo describió su orden ejecutiva, los programas a los que se dirigía eran una forma de discriminación gubernamental ilegal. Afirmaron que “algunas personas, simplemente por su raza o sexo, son opresores; y que las identidades raciales y sexuales son más importantes que nuestro estatus común como seres humanos y estadounidenses. Desafortunadamente, esta ideología ahora está migrando desde los márgenes de la sociedad estadounidense y amenaza con infectar las instituciones centrales de nuestro país».
De hecho, ahora está claro que la prohibición de la CRT por parte de Trump para los militares fue profética y necesaria. Hoy lo vemos a diario. Casi inmediatamente después de asumir el cargo, Biden firmó una orden ejecutiva que revocó esta prohibición y, bajo sus directrices, algunos militares afines reanudaron rápidamente el adoctrinamiento en la RCT y el “despertar”. Una vez que Biden firmó la orden, un portavoz de la Fuerza Aérea declaró que «la educación y la capacitación en diversidad, inclusión e igualdad de oportunidades son esenciales para cultivar valores y comportamientos positivos, así como un entorno donde se logre la inclusión y la equidad para todo el personal».
Aunque eso suene bien, se entiende que la conjunción de “diversidad, equidad e inclusión” es una jerga común de la teoría crítica de la raza y de los conceptos mucho más controvertidos que equivalen al racismo de izquierda. En cualquier caso, si se supone que la intención es crear un ejército estadounidense más inclusivo, las noticias recientes sugieren que está ocurriendo exactamente lo contrario. Hace poco, durante una audiencia del Comité de Servicios Armados del Senado, el senador Tom Cotton (Republicano por Arkansas) reveló que había recibido cientos de mensajes de personal militar de todos los rangos que expresaban frustración y preocupación con la implementación del plan de estudios CRT y la cultura del despertar (woke) dentro del ejército. Casi 30 de estas quejas se han hecho públicas e incluyen algunas acusaciones bastante impactantes. Entre las más consistentes se encuentran las siguientes: el teniente coronel de la Fuerza Aérea Matthew Lohmeier fue despedido de su trabajo en la Fuerza Espacial después de que apareciera en varios podcasts de Operaciones de Información con advertencias sobre la propagación del marxismo en el ejército y de afirmar que: “Lo que ves que está sucediendo en el ejército de EE. UU. en este momento es que si eres conservador, entonces te etiquetan como extremista si expresas tu puntos de vista»; se permiten banderas, camisetas y otras prendas de «Black Lives Matter», mientras que las prendas que dicen «todas las vidas importan» o «Make America Great Again» están estrictamente prohibidas. Los miembros del servicio militar se ven obligados a participar en seminarios basados en la raza que declaran explícitamente, como un hecho, que «Estados Unidos es racista» y que todos los blancos son «privilegiados». A los jóvenes militares se les instruye para que se espíen unos a otros y denuncien a cualquiera que lea o muestre parafernalia de «supremacismo blanco», un término que ha perdido su sentido, ya que los extremistas de la teoría crítica de la raza y el “despertar” etiquetan prácticamente todas las ideas conservadoras y tradicionalmente estadounidenses como «supremacismo blanco».
Una de las historias más sorprendentes proviene de un miembro de la Guardia Nacional, asignado a Minnesota. A pesar de que su unidad fue convocada para proteger Minneapolis de la destrucción causada por Antifa y BLM durante las protestas del yonqui George Floyd, ninguno de estos grupos fue mencionado en el entrenamiento sobre «extremistas». Cuando los soldados preguntaron a los líderes por qué estos grupos fueron excluidos, se les dijo que el gobierno de Estados Unidos no los «reconoce como grupos de odio».
El nuevo enfoque explícito de los militares en apuntar a lo que se conoce como «blancura», como han testificado muchos soldados, plantea muchas preguntas sobre la intención de este entrenamiento ideológico.
La preocupación por el daño que estas mierdas de izquierda está causando es cada vez mayor en la sociedad. Trump está recogiendo este sentir, es su portavoz y desde luego no se corta en sus declaraciones. Ha llamado a los generales “despiertos” (woke): “líderes débiles e ineficaces”. Se burla de ellos y les reprende en público por aprobar la propaganda del «despertar» en las escuelas y el ejército estadounidense.
Trump lo resume con su desparpajo habitual: «El gobierno de Biden emitió nuevas reglas que introducen la teoría crítica retorcida de la raza en las aulas de todo el país y también en nuestro ejército. Nuestros generales y almirantes están ahora más centrados en estas tonterías que en nuestros enemigos”.
«¿Ves a esos generales últimamente en la televisión? Están despiertos. Bueno, nuestro ejército será incapaz de luchar e incapaz de recibir órdenes».
