Burbuja editorial
Los errores del pasados deberían servir para corregir actitudes y estrategias, pero eso en España es una utopía. A pesar de la crisis brutal que ha afectado, y que todavía aqueja al sector editorial, las editoriales españolas insisten en producir más libros de los que se leen. Las brillantes mentes editoriales (dicho con sarcasmo) perpetúan la misma estrategia de saturación del mercado hasta que salte un éxito.
La sobreproducción lo único que consigue es inflar de nuevo la burbuja editorial. La publicación de nuevos títulos por parte de las grandes editoriales sigue creciendo por encima del 10% anual. Parece que las directivas de las editoriales no se enteran de que el 40% de los españoles no leen ni un libro al año, de acuerdo a las estadísticas oficiales del CIS. ¡El 40%! 4 de cada 10 no abre un libro. Los lectores habituales simplemente no pueden asimilar semejante cantidad de novedades.
Con este panorama, es lógico que la burbuja editorial siga haciéndose grande y gordita. El fenómeno no es baladí porque inunda las librerías, ya saturadas, e impide el flujo de novedades realmente con valor literario y comercial, así como su correcta visibilidad.
Por el contrario, las pequeñas y medianas editoriales han reducido su ritmo de producción editorial para hacerlo más razonable y sostenible. Esta política permite mantener un fondo editorial durante más tiempo, lo que hace posible llegar a más lectores.
Si España desea ser realmente una potencia editorial, como lo es Estados Unidos, entonces debe centrar sus prioridades en este sector no tanto en la producción excesiva, sino en incrementar los índices de lectura y de ventas de libros, que son los indicadores que de verdad señalan si un país es una potencia editorial.
La sobreproducción de libros conduce a la pérdida de dinero y a inflar la burbuja editorial, que ha sido uno de los grandes errores del sector antes de la crisis. Y vuelve a serlo. Además, para más inri, con la publicación de libros que tienen muy poco valor, que siguen una línea editorial claramente enfocada al público femenino que ya aburre, y que no incentiva para nada la lectura.
Al margen de esta locura editorial, se hallan las editoriales independientes, como Sniper Books, que publican para un perfil de lectores bien definido a los que no machacamos con constantes y absurdas novedades, y con una premisa clara: libros autosuficientes, demandados por los lectores, que cubran costes y logren beneficios, que se abran paso en el mercado internacional y con proyección de futuro.