Trump, el Presidente impredecible
Hay una característica que define al Presidente Trump en el tiempo que lleva en la Casa Blanca: lo impredecible de sus decisiones. No tiene nada que ver con su ideología o cambios de opinión, y sí con un talante y talento estratégico que descoloca a amigos y enemigos, medios de comunicación y gobiernos de todo signo. Trump ha convertido la impredecibilidad en una herramienta poderosa para gobernar, sorprender a los demás, desconcertar y lograr ventajas para Estados Unidos y los estadounidenses.
La táctica está brindando éxitos indudables que se concretan en avances sustanciales en temas fundamentales para esta presidencia: en defensa, con un aumento del presupuesto para las Fuerzas Armadas, incluido un incremento para el sistema antimisiles; en desregulaciones, con la derogación de cientos de normas que habían alimentado la burocracia y engordado la nómina de burócratas; en impuestos, con una reforma histórica que reducirá drásticamente los impuestos a empresas e individuos; en el sistema sanitario, con la futura revocación del Obamacare y la puesta en marcha de un sistema nacional de salud más competitivo; en seguridad fronteriza, con un aumento de partidas presupuestarias y personal, la reducción de la inmigración ilegal en cerca del 80%, y las primeras fases de la construcción del muro con México; en inversión espacial, con un empujón presupuestario para la NASA y objetivos bien definidos para los próximos años; en empleo, con un aumento espectacular de más de un millón de nuevos empleos en sectores productivos de la economía; en defensa de la vida, con la abolición de cientos de regulaciones pro-aborto, medidas positivas para favorecer a las familias y la natalidad, y el estrangulamiento de la financiación federal del aborto; en libertad religiosa, con nuevas leyes que facilitan la intervención de las comunidades religiosas en la vida política y social de país; en comercio internacional con la salida de Estados Unidos de tratados injustos o su renegociación; en la guerra contra los medios de comunicación manipuladores, con una clara revelación de sus mentiras y ataques infundados contra el Presidente y su Administración; por citar sólo algunos de los asuntos en los que se han producido avances más que notables o estamos en vías de lograrlos.
El presidente Trump está demostrando ser un hábil estratega y negociador, liberado de las ataduras formales de lo políticamente correcto, que le permiten decir y hacer en cada momento lo que más conviene al país o más ventajas puede proporcionarnos. No hay nada errático o equivocado en sus planteamientos, ya sea en lo referente a su opinión sobre la OTAN, un tratado comercial, la política de comunicación de la Casa Blanca o sobre opciones de guerra contra Corea del Norte, Siria o Venezuela.
En la mente estratégica de Trump los cambios, la flexibilidad, la negociación activa y la adopción de diferentes posturas, de acuerdo a la evolución de los acontecimientos, son recursos para lograr objetivos y resultados positivos. Es un Presidente más de lograr resultados que estrictamente ideológico. Nada le importa la opinión de los medios de comunicación manipuladores, sus análisis equivocados, sus críticas enfurecidas, la rabia que destilan sus artículos y editoriales, o el rechazo de la oposición demócrata y, en ocasiones, de algunos miembros de las propias filas republicanas a su agenda política. Lo impredecible de sus opiniones y planteamientos es un factor aliado del Presidente Trump, que sabe amoldarse a las distintas situaciones y su evolución con una naturaleza que se adapta al cambio con una rapidez inaudita, incluso liderando esos cambios.
Algunas de sus posiciones políticas han experimentado una evolución con respecto a lo que sostenía en campaña electoral. Esto es bueno y deseable porque muchas situaciones también han cambiado con nuevos factores a tener en cuenta, como en los temas relacionados con China, Siria, México, Venezuela o Rusia. O con la exclusión de los transexuales de las Fuerzas Armadas. El Presidente Trump ha sabido extraer las conclusiones certeras de los escenarios cambiantes, de un conocimiento más profundo de los asuntos y adaptar su política con enorme inteligencia estratégica y flexibilidad.
Mientras algunos medios siguen en la inopia desde que esperaban que ganara su candidata, y la de los lobbies progresistas: Hillary Clinton, que fue humillada con una derrota histórica pese a todos los apoyos institucionales que tenía y las trampas electorales que hicieron los demócratas (votos ilegales por millones), y pese a su alianza con el estado profundo del establishment, Trump está sabiendo nadar por las turbulentas aguas de la política nacional e internacional, valiéndose de la impredecibilidad para alcanzar metas importantes para este país y para el pueblo estadounidense. Nadie nunca en la historia ha ejercido el poder presidencial con esta clase de estrategia de forma permanente. A Trump le está funcionando. Ha hecho añicos la narrativa mediática falsa sobre Rusia, economía, derechos de los ciudadanos, inmigración, defensa, racismo y misoginia, entre otros muchos temas. Los hechos acontecidos en Charlottesville, Virginia, con grupos de fanáticos de distinto signo ideológico, de ultraderecha y ultraizquierda, ha evidenciado también la capacidad de Trump para demostrar coraje político y ser ecuánime y presidencial al denunciar a ambos bandos enfrentados, y poner en evidencia la manipulación de los medios y el establishment con tal de atacarlo, aunque sea injustificadamente.
El comportamiento y las decisiones del Presidente son imposibles de predecir, y enemigos y aliados ya no cuentan con esa ventaja frente a Estados Unidos. La impredecibilidad de Trump aumenta su capacidad de establecer ventajas y condiciones en diversos sectores, de sacar partido a las diversas situaciones sin quemarse en absoluto. Lo impredecible de su impredecibilidad hace de esta estrategia una herramienta colosal de negociación, de toma de decisiones, de establecer objetivos y de movimientos políticos para conseguirlos. Es el arte de moverse de forma impredecible que Trump domina con maestría.
Al contrario de lo que algunos piensan, creen u opinan, el Presidente Trump evalúa con fría serenidad e inteligencia sus decisiones finales, que son las que cuentan. Esta estrategia es la que está detrás de que gran parte de la agenda del Presidente ya esté alcanzando éxitos concretos y notables cuando no lleva ni un año en el Despacho Oval, y de un apoyo popular que ronda el 80% entre sus votantes. Es una estrategia tremendamente creativa, abierta, que pocos entienden, pero que funciona, y que Trump dota de una eficacia altísima.