Medalla de Honor
Con escabrosa frecuencia los medios de comunicación se complacen en ventilar noticias marginales, convirtiendo a personajes o hechos radicales en protagonistas de la vida pública. Lo hemos visto recientemente con el reverendo Terry Jones, a cuenta de la anunciada quema de Coranes el 11/S ó de la prevista construcción de una mezquita cerca de la “zona cero” en Nueva York.
Sin embargo, historias ejemplares quedan relegadas a un segundo plano, porque alguien en los despachos de los medios de comunicación decide que esa noticia “no vende”.
Como paso olímpicamente de ese “circo” mediático del que algunos participan entusiastamente, inflamando el radicalismo de la gente, un radicalismo que no conduce a nada bueno, prefiero contarles una historia que a buen seguro les inspirará mejores sentimientos y les reportará valores interesantes sobre los que reflexionar.
En estas fechas se ha anunciado la concesión de la primera Medalla de Honor a un militar vivo desde la guerra de Vietnam. Salvatore Giunta es el nuevo héroe americano, vivo, que tendrá el privilegio de recibir esta Medalla de Honor. Sus méritos probados se remontan a una noche del 25 de octubre del año 2007, cuando una patrulla estadounidense cayó en una emboscada de los talibanes en el valle de Korengal (al este de Afganistán). Salvatore Giunta, entonces recluta, hoy sargento, salvó a sus compañeros atrapados, realizando una incursión “más allá del deber” en medio de un intenso tiroteo, poniendo su vida en riesgo para salvar la vida de los soldados heridos en la batalla.
Salvatore A. Giunta es de origen italoamericano y se crió en la ciudad de Hiawatha, de 6.500 habitantes, cerca de Cedar Rapids (Iowa), se enroló en el Ejército en noviembre de 2003, ha servido en la Compañía B del Segundo Batallón Aerotransportado del Regimiento de Infantería 503, fue enviado dos veces a Afganistán y actualmente está destacado en la 173 Brigada Aerotransportada de combate en Vicenza. Hasta ahora ha mantenido un discreto silencio, sólo roto con unas declaraciones para el libro War (Guerra) de Sebastian Junger, que ha citado The Washington Post, relativas a aquel episodio por el que ahora se le concede la Medalla de Honor : «Todo se ralentizó, hice todo lo que pensé que podía hacer, nada más y nada menos. Hice lo que hice porque fui entrenado para ello«.
Lo que nos habla, desde la sencillez y la humildad, de profesionalidad, de coherencia, de lealtad personal a los valores en los que se cree, de valentía en los momentos más difíciles, justo cuando hay que demostrar lo que vale uno de verdad. No charlas baratas para impresionar a nadie sino auténtico valor.
La Medalla de Honor se concede tras pasar un examen escrupuloso, que analiza exhaustivamente los hechos que se pretenden condecorar con testimonios, comités, investigaciones, recogida de pruebas y exámenes, entre otros procedimientos de autentificación. De la exigencia para conceder la Medalla de Honor, y de su valía como condecoración, queda reflejado en que Estados Unidos sólo ha concedido seis Medallas de Honor desde que están abiertos los conflictos de Iraq y Afganistán, hasta ahora todas ellas de manera póstuma. En la guerra de Vietnam se concedieron 246, en la de Corea 133 y en la II Guerra Mundial 464.
En estos tiempos en los que todo se devalúa y pierde valor, es positivo recordar que aún tenemos símbolos y personas que merece defender. La Medalla de Honor es la máxima condecoración entregada en las Fuerzas Armadas norteamericanas en reconocimiento por acciones especiales en las que destaca el mérito extraordinario en situaciones de peligro, el auto-sacrificio y poner en riesgo la propia vida. Salvatore Giunta encarna estos principios y nos marca un camino de comportamiento. Un ejemplo a seguir. Giunta, que en 2007 tenía 22 años, también demuestra que juventud y compromiso no están reñidos; por aquel entonces él era especialista y estaba a cargo del grupo de tiro. Cuando sucedió todo, su unidad se dividió durante un tiroteo y fue en aquel momento cuando se metió en el fuego cruzado para salvar a unos compañeros heridos que habían sido tomados como rehenes por los insurgentes.
Giunta se convertirá, con todo mérito y al margen de las manipulaciones habituales de los políticos, en el héroe de carne y hueso que recibe una Medalla de Honor por acciones meritorias, con la particularidad de será el primero que la recibirá en vida desde hace décadas.
Su liderazgo y coraje aquel 25 de octubre de 2007 en un remoto lugar de Afganistán, le ganaron esta Medalla de Honor, una condecoración que sigue siendo un espejo en la que mirarnos y encontrar inspiración.