El colorín sietecolores
La naturaleza es pródiga en belleza. Los pájaros forman un universo rico en especies que mantienen el equilibrio de los ecosistemas con su presencia. Entre ellos encontramos al colorín sietecolores o Passerina ciris, azulillo pintado, azulito multicolor, mariposa o pape arcoíris. Hay donde elegir, a gusto de cada uno. Es un pajarillo precioso al que podemos descubrir entre la vegetación y los arbustos. Es una especie que destaca por su agilidad, porque les gusta vivir en pareja y le encanta comer larvas, insectos y semillas. Una dieta que les mantiene la mar de guapos.
Se encuentra en Estados Unidos y en Centroamérica. Lamentablemente, su población se ha reducido en las últimas décadas. Es una tendencia mundial que encabeza el ser humano: las especies más atractivas disminuyen y proliferan las especies de poco valor y más perniciosas. Los colorines se enfrentan a la invasión de los tordos, que parasitan a menudo sus nidos. Lo mismo que sucede en las poblaciones de seres humanos parasitadas por otros grupos de inmigrantes, pero a nivel de pájaro. Todo está ya escrito en la naturaleza. Sólo hay que saber mirar.
A los colorines les gusta vivir en los bordes de los bosques, de los caminos, en los matorrales, en las ciudades y los jardines. En todas las estaciones prefiere las áreas semiabiertas con vegetación densa y de poca altura. Se reproduce cerca de matorrales, setos, claros y lindes de bosques y sotobosque de bosques abiertos. Pasa el invierno en hábitats similares en Florida, además de zonas con arbustos y bosques de segundo crecimiento en el trópico.
Es un ave reservada que a menudo se esconde bajo la vegetación, si bien, los machos destacan por ser unos peleones de mucho cuidado a los que les gusta cantar con trinos muy alegres desde lo alto de los árboles o en posiciones elevadas bien cubiertos por el follaje. Descubrir a los sietecolores es una experiencia encantadora. Durante las épocas de migración puede alimentarse en bandadas acompañados por azulillos índigos, otros colegas de la familia de los Cardenales.
Las hembras suelen poner 3, 4 o 5 huevos y son las encargadas de realizar la incubación en exclusiva durante 11 o 12 días, en los que manda al colorín macho a volar mucho y bien para que no dé la brasa por el nido hasta que nacen los polluelos y toca alimentarlos. Algo así como los humanos, pero en plan pájaro siete colores.
Como he dicho antes, los machos de la especie son unos peleones de cuidado y pueden enfrentarse en peleas físicas con otros machorros que llegan a tener graves consecuencias, generalmente debido a disputas sobre límites territoriales. Lo mismo que pasa en los pueblos de España o en la primera línea de playa en verano en las playas españolas. Pero a nivel pájaro. Algunos machos colorines son un poco cabroncetes porque aunque les encanta vivir en pareja, a veces suelen tener más de una. Se ve que le cogen el gusto al asunto y se les va de las patitas. Si bien, la mayoría son monógamos y fieles a su pajarilla colorín.
Las hembras colorines son muy hacendosas y construyen ellas solas el nido, que consiste en un apañado cuenco abierto tejido con hierbas, malezas y hojas, y recubierto con hierbas finas, raíces y pelo de animales. Una obra de artesanía que bien merecería algún premio del gremio de aves. La zona de reproducción alcanza principalmente Texas, Oklahoma, Georgia, Arkansas, Carolina del Norte, Florida y Louisiana, aunque se les puede ver en otros estados también.
Los machos son más coloridos que las hembras y están considerados como las aves más bonitas de América del Norte. Las hembras se vuelven locas por sus plumas y así perpetúan la descendencia y pueblan la Tierra con miles de colorines que embellecen la naturaleza.