Especies en peligro en África
Las guerras siempre han tenido un efecto negativo en las poblaciones de animales allí donde se han producido. Un nuevo estudio realizado por la revista científica Nature ha venido a corroborar esta realidad conocida desde hace años. Las conclusiones del proyecto llevado a cabo en África señalan que más del 70% de los parques protegidos africanos se vieron afectados de forma importante por las guerras ocurridas entre 1946 y 2010, que ocasionaron daños en las poblaciones de animales. Los investigadores constataron que la intensidad y frecuencia de las guerras afectaron a un 71% de los parques africanos durante ese período, y que son el indicador más importante de las pautas de evolución de las poblaciones animales. De manera que a mayor frecuencia de conflicto, desciende el número de ejemplares de estas especies y es menor el crecimiento de las poblaciones, que se convierte en negativo en las zonas de alta intensidad. Sin embargo, comprobaron que es infrecuente el colapso total de las poblaciones animales, lo que indica que la fauna afectada por la guerra puede a menudo recuperarse.
Los responsables del estudio, Joshua Daskin y Robert Pringle, de la universidad de Princeton, analizaron el efecto de los conflictos bélicos en Los investigadores estudiaron el impacto de los conflictos en 253 poblaciones de 36 especies de grandes herbívoros de parques africanos, como elefantes, hipopótamos y el kudú menor, entre otras, de 126 áreas protegidas de 19 países de África.
Las guerras también afectan a la fauna en los lugares de conflicto. Esto, que es grave, no ocupa espacio en los informativos empeñados en bobadas feministas y noticias de sucesos sensacionalistas.
Otra conclusión de la investigación apunta a que, si se mantienen los esfuerzos de conservación en estas zonas de conflicto y se interviene pronto en los casos de alto el fuego, podría ayudar a salvar a muchas poblaciones y especies en riesgo.
Según la investigación, la parte oriental de la República Democrática del Congo (alrededor del Parque Nacional de Virunga) es la zona que ha experimentado una mayor amenaza para elefantes, gorilas y otros animales debido a su prolongado período de guerra. Otro ejemplo es Sudán del Sur, donde el conflicto y la inestabilidad política dificultan la gestión del ecosistema Sudd, un humedal de importancia mundial y el hogar del cobo del Nilo, una especie de antílope africano en peligro de extinción.
Lamentablemente no son los únicos casos, hay muchos otros ejemplos en todo el continente africano. Como siempre, nos queda la esperanza de algunos lugares, como el Parque Nacional Gorongsa, en Mozambique, que ha recuperado su fauna casi al borde de la extinción en los años 90. Esto se logró en gran medida porque se crearon las condiciones necesarias para que la naturaleza siguiera su curso tras la guerra.. A los pocos animales salvajes supervivientes se les permitió reproducirse bajo la vigilancia de guardabosques que realizan patrullas contra la caza furtiva, pero también en conjunto con programas de desarrollo humano.
Frente a estos casos afectados por la guerra, también encontramos lugares donde los conflictos bélicos han permitido prosperar a la fauna. Es el caso de la Zona Desmilitarizada entre Corea del Norte y el Sur, que ha funcionado como una reserva natural de facto durante casi siete décadas. También las poblaciones de elefantes en Zimbabwe pueden haber escapado a los impactos de la caza furtiva durante la Guerra de Rhodesia (de 1964 a 1979).
La conclusión es evidente: los animales prosperan mejor en entornos que no se ven afectados por la actividad humana ni los conflictos bélicos. Áreas naturales libres de esa invasión humana y de guerras son necesarias preservar y asegurar en todo momento.