Ideas y talento
Una de las revoluciones que ha tenido lugar en Estados Unidos, y ahora se desarrolla en Europa, China y otros países, no ha provocado grandes titulares, como las revueltas en los países árabes o la crisis económica en Occidente, sin embargo tiene mayor influencia y alcance. Es la revolución que protagonizan las ideas, el talento y los conocimientos, que ahora desempeñan un rol decisivo en los proyectos empresariales, gubernamentales y personales. Ésos son los elementos esenciales que garantizan hoy en día el éxito organizativo y el desarrollo individual.
Junto al capital tradicional, las ideas y los conocimientos se han convertido en las claves para lograr un proyecto de éxito, son el principal capital de cualquier organización, ya sea pública o privada, y están llamadas a convertirse en los bienes económicos o sociales que debemos saber gestionar y rentabilizar al máximo.
Actualmente, los grandes valores intangibles como el talento, la inteligencia, la imaginación, la creatividad y la iniciativa personal de cada persona, son los que determinarán el éxito de las mismas y de las organizaciones en las que desarrollen sus trabajos. En este momento más que en ningún otro de la historia, una de las claves de la gestión empresarial o de gobierno es la capacidad de transformar esas ideas y conocimientos en bienes de mercado (productos y/o servicios), obteniendo la máxima rentabilidad posible y la mayor competitividad a nivel local y global.
Podemos afirmar que el principal capital organizativo ya no es la tierra, ni el capital financiero, ni siquiera la tecnología, lo es el cerebro humano y el cúmulo de conocimientos y talento que pueda desarrollar de forma innovadora. En esa tarea ocupa un lugar destacado la formación continua, la mentalidad abierta de las personas y la voluntad de trabajar duro y bien; sin estos factores mucha gente no tendrá cabida en el mercado de trabajo.
En el mundo que vivimos, lleno de cambios, incertidumbres, riesgos y oportunidades, las personas son en sí mismas el gran valor, en concreto sus ideas y talentos, que se han convertido de hecho en el principal medio de producción y generación de riqueza. Es lo que ya diferencia a las organizaciones, los gobiernos y los países, lo que marca la diferencia de capacidad, competitividad, creación de capital y de innovación.
Las personas tienen no sólo las ideas, sino también las capacidades para desarrollar éstas, y que deben cultivar especialmente: el liderazgo, la responsabilidad, la toma de decisiones, la intuición, la creatividad, el juicio, la conciencia en uno mismo, la autoconfianza, la autoestima, el espíritu de equipo, la innovación, la participación y el emprendimiento.
Ante esta situación de constante cambio, las organizaciones y los gobiernos necesitan continuamente nuevas ideas, iniciativas y formas distintas de hacer las cosas, además de nuevos proyectos, productos y servicios.
Es necesaria la adopción de nuevas formas de pensar y modelos de gestión innovadores, que nos permitan reinventarnos, redefinir o reconstruir, adaptándonos rápidamente al nuevo entorno y demandas de la sociedad y los mercados. Esto es válido para todo tipo de organizaciones, privadas y públicas, empresas, administraciones y personas de todo el mundo, porque es un proceso global que se extiende a todas partes y que afecta a todos de alguna manera.
No afrontar esta situación, resistirse al cambio o no potenciar estos valores, es la garantía de fracaso. Una diferencia que va a marcar cada uno con su actitud y decisiones.
Es una realidad que el mundo ha cambiado profundamente en apenas una década, se está transformando constantemente y de forma acelerada, por ello necesitamos readaptarnos e incentivar los cambios organizativos y de producción de riqueza. Lo que no podemos es no hacer nada, hacer las cosas mal, hacer lo de siempre o lo que no es adecuado a estos tiempos. Para avanzar necesitamos potenciar los valores que hoy importan: las ideas, el conocimiento y el talento, que será lo que marque la diferencia en el éxito de empresas, carreras profesionales y gobiernos. Serán las personas y su valía el factor decisivo, pero no cualquier persona sino aquellas mejor preparadas, y no sólo académicamente sino a nivel de ideas y talento personal.