La ciberdefensa de Trump
La agenda política del Presidente Trump está llena de desafíos, y pocos como él y su equipo para afrontarlos. Uno de ellos es la ciberdefensa de los Estados Unidos en un mundo en el que los ataques cibernéticos de Estados o grupos de hackers son continuos y muy peligrosos.
La defensa efectiva de las infraestructuras vitales de la nación ocupan a los nuevos responsables en el Pentágono y otras agencias federales para arreglar el desaguisado que dejó la Administración Obama, entre cuyas consecuencias está una cascada de filtraciones que dañan gravemente al país.
La Administración Trump ha puesto en marcha desde el principio un conjunto de medidas y acciones para combatir las amenazas cibernéticas que se extienden contra infraestructuras que estaban muy poco defendidas o insuficientemente. La protección de los ciudadanos estadounidenses y los centros neurálgicos en esta ciberguerra que tiene lugar sin que la gente se entere demasiado de lo que sucede, o tarde y mal, es el gran objetivo del Presidente Trump al impulsar una ciberdefensa más moderna y adaptada a los riesgos que tenemos ahí fuera.
Cada vez hay más gobiernos y grupos organizados con capacidad para perjudicar a Estados Unidos mediante acciones cibernéticas coordinadas al disponer de capacidades informáticas de primer nivel, la mayoría de las veces robadas a los propios Estados Unidos o conseguidas mediante la filtración de traidores en los propios servicios de inteligencia. Los medios apenas se ocupan de esta ciberguerra en la que está inmersa el país, o lo hacen de forma equivocada, porque no ofrece imágenes que resaltar y porque carecen de información de calidad y veraz sobre la que informar, pero en verdad es la más peligrosa para la seguridad nacional.
Durante la Administración Obama se produjeron incidentes cibernéticos gravísimos, silenciados la mayoría de las veces con la complicidad de los medios amigos del expresidente demócrata. Ahora, con Donald Trump en la presidencia, afrontamos el reto de sellar el sistema completamente para que no vuelvan a producirse fallos de seguridad cibernética que podrían colocar al país a merced de grupos de hackers profesionales y gobiernos interesados en debilitar nuestras capacidades y espiarnos para robar información comercial, militar y de inteligencia.
La elaboración y puesta en marcha de una nueva estrategia nacional de ciberseguridad por parte del equipo del Presidente Trump está marcando en gran medida el éxito inicial de esta presidencia. Las nuevas políticas de seguridad y defensa del ciberespacio son esenciales para mantener la ventaja estratégica del país. Queda por delante lograr una coordinación más ágil y útil con los servicios de inteligencia y con proveedores y contratistas privados en materia de ciberfedensa, así como mantener a salvo las nuevas ciber armas de defensa y ataque de filtraciones interesadas y sabotajes. Los esfuerzos que se están haciendo en este sentido son enormes y en muy reducido espacio de tiempo, pero ante la gravedad de los ciberataques y las filtraciones, urge que el Congreso colabore activamente para financiar y autorizar las medidas que se contemplan en la nueva estrategia de ciberdefensa que proponen el Presidente Trump y sus asesores.
En este nuevo campo de batalla que afecta de lleno a las redes, las infraestructuras y el ciberespacio, con filtraciones interesadas, ciberataques, noticias falsas e información de calidad que determina decisiones cruciales, nos jugamos la seguridad nacional y el futuro de este país. Por ello, las primeras medidas adoptadas por el Presidente Trump en este ámbito (auditar las cibercapacidades de las agencias gubernamentales, valorar el estado real de las capacidades defensivas y de ataque del Pentágono y de las agencias de inteligencia, el plan para mejorar la infraestructura tecnológica de información y comunicación, y el análisis del estado actual de las capacidades cibernéticas de otros países), son pasos imprescindibles antes de pasar a las siguientes fases, en las que veremos, de entrada, un aumento cuantioso de los presupuestos destinados a ciberdefensa, selección y reclutamiento de especialistas tecnológicos e informáticos, y desarrollo de ciber armas defensivas y ofensivas.
La reorganización de la dirección, control y coordinación efectiva entre el cibercomando, las Fuerzas Armadas, las agencias de inteligencia, el Congreso y la presidencia, representan el otro gran desafío a acometer en el que estamos inmersos.
Todo esto es importante porque la ciberdefensa de Trump contribuirá esencialmente a esa gran promesa del Presidente: MAGA. Hacer América Grande Otra Vez. Que, hoy por hoy, pasa en gran medida por ser fuertes en el ciberespacio.