La presidencia de Trump
Los primeros pasos para formar la Administración Trump ya se están produciendo y desmienten con rotundidad a los agoreros y apocalípticos que no han hecho otra cosa que difundir miedo y mentiras en torno a Donald Trump durante la campaña electoral y que aún continúa, sobre todo en los medios progresistas norteamericanos y europeos.
Hay varios datos que sostienen que la presidencia de Trump va a ser equilibrada en todos sus aspectos. En cuanto al personal que va a integrar la nueva Administración, tanto las personalidades conocidas como las que van a trabajar en la sombra, y que ya está siendo nombradas y empezando a trabajar, no sólo es profesional y con amplia experiencia, sino que además mantiene posturas equilibradas e intelectualmente sólidas en lo ideológico. Lo vemos claramente con los primeros nombramientos de Reince Priebus como jefe de gabinete de la Casa Blanca y de Stephen Bannon como estratega jefe y consejero principal. Dos personalidades diferentes y que se complementan. Otros cargos y asesores responden a este perfil de brillantez en lo profesional y con amplia experiencia: Newt Gingrich, Rudy Giuliani, Michael Flynn, Jeff Sessions, Mike Pompeo, Mitt Romney…
Trump marca el tono de lo que va a ser su Administración: equilibrada, potente, reflejo fiel de lo que han votado los ciudadanos y lo que quieren. Con estos miembros del gabinete y los que vendrán, Trump va a construir una presidencia fuerte en la que ninguna postura radical se impondrá. Miedos despejados. Aún habrá analistas, periodistas, corresponsales que no salen de Nueva York o Washington D.C., y medios que sigan alarmando a la opinión pública o manipulando con otros propósitos distintos a los de informar con objetividad, pero la realidad es que Trump está formando un gobierno equilibrado y tremendamente resolutivo en cuanto a las personas que lo integrarán. También es equilibrado y nada alarmista en las políticas previstas, que están enfocadas a cumplir el contrato con los ciudadanos al que se comprometió Trump y que pondrá a Estados Unidos en el buen camino.
Las medidas anunciadas, que forman parte de ese contrato firmado con los votantes, darán cumplimiento a los puntos principales de sus promesas electorales y establecerán la columna vertebral de su política durante los próximos cuatro años: expulsión de inmigrantes ilegales con antecedentes criminales; comercio internacional; impuestos; reforzamiento militar; cuidado de los veteranos; libertad de elección de escuela en temas educativos; defensa de la libertad religiosa; defensa de la Segunda Enmienda de la Constitución; defensa de la cultura de la vida frente al aborto; nombramientos de jueces conservadores y constitucionalistas para el Tribunal Supremo; reforzamiento de la lucha contra el yihadismo hasta su total derrota; escrutinio minucioso de los inmigrantes que quieran venir al país, en especial procedentes de países que apoyan el terrorismo; creación de millones de nuevos empleos en el sector privado; paralización de empleo federal, excepto en defensa y cuerpos policiales; nuevo plan de salud; impulsar la seguridad en las ciudades; expandir los programas de Inteligencia y ciberseguridad; e inversiones en infraestructuras. Son algunos de los pilares de la política de la presidencia de Trump.
Los briefings de inteligencia y seguridad nacional que ya se le están proporcionando al presidente electo Trump están confirmando el nuevo rumbo que éste va a imprimir en la política de defensa y exterior. Su capacidad de trabajo, análisis y decisión ya está asombrando al personal encargado de estas primeras sesiones, así como su interés en que toda iniciativa se apoye en un principio sólido: el interés prioritario de Estados Unidos y sus ciudadanos. Si alguien dudaba de que su lema “America First” sólo era eso, que lo vaya olvidando. Porque con Trump en el Despacho Oval, América será primero en todo: empleo, seguridad, prosperidad…
El equilibrio va estar también presente en sus decisiones de política exterior, pero con una clara orientación a consolidar Estados Unidos como líder fuerte que no va a consentir abusos y provocaciones en su contra. Tampoco ataques a sus intereses vitales. La reconstrucción de las Fuerzas Armadas, que va a alcanzar al Cuerpo de Marines, el Ejército y la Fuerza Aérea (se prevé aumentar el tamaño del Ejército a 540.000 soldados de servicio activo; aumentar la Armada hasta 350 buques, proporcionar a la Fuerza Aérea 1.200 cazas que necesitan con urgencia, y aumentar el Cuerpo de Marines a 36 batallones), no sólo será material, armamentístico, tecnológico o en recursos humanos, sino que tendrá un importante componente psicológico y emocional. Se acabó la etapa de Obama de pedir perdón por supuestos daños externos pasados o actuales; con Trump vamos a recuperar el orgullo de unas Fuerzas Armadas victoriosas que saben ganar sus guerras en el campo de batalla y no claudica ante la manipulación periodística o lo políticamente correcto a nivel mundial. El interés americano será la prioridad.
La presidencia de Trump va a abrir una nuevo tiempo de realismo pragmático en el que los méritos personales o de las naciones tendrán mucho que decir y que marcarán en gran medida la política interior y exterior.
Donald Trump, al contrario de lo que intentan proyectar algunos medios errónea o calculadoramente, es un hombre inteligente, enérgico y muy capaz, con un sentido del equilibrio ideológico ajustado, que va a descolocar a propios y extraños, y a hacer un nuevo tipo de política basada en los resultados, los buenos resultados. La presidencia de Trump va a ser más inspiradora y eficaz que la de Obama y va a marcar un cambio profundo en el país y en el mundo. Con Trump recuperamos la iniciativa en todos los órdenes, se acabó lo de reaccionar a los acontecimientos. Trump provoca los acontecimientos o busca soluciones que beneficien a Estados Unidos y a sus aliados naturales.
La presidencia de Trump ya está prestando una especial atención al trabajo de los servicios de inteligencia, en los que se va a apoyar de forma importante para tomar muchas decisiones de gobierno. La revolución trumpiana en esta área será un capítulo aparte, y no pequeño precisamente. El cuidado de los veteranos de guerra será otra prioridad de su Administración, muy importante porque la presencia de los veteranos es enorme en la sociedad estadounidense. Y va a alcanzar una presencia destacada de veteranos en su Administración, que jugarán un papel crucial.
La comunicación directa con la sociedad americana será una gran beneficiada de la presidencia de Trump, porque el presidente electo no sólo disfruta escuchando a los ciudadanos, a todos, sino que realmente se preocupa de sus inquietudes, problemas y de cómo mejorar nuestra nación. Esto hará de Trump un presidente muy popular y con un apoyo social tremendo entre la mayoría silenciosa, esos votantes que lo hemos llevado al poder. No nos verá en televisión o alborotando en las calles como posesos, pero sentirá nuestra fuerza positiva en la forma en que Estados Unidos va a ocupar de nuevo un lugar preferente, en un despertar creativo, renovador y productivo como no se ha visto desde hace décadas.
La presidencia de Trump aguarda sorpresas, sí, pero sorpresas llenas de buenas noticias. Algunas de las cuales se producirán en los primeros seis y doce meses.