Crisis de seguridad en la frontera
Los analistas experimentados vemos con pasmo lo que sucede en torno a la crisis de seguridad en la frontera sur de Estados Unidos con México. Porque, Trump y la retórica demócrata aparte, los datos y la situación apuntan a una crisis del copón. La mayoría de estadounidenses así lo ve, al margen de las disputas políticas. Que es una crisis de seguridad y una emergencia nacional está más claro que el agua cristalina.
Ok. Ahora veamos el panorama y entenderemos todo: el debate sobre la situación en la frontera que tiene lugar en los medios y la prensa se caracteriza por la ignorancia y por lo poco o nada que los comentaristas saben acerca de lo que está haciendo la administración Trump en este tema. Los mal llamados “expertos” equivocan los hechos y la información, los datos y casi cualquier asunto que esté relacionado. Todos se lanzan a defender argumentos apasionados sobre hechos dudosos o directamente falsos. Conclusión: reina la confusión, el lío y el disparate.
La prensa, metida en esa espiral anti Trump, de la que no quieren salir, no se esfuerzan en descubrir lo que está pasando. Es más sencillo y en línea con su estrategia de derribo presidencial culpar a Trump de todo. Sin embargo, la Administración Trump, con el presidente a la cabeza, ha realizado importantes mejoras en la seguridad fronteriza y los planes apuntan en la dirección correcta. Luz y taquígrafos, damas y caballeros. Los hechos: el Departamento de Seguridad Nacional confirma que actualmente ya hay algún tipo de barrera o muro en 654 millas de la frontera de un total de 1.954 millas. Algunas de ellas son cercas de alta calidad que desalientan en gran medida el paso de inmigrantes ilegales. Pero muchas de ellas están tan viejas y en mal estado que en realidad no son una barrera en absoluto, sino un coladero sin control. Algunas son cercas diseñadas para detener vehículos, pero permiten que los peatones caminen a través de ellas. Una seguridad de risa.
La Administración Trump propone una construcción mucho más inteligente y efectiva, un diseño de bolardo de acero, lo que el presidente ha llamado «listones de acero». En realidad, es un híbrido de una cerca y un muro, y cualquiera de las dos palabras puede usarse razonablemente para describirlo. No es algo importante. Su eficacia, sí, que es lo que quiere Trump. Como los demócratas han cogido el berrinche del siglo con la palabra «muro», Trump ha empezado a llamarlo “barrera”. Da igual, es lo mismo, su misma idea con otra definición. Todo sea por hacerles tragar la píldora a los demócratas como niños buenos.
Homeland Security nos confirma que ya ha terminado de levantar cerca de 35 millas de la barrera y está en camino de aumentar a 40 en los próximos meses. Todo un logro en tiempos tan revueltos. Se han instalado aproximadamente dos millas en el sector El Centro en California. (DHS divide la frontera en nueve sectores, y así es como cita las ubicaciones de las nuevas barreras). Otras 20 millas se han terminado en el Sector de El Paso en Nuevo México. Catorce millas más en el sector de San Diego en California están programadas para completarse en mayo, y otras cuatro millas adicionales en El Paso están programadas para completarse a fines de este año.
¡Coño, pues parece que el muro de Trump avanza bastante bien! No se lo contarán los medios manipuladores afines a los demócratas progres.
Aparte de todo esto, hay otras 75 millas que Homeland Security confirma que están bajo contrato o para las cuales el contrato y el proceso de diseño están en curso. Esas áreas cubren partes de San Diego, El Centro, el Sector Yuma en Arizona y el Sector del Valle del Río Grande en Texas.
Si ponemos todo eso junto, nos dan casi 115 millas de nueva barrera. Y todo se está haciendo con dinero que estaba disponible en las asignaciones del año fiscal 2017 y 2018. Este gran trabajo reemplaza y actualiza las cercas existentes y es el tipo de proyectos que en una época anterior podría haber pasado totalmente desapercibido, como de hecho, pasaba. ¿Qué ocurre ahora? Que Trump es un presidente conservador con éxito y quieren llenar de mierda su presidencia a toda costa. Aunque perjudiquen la seguridad de este país. No hay nada controvertido en los trabajos de seguridad en la frontera y de levantar barreras o muros.
Todo se resume en la lucha actual entre Trump y los demócratas en el Congreso sobre el dinero para el próximo año: cinco mil setecientos millones de fondos para construir más barreras. Si la Administración obtiene el dinero, DHS podría acumular hasta 215 millas adicionales de barrera o muro, con cerca de 65 millas con barrera de reemplazo y 150 millas como nueva construcción en áreas que actualmente no tienen barreras. Homeland Security ya ha anunciado dónde se colocarían las barreras. Habría cinco millas en el Sector de San Diego, 14 millas en el Sector de El Centro, 27 millas en el Sector de Yuma, nueve millas en el Sector de El Paso, 55 millas en el Sector de Laredo en Texas y 104 millas en el Río Grande Sector del Valle en Texas.
En total, contando el trabajo que ya se realiza y se planifica, la Administración construirá 330 millas de una nueva barrera, 150 en áreas sin barreras hoy en día, donde la seguridad está muy comprometida y es necesario reforzarla sí o sí.
Todo esto es un proyecto razonable y sensato que, en un momento con menos tensión política y menos odio al presidente por razones ideológicas, sería objeto de aprobación bipartidista. Lo hemos visto en el pasado. De hecho, como la Casa Blanca señala, las mayorías bipartidistas en el Congreso votaron a favor de una extensa barrera fronteriza en 2006.
Dejando a un lado la política, la conclusión es que incluso las barreras relativamente cortas que está construyendo la administración de Trump funcionarán bien. Sólo hace falta mirar algunas de las cercas hechas de esterillas de aterrizaje de helicópteros de acero oxidadas de la era de Vietnam. La Administración las está reemplazando con barreras eficaces que desalentarán los cruces ilegales de personas, de drogas, armas, etc. Eso es una ventaja y un progreso real se mire como se mire.
Ni siquiera hay debate sobre el funcionamiento de las barreras o muros porque realmente funcionan. En San Diego, por ejemplo, una barrera ha hecho la diferencia. En 1986, los agentes de la Patrulla Fronteriza detuvieron a 629.656 inmigrantes ilegales en el área de San Diego. Cuando se construyó una barrera, y luego otra, ese número cayó dramáticamente. En 2015, las detenciones ya estaban por debajo de 30.000. O sea, las barreras o muros funcionan muy bien. Trump tiene razón.
Ahora, el flujo de inmigrantes presenta un problema nuevo. Aunque hay menos que hace varios años, está compuesto muchas veces por familias y niños no acompañados que no tienen un reclamo válido de asilo pero que, por ley de los Estados Unidos, no se pueden devolver a sus países de origen. Mientras esos inmigrantes ilegales puedan cruzar libremente la frontera, pueden permanecer en los Estados Unidos, una situación que provoca efecto llamada y atrae más inmigración ilegal.
La propuesta del presidente Trump, que además de una barrera o muro, contiene disposiciones para que haya más jueces de inmigración, más agentes de la Patrulla Fronteriza, más camas para las detenciones, más recursos médicos y más tecnología, mejoraría esta situación de forma notable y mucho más humana y compasiva. Si el debate político no se radicalizara con la ideología extrema progre de los medios y los demócratas, lo razonable de esto haría todo mucho más fácil y menos traumático, sin necesidad de cierres del gobierno ni luchas políticas extremas.
La buena noticia para Trump es que tiene la razón y a la mayoría del pueblo estadounidense de su parte, y esta batalla la va a ganar.