«Nuestros altos mandos militares se han convertido en líderes débiles e ineficaces y nuestros enemigos están mirando y se están riendo. Necesitamos un Congreso republicano para prohibir la teoría crítica de la raza y el woke».
No habla por hablar. Es la pura realidad. Trump reconstruyó completamente las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos con más de 2.2 billones de dólares en gastos de defensa, incluidos 738.000 mil millones en 2020. Aseguró tres aumentos de sueldo para nuestros miembros del servicio y sus familias, incluido el aumento más grande en una década. Estableció la Fuerza Espacial, la primera nueva rama de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos desde 1947. Modernizó y recapitalizó nuestras fuerzas nucleares y nuestras defensas antimisiles para garantizar que sigan sirviendo como un fuerte elemento disuasorio. Mejoró nuestras defensas cibernéticas elevando el Comando Cibernético a un comando de guerra importante y reduciendo las pesadas restricciones de procedimiento en las operaciones cibernéticas. Vetó la Ley de Autorización de Defensa Nacional del año fiscal 2021, que no protegía nuestra seguridad nacional, no respetaba la historia de nuestros veteranos y militares y contradecía nuestros esfuerzos por poner a Estados Unidos en primer lugar. Derrotó a terroristas, responsabilizó a los líderes por acciones peligrosas y reforzó la paz en todo el mundo. Derrotó al califato territorial de ISIS en Irak y Siria: Liberó a casi 8 millones de civiles del control sanguinario de ISIS y liberó Mosul, Raqqa y el último punto de apoyo de ISIS en Baghuz: Liquidó al líder de ISIS, Abu Bakr al-Baghdadi, y eliminó al principal terrorista del mundo, el general iraní Qasem Soleimani. Creó el Centro de focalización del financiamiento del terrorismo (TFTC) en asociación entre los Estados Unidos y sus socios del Golfo para combatir la ideología y las amenazas extremistas, y atacó las redes financieras terroristas, incluidas más de 60 personas y entidades terroristas en todo el mundo. Dos veces tomó una acción militar decisiva contra el régimen de Assad en Siria por el uso bárbaro de armas químicas contra civiles inocentes, incluido un exitoso ataque con 59 misiles de crucero Tomahawk. Aprobó sanciones autorizadas contra los malos actores vinculados al programa de armas químicas de Siria. Negoció un alto el fuego extendido con Turquía en el noreste de Siria. Abordó las brechas en la base industrial de la defensa, proporcionando actualizaciones muy necesarias para mejorar la seguridad de nuestro país. Protegió la base industrial de defensa de Estados Unidos, dirigiendo la primera evaluación de todo el gobierno de nuestras cadenas de suministro de fabricación y defensa desde la década de 1950. Tomó medidas decisivas para proteger nuestra cadena de suministro de servicios y tecnología de la información y las comunicaciones, incluidas las aplicaciones móviles inseguras. Completó varias campañas de remoción de material nuclear de varios años, asegurando más de 1.000 kilogramos de uranio altamente enriquecido y reduciendo significativamente las amenazas nucleares globales. Firmó una orden ejecutiva que ordenaba a las agencias federales que trabajasen juntas para disminuir la capacidad de los adversarios extranjeros de apuntar a nuestra infraestructura eléctrica crítica. Estableció una estrategia de todo el gobierno para abordar la amenaza planteada por los esfuerzos de China dirigidos al ecosistema de investigación y desarrollo financiado por los contribuyentes de los Estados Unidos. Aumentó las capacidades avanzadas de defensa antimisiles y las alianzas regionales. Reforzó la capacidad de nuestros aliados y socios para defenderse mediante la venta de equipo militar y ayuda técnica. Firmó el acuerdo de armas más grande de la historia, valorado en casi 110.000 millones de dólares, con Arabia Saudí.
Trump hizo todo eso y más. No dejaremos que Biden y su Camarilla de socialistas lo destruyan, ni que tengan éxito en infectar las Fuerzas Armadas con su miserable cultura del despertar (woke) y la teoría crítica de la raza (RCT), las dos mierdas de izquierda peores que he visto en muchos años. Mientras llega el momento de que Trump regrese a la Casa Blanca, todos haríamos bien en apoyar activamente los proyectos de ley que restablecen los términos de la orden ejecutiva del presidente Trump para prohibir el CRT en la capacitación de empleados, el ejército, los contratos y las subvenciones. Esos proyectos de ley son Cruz (S2221), Bishop (HR3179) y Owens (HR3235). Son el camino correcto para mantener unas Fuerzas Armadas seria y solventes. Así como otras iniciativas, como la coalición de fundaciones legales y abogados privados, que libran una guerra legal implacable contra la teoría crítica de la raza y el “woke” en las instituciones estadounidenses.
